Juan B. Prado Flores
¿Puede nuestro caminar, -tan simple, arcaico, primitivo, lento, como puede parecer cuando podemos viajar a una velocidad mayor que la del sonido- orientarnos hacia el proceso del desarrollo, la salud, la integración que nuestro propio cuerpo ya conoce y que él en sí mismo, ES?
Avances recientes en neurociencias
Un enorme descubrimiento de nuestros días no suficientemente conocido,
apreciado y menos llevado a la práctica, es que cuando permanecemos aun por un
corto tiempo en contacto sentido (no intelectual) con nuestro cuerpo en
movimiento, el sistema nervioso se activa, produciendo, liberando y poniendo en
acción sustancias neurotróficas como el BDNF (brain derived neurotrophic
factor), el IGF-1 (insulin-like growth factor), el NGF (nerve grow factor),
etcétera, cuyo efecto básico es incrementar la neurogénesis en el hipocampo
(una parte del sistema límbico relevante para la memoria y el aprendizaje),
creando nuevas neuronas, nuevas dendritas y nuevos circuitos neuronales.[1] Esta es una expresión de la llamada
neuroplasticidad [2] en cuyo origen se encuentra el
trabajo renovador llevado a cabo por nuestras células troncales adultas.[3] Queda así integrada la acción
conjunta no sólo del sistema nervioso en su totalidad, sino, al mismo tiempo,
de sus prolongaciones en los sistemas, inmune, endocrino y psico-emocional,[4] lo que se expresa como funcionamiento
conjunto, armónico, preciso y coordinado de cada una de los cincuenta mil
millones de millones de células que constituyen e integran el organismo humano
total.
El desarrollo de las ciencias que estudian al ser humano
Como era de esperarse, estos recientes y sorprendentes descubrimientos
en neurociencias, se ajustan a los obtenidos durante los últimos 50 años por
insignes personalidades en otras áreas del conocimiento y del experienciar humano:
la Fenomenología, la Filosofía Existencial y la Filosofía de lo Implícito, la
Psicoterapia Experiencial y la Bio-Espiritualidad,[5] mostrando y demostrando que en tal
proceso descansa no sólo el sostén de toda vida, sino el fundamento del
desarrollo humano que, por supuesto, incluye nuestra salud física, emocional,
espiritual y social. Sí; hoy sabemos que el proceso que el ser humano en
desarrollo ES, parte de nuestra conciencia fisiológica, o dicho de otra manera,
de cómo experienciamos a nuestro cuerpo desde adentro [6] de nosotros mismos, lo que nos
permite contactar y acceder a una sabiduría que está “más allá de todo
conocimiento”.
El “caminar enfocado” que enseguida expondré, tiene sus orígenes
en tales descubrimientos. Esto quiere decir que estar con nosotros mismos de
una manera experiencial, esto es, con las sensaciones físicas de nuestro cuerpo
en movimiento, desarrolla en nosotros una actitud y una habilidad que nos
permite acceder a un tipo de conocimiento que favorece no sólo nuestro
bienestar físico y nuestro desarrollo individual, sino que también nos conduce
a la global y personalizante experiencia de estar integrados a y en, un Todo
Más Grande,[7] sentido como algo donado y
compartido.
Un día me regalaron un librito de programación neurolingüística (PNL)
llamado “Gimnasia Cerebral”. Lo leí y desde la sensación física surgida de mi
cerebro gastrointestinal (un “algo” saltando en mi vientre) vino: “¡Ya sé! Se
trata de conectarme con mi cuerpo y traer desde mi conciencia corporal, las
sensaciones que surgen cuando él ejecuta estos ejercicios de PNL”. Había
llegado, de una manera sentida el punto preciso donde la PNL, el Enfoque
(Focusing), la Bio-Espiritualidad, muchas otras disciplinas y tradiciones
milenarias, confluyen.
Así que en lugar de buscar con mi mente nuevos programas a seguir -acaso
tan limitados como los que me inculcaron, los que yo mismo he elegido, o
aquellos otros que me sean propuestos desde fuera-, ahora dejaría que mi cuerpo
me condujese, pues él no sólo sabe hacia dónde ir y lo que hay que cambiar,
sino que es experto en llevar a cabo el cambio mismo; y… me puse a caminar
(cualquiera que se ponga a caminar de una manera ‘enfocada’ lo descubrirá
también).
Lo primero que hice fue llevar mi atención a cómo sentía el dedo grueso
de mi pie izquierdo cuando este iba hacia delante mientras yo caminaba. Di tal
vez unos cuarenta o cincuenta pasos simplemente sintiendo eso; luego me puse a
percibir lo mismo en el dedo grueso del otro pie. Era simplemente estar
descubriendo y apreciando, con una cierta relajación, su presencia. Luego llevé
mi atención a toda mi planta izquierda y después a la derecha mientras
contactaba cada una con el piso al ir recorriendo otros tantos metros. Con esto
pude experimentar el peso de mi cuerpo en movimiento, paso a paso. Era de
llamar mi atención que no tenía que hacer ningún esfuerzo para atender esto,
era cosa de sólo estar presente a las sensaciones que estaban allí.
Ya que pude sentirlo, me di cuenta de que ahí estaba la sensación del
movimiento en cada uno de mis tobillos que ahora percibía. Continué abriéndome
a la sensación del movimiento, ahora en cada una de mis rodillas. Cada
descubrimiento era realmente agradable, relajante, pues no necesitaba pensar en
ello. Luego mi atención se fue al movimiento en cada una de mis caderas,
sintiendo su balanceo a cada paso (cuando tiempo después, le enseñé esto a mi
hijo de entonces 7-8 años me dijo: “Pá, esto lo hacen muy bien las chicas...
pero parece que a las señoras ya se les olvidó”. Casi todos lo olvidamos -le
dije-, pero podemos hacerlo, simplemente sintiéndolo). Luego comencé a percibir
la armonía que había entre mis pasos y el braceo. La coordinación entre
miembros superiores e inferiores era perfecta, nunca mi cuerpo se equivocaba;
nunca movía a la vez hacia delante mis miembros derechos o los izquierdos,
siempre se daba el armonioso y disfrutable movimiento alterno. Las palabras que
llegaron fueron: ‘¡Qué diferente es conocer esto intelectualmente a sentirlo!’
Ya no era mi mente la que llevaba la dirección, había una especie de delicada
invitación de mi cuerpo a mantenerme en él mientras él mismo me conducía.
Haciendo algo tan simple, en unos cuantos minutos empecé a sentir una
como conexión interna expandiéndose dentro de mi cuerpo. Todo esto se
sentía como estar realmente presente a mi caminar.
Estuve haciendo esto por algunas semanas, disfrutándolo, aunque de una
manera distinta cada vez. Luego se me ocurrió que podía voluntariamente dirigir
hacia arriba mis dedos pulgares alternamente al llevar mi braceo hacia
adelante. Estaba activando voluntariamente los centros cerebrales motores
corticales conectados con lo conductual que ponen a trabajar los músculos
correspondientes. Luego comencé a deslizar suave y delicadamente la yema del
pulgar sobre cada una de las yemas de los otros cuatro dedos, desde el meñique
hasta el índice, mientras cada mano efectuaba su movimiento ascendente y la
marcha llevaba mi cuerpo hacia adelante. La sensación que partía de cada una de
las puntas de mis dedos al ser tocadas por el pulgar, llegaba a mi corteza
cerebral sensitiva contralateral situada por detrás de los núcleos motores de
cada dedo previamente activados por mí dándoles movimiento. Al estar tocando
esos puntos tan sensibles de mi cuerpo, la percepción de estar generando afecto
desde dentro de mí hacia mis dedos era tan sutil como tierna y delicada (darte
algo como esto es un simple acto de justicia para ti mismo/a, sobre todo si te
has sentido necesitado/a de afecto en tu vida). Con ello, ahora se agregaba el
funcionamiento de neurotransmisores, neuromediadores, neuromoduladores,
inmunomediadores, hormonas, células, de mi organismo total que me daban la
sensación de bienestar como resultado de su funcionamiento balanceado, al estar
inmerso en todo el proceso, sentido como integración conmigo mismo, saliendo de
mi mente analítica que funciona dividiendo, separando, desmembrando y perdiendo
la dimensión de totalidad y del movimiento como es experimentado “desde
adentro.” (Ver referencias 6 y 7)
Luego llevé mi atención a mi columna vertebral, desde el coxis hasta el
cuello y de allí a la coronilla, integrando la percepción de mi caminar desde
las plantas que ahora se sentían una sola cosa con mi calzado, con el piso y
con la Tierra. Ya sin buscar hacer nada, vino la clara sensación física de la
entrada del aire a mi cuerpo; y con esto, también la percepción de los
armoniosos latidos de mi corazón. Había un deleite tenue pero muy real
recorriendo todo mi cuerpo, mientras mis ojos eran humedecidos por lo inefable
de la experiencia.
Seguí caminando y entonces empecé a darme cuenta del roce de mi ropa al
bracear, viniendo la integración de esta sensación/sonido a todo lo demás
disfrutando esa armónica integración de todo lo demás con mi vía auditiva. Y
tal vez por la interacción anatómico-funcional entre el oído y los centros
nerviosos del equilibrio, comencé a percibir cómo mi cuerpo prefigura e implica
cada uno de sus pasos dirigiendo mi marcha con tanta seguridad. Ahora me era
patente que mi cuerpo no sólo está en el presente sino que en su funcionamiento
percibe, para mí, el futuro como confianza sentida (lo que mi mente analítica
es incapaz de ofrecerme). Mi marcha ahora me permitía, sin dificultad alguna o
trabajo extra, sentir el viento fresco en mi rostro, el ‘solecito’, ya en la
espalda, ya enfrente; podía escuchar tiernos trinos de pájaros, distintos, unos
cercanos otros distantes. Así, desde dentro de mi cuerpo experimentaba que todo
estaba bien.
Entonces se elevó mi pecho, mis hombros se desplazaron hacia atrás y el
aire que inspiraba llegaba hasta la más alejada de mis células. Comencé a
descubrir las copas de los más altos árboles, las nubes, el cielo. El
espectáculo era lleno de luz, de coloridos contrastes, de movimiento; la
sensación de estar circundado por el aire que me envolvía, por el cielo que me
cobijaba y la tierra que me sostenía, era de plenitud. A la percepción de las
sensaciones y del movimiento en mi cuerpo se sumaba ahora, de una manera no
planeada, el que me encontrara recibiendo lo que estaba pasando en el exterior
agudizándoseme la percepción de la humedad y del frescor del ambiente, las
imágenes visuales de la gente, los sonidos de los motores zumbando, llantas
chillando. Y lo más curioso, no parecían dos mundos diferentes sino que era la
sensación de estar envueltos, lo exterior y lo interior en un proceso, único,
unificante con, en, desde, mi propia conciencia corporal.
Esto se experimenta siempre como regalo, ya que el sentirse
regalado-donado y ser parte de ese proceso mayor surge espontáneamente. (Ver
cita 7)
La unicidad cuerpo/mente/espíritu
El estar EN todo aquello facilitaba, inducía, producía, las
interconexiones pneumo-neuro-psico-inmuno-endócrinas de mi organismo entero.
Naturalmente que la sensación de bienestar, de gratitud, de integración, de
totalidad, vienen, no como resultado del funcionamiento de ciertas áreas
específicas del cerebro, sino como resultado del acontecer integral
espacio-temporal en el cuerpo total. Mientras más completa esta percepción, más
sensibles e integradoras eran las experiencias sentidas. Una vez al estar
experimentado esto vinieron las palabras: “En el Principio era… sentir”, para
después completarse con: “...pues la palabra sin corazón es oquedad”. Después
pude reflexionar que estas frases incluyen el funcionamiento del
filogenéticamente primitivo pero evolucionado sistema límbico, receptor y
generador de afecto en el ser humano,[8] dando lugar a impulsos que al
trasmitirse mediante ricas conexiones con el hemisferio cerebral derecho y de
éste con el izquierdo, hace surgir la expresión simbólica, la cual origina
significados nuevos. Este proceso tiene dirección propia y contiene el evidente
y genuino propósito de hacernos íntegros. Entonces comprendí de una manera
sentida, que la “congruencia es la capacidad de experimentar fisiológicamente
nuestros sentimientos y permitir que se simbolicen con precisión.” [9]
Mediante esta práctica estaba propiciando la producción de: SEROTONINA,
neurotransmisor que permite experimentar confianza, seguridad, esperanza y cuya
deficiencia nos hace sentir deprimidos; DOPAMINA que se produce al experimentar
placer, NOREPINEFRINA que nos permite experimentar lo pleno, lo perfecto en la
complejidad, y todo ello, modulando mis funciones mentales superiores: el
análisis, la reflexión, la interpretación, (eso viene después, con la manera
-limitada por mi lenguaje- con que te lo estoy expresando y compartiendo
ahora).
Cuando se ponen electrodos para registrar la actividad eléctrica de la
masa cerebral en funcionamiento mientras se atiende al cuerpo como éste se
siente desde dentro, aparece un tipo de ondas que hablan de un máximo nivel de
reorganización[10] del funcionamiento de los tejidos
cerebrales, lo que propicia la activación de nuestros sistemas inmune,
endocrino y psicoemocional, y con ellos del organismo total, permitiéndonos
recibir mensajes desde la sabiduría de nuestro cuerpo acumulada durante los
13,7 mil millones de años de su ininterrumpida evolución.
Y si caminas de esta manera, no puedes estar inundando(a) de adrenalina
(neurotransmisor secretado por la corteza adrenal y por el sistema nervioso
simpático que prepara para atacar o para huir y que al mantenerse en niveles
elevados produce una descarga nerviosa hacia los centros de control endocrino y
de la vida vegetativa situados en el hipotálamo, elevándose los niveles de
factor liberador de corticotrofina, que libera cortisol, inhibiendo nuestro
sistema inmune y manteniéndonos en estrés tanto bioquímico como emocional). Ya
no tienes que buscar el placer por el placer mismo al precio que sea cayendo en
adicciones: a drogas, al alcohol, al trabajo, al sexo, a la comida, a la
religión, etc., pues tu cuerpo está generando, integrando, modulando y
utilizando los componentes orgánicos que se experimentan como tranquilidad,
armonía, bienestar, es decir, una paz que te viene de adentro y que además
inunda tu mundo exterior.
Y aunque hayas llegado a caminar cansado/a, con dolor de
cabeza, deprimido/a, tenso/a, angustiado/a, etcétera, al tener este tipo de
atención e interacción con esos sentimientos, sensaciones, emociones, donde los
lleva tu cuerpo, viene el cambio. Un “Cambio (físicamente) Sentido” (E. T.
Gendlin): Al estar trabajando unificadamente toda tu masa cerebral, hay un
equilibrio en la producción, liberación y recaptación de los químicos
cerebrales encargados de transmitir, ampliar-inhibir, (modular), la función
neurológica, endocrina e inmunitaria con sus repercusiones en el estado
psico-emocional y espiritual. Lo que sucede es que son liberadas hacia los
fluidos corporales las sustancias y las células que integran la respuesta
protectora que elimina las células malignas que a cada momento producimos así
como los agentes tóxicos tanto endógenos como del exterior, mientras el corazón
y la circulación sanguínea ayudan a detoxificar el cuerpo ajustando la tensión
arterial y los mecanismos desbalanceados por el estrés. [11]
Y al mismo tiempo estamos seleccionando los genes que producen proteínas
de afecto, empatía, compasión, bienestar, y permitiendo a nuestro organismo
como unidad neuro-psico-inmuno-endocrino-emocional-espiritual, trabajar
ordenada y coordinadamente como él ya lo sabe hacer, y esto, siempre se siente
muy bien.[12]
Así que no tienes que tratar de estar en control de todo haciéndolo
perfecto, ya que esta práctica te permite experimentar lo perfecto que ya eres
y eso te hace sentir pleno, confiado, bendecido.
Esta práctica no solamente es para cuando nos sentimos bien
y nos disponemos a sentir nuestro cuerpo en su movimiento, sino también cuando
decidimos entrar en una relación profunda con nosotros mismos, con la
naturaleza, con el universo -el creyente con su Dios, cualquiera sea la manera
en que llegue a concebirlo-. Lo más importante es que cuando tenemos miedo, nos
sentimos angustiados, confundidos, desorientados, avergonzados, culpables,
deprimidos, ansiosos, etcétera, esto es, sintiendo cualquiera de las
sensaciones y sentimientos (que todos los humanos experimentamos) y nos ponemos
a caminar de una manera como ésta, al estar con cómo nuestro cuerpo lleva
asuntos, situaciones, problemas, relaciones, sentimientos difíciles, anhelos,
quebrantos, etcétera, de una manera sentida, podemos acompañar los lugares
donde se encuentran esos asuntos inconclusos de la misma forma como atendemos
las sensaciones y el movimiento de nuestro cuerpo mientras caminamos,
llevándole afecto y sintiendo reverencia y admiración no sólo por lo que está
allí físicamente sentido, sino también por quien está teniendo esa experiencia
agraciada, (¡nosotros mismos!)
Un proceso de desarrollo e integración ha empezado a aparecer
Y lo más increíble es que cuando continuamos llevado a cabo este caminar
enfocado, vienen imágenes, recuerdos, sensaciones, sentimientos, pensamientos,
que se experimentan como algo novedoso, con una dirección y un propósito que
involucra siempre un llevar adelante de una manera fresca el proceso vital que
somos, al tiempo que nos vamos transformando en seres más integrados, en
armonía y sintonía con un proceso y una sabiduría infinitamente mayor que sólo
la de nuestra individualidad. El resultado es que hay un cambio en la manera
como llevamos esos asuntos, pues viene la sensación de que algo se
ha aclarado o se ha movido junto con la sensación física de ya no mas estar
atorado o bloqueado, hasta llegar a sentirnos integrados al Universo, a la Vida
(a Dios, si así le quieres llamar) de donde proviene esa sabiduría que eres.[13]
Sí, la psicobiología (que todos los seres
vivos tenemos) es el sustrato indispensable desde donde surge el auténtico
desarrollo humano al cual es imposible acceder por la sola vía racional o
intelectual. Se trata de un potencial universal al que cada vez más seres
humanos están teniendo acceso, ya que no es un don reservado a unos cuantos
seres humanos privilegiados sino ser lo que ya somos.
Pero como todo lo que hacemos lo podemos convertir en adicción cuando de
ser un medio lo convertimos en un fin, la manera de evitar que este ejercicio
se convierta en una puerta de escape, es que mediante esta práctica entremos a
lo que experimentamos como real en nuestro cuerpo y en nuestro entorno de una
manera sentida, escuchemos confiadamente lo que él nos dice -pues nuestros
cuerpos inocentes no saben mentir- y regresemos a él muchas veces durante todo
el día y toda la vida. Entonces, al caminar ya no será lo más importante el
venir de o el ir hacia, sino estar EN nuestra
propia realidad. Y esto siempre, siempre, será integrador.
Ha sido muy motivante para mí que este ejercicio haya
sido beneficioso para algunas personas a las que se los he compartido y lo han
hecho. Una vez, caminando así surgió aquello de que: ‘ponte de acuerdo con tu
adversario cuando vas por el camino antes de que lleguen con el juez, porque el
juez te puede meter en la cárcel’. Entonces vino que ‘ir por el camino’
enfocadamente, no sólo hace las paces con eso que está dentro, sino que ello
incluye y es, el proceso mismo que nos pacifica desde adentro. Es por eso que
lo pongo a tu disposición ahora. Y así como yo me lo diseñé para mí mismo, tú
puedes hacerlo tuyo cortándotelo a tu medida. Lo importante es que entres a tu
cuerpo y lo acompañes mientras él te pone en contacto con un poder y una
sabiduría que incluye, siempre, un cálido: ¡Bienvenido(a) -de nuevo- a Casa!
[1]. Insua, MF. Factores neurotróficos y
ejercicio http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 -
N° 64 - Septiembre de 2003.
[2] The National Institutes of Helath
resource for stem cell research. Stem Cell Information.http://stemcells.nih.gov/info/basics/basics1.asp
[3] IMPULSA 2 - UNAM: Coordinación de la
Investigación Científica Células troncales adultas, regeneración neuronal y
enfermedad de Parkinson.
[4] Aréchiga-Urtuzuástegui H. Conceptos
actuales sobre Neuroinmunomodulación: Gac Med Méx, 135, No. 5, 1999. Pp.
489-499.
[5] Campbell PA. Raíces Académicas del
Enfoque Bio-Espiritual en Más allá del Mito del Dominio, pp.
365-382.
[6] Gendlin ET. Focusing. Proceso y
Técnica del Enfoque Corporal. 2ª edición. Ed. Mensajero. 1978, p. 102.
[7] McMahon EM. Beyond the Myth of
Dominance. An Alternative to a Violent Society. Sed & Ward Pub. 1993.
En español: Más allá del Mito del Dominio. CREE, A. C. México 1999. p. 16,
141-144. Web: http://www.creeac.com.mx/
[8] Lodge HS. The Limbic Brain and the
Biology of Emotion. En
Younger Next Year: A Guide to Living Like 50 Until You're 80 and Beyond.
[9] Rogers CR. El proceso de convertirse
en persona. Paidós. Reimpresión 2003.
[10] Don NS. Transformation of conscious
experience and its EEG correlates. Journal of Altered States of Consciousness.
1977, 3 (2) 147-148. http://psycnet.apa.org/psycinfo/1978-31114-001
[11] Prado FJ.: El estrés y su resolución organísmica. Dol Clin Ter. Vol.
IV, No. 5. Marzo, 2006. http://www.imbiomed.com.mx/1/1/articulos.php?method=showDetail&id_revista=101&id_seccion=1636&id_ejemplar=3569&id_articulo=34635 http://www.focusing.org/es/el_estres_y_su_resolucion_organismica.pdf
[12] Maslow AH. El Hombre
Autoactualizado. Kairós, decimoséptima edición. 2007.
[13] Gendlin ET. Focusing. Op.
Cit. p. 33.
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