HUMANIZANDO,
DESDE NUESTRAS INSTANCIAS BIOLÓGICAS,
EL
PROCESO VIDA/MUERTE/VIDA
Experiencias
de un médico[1]
que practica el Enfoque Bio-Espiritual
...sin
embargo, hay momentos en que uno se siente libre de la propia identificación
con las insuficiencias y limitaciones humanas. En estos momentos uno se imagina
que se encuentra en algún punto de un pequeño planeta, mirando con asombro a la
fría, aunque profundamente conmovedora belleza de lo eterno, de lo insondable:
la vida y la muerte fluyen juntándose, y no hay ni evolución ni destino; sólo
existencia.
Albert
Einstein
Algunos presupuestos básicos
El
individuo humano tiene su origen en la unión de los gametos progenitores. A
partir de la concepción y durante toda su estancia en el útero materno este
bio-proceso no sólo está comprometido con su propio desarrollo[2] sin necesitar de la
intervención humana directa, sino que, rodeado, sostenido, nutrido por el
cuerpo materno interactúa[3] incesantemente con él
formando un todo organísmico cada vez más complejo. Esta unicidad/completud
está a su vez en constante interacción no sólo con su entorno físico sino en
íntima, continua e interdependiente relación con lo socioculturalmente dado.
Es, inmerso en ese proceso bio/cultural, que el ser humano va llevando adelante
la tarea de su individuación, desde la que van surgiendo, mediante sucesivas
etapas de desarrollo, las expresiones de sus más íntimas potencialidades, que
nos llevan a experimentarnos EN el Todo Más Grande en el que vivimos, nos
movemos y existimos trascendiendo tanto lo biológico como lo socioculturalmente
dado. Entonces podemos entender que la naturaleza humana es el proceso de
continua interacción, interdependencia y desarrollo que desde lo biológico
asume lo socio-cultural que en un ambiente inter-relacional propicio el
individuo humano actualiza y lleva adelante lo que en él es distintivamente
genuino, personalizantemente transformador de sí mismo como parte insustituible
que es de un universo en evolución.
Cuando
la Cultura no se opone, sino que funciona como rotunda afirmación de lo
biológico (frecuentemente lo que ocurre es lo opuesto) promueve la continuidad
humana sobre el Planeta que llamamos Historia evolutiva, individual y
colectiva. Por ello es importante que tanto a nivel individual como social
aprendamos a asumir este proceso vital como lo hacen, desde la frontera del
vivir-morir[4],
cada una de los cincuenta trillones de células[5] de nuestro organismo en
mutua, ordenada sutil, pacífica y pacificante interacción.
Al
cuestionarnos cómo es que coexisten vida y muerte en cada célula, o dicho de
otro modo, ¿cómo hace la célula -y el ser humano en desarrollo- para integrar
estas dos funciones-experiencias aparentemente opuestas? La respuesta puede
írsenos revelando si entendemos el ciclo celular vida-muerte como un continuum,
y no como fenómenos antagónicos y mutuamente excluyentes.
Desde
la Biología, hoy sabemos que el morir es un proceso activo. Las células del
cuerpo saben cuándo reproducirse y cuándo han de morir. Los mecanismos celulares
que regulan la muerte celular son esenciales para el sano desarrollo evolutivo
del organismo. En cada célula se producen, activan y expresan genes que inducen
señales de muerte en estadios definidos de diferenciación y en respuesta a
determinados estímulos fisiológicos. Este “morir programado” al que se le ha
llamado apoptosis,[6] incluye el reciclaje y la
reutilización por el organismo de los materiales constitutivos de la célula
apoptótica, los que no sólo no dañan al organismo total, sino que generan,
desde lo que está en él muriendo, nueva vida, llevando adelante el desarrollo
del cuerpo en términos de homeostasis, equilibrio, evolución.
Cuando
la muerte celular no es programada desde dentro del individuo sino que tiene su
origen en mecanismos que rompen el principio dinámico vital, lo cual sucede por
ejemplo al sobrevenir una septicemia (palabra que viene de dos términos
griegos: sepsis = pudrición, hemato = sangre, esto es, pudrición de la sangre)
el resultado entonces es la necrosis, o sea, la descomposición del organismo,
lo que a nivel de la especie Homo sapiens equivaldría a su desaparición.
Pero
¿cómo apropiarnos de esa sana manera de estar a la vez viviendo y muriendo
cuando están de por medio tan intensos recuerdos, imágenes, añoranzas, sentimientos,
emociones, sensaciones -tristeza, rabia, culpa, miedo, desesperación,
incertidumbre, desilusión, amargura, horror, impotencia, nausea, dolor, odio-
ante la muerte y sus circunstancias? Afortunadamente ahora sabemos que es
precisamente el lado sentido de lo que pareciera que nos drena vida, el punto
de partida para llegar a procesar tan, a veces, desgarradoras experiencias que
podríamos haber llegado a juzgar como lo caótico, lo sin sentido, lo absurdo,
lo catastrófico, lo cataclísmico.[7]
En
todas las culturas conocidas, desde las más antiguas y en todas las tradiciones
espirituales, el ser humano ha tenido acceso o al menos se le ha ofrecido, la
posibilidad de ir más allá del razonamiento frío, lógico, que ve la muerte como
inexorable extinción. Pero sólo en los últimos años es que se ha llegado a
precisar cuál es el proceso mediante el que el ser humano lleva adelante el
cambio inherente al desarrollo y cómo ponerlo en marcha, sea lo que sea que
esté viviendo o en él muriendo, lo cual es una de las más exquisitas
manifestaciones del desarrollo actual de la humanidad que nos está invitando a
experimentarnos como seres humanos en profunda interacción y como cultura, a un
nuevo paradigma en expansión que involucra a los demás y a cuanto existe.
Como
aplicación práctica de su investigación, el Dr. Eugene T. Gendlin[8] ha elaborado la
“tecnología corporal”[9] capaz de promover el desarrollo integral del
individuo humano inmerso en el acto/proceso de vivir-morir-vivir, tanto del
propio, como el de los que más ama. Esta tecnología descubierta hace 50 años,
está en consonancia con los descubrimientos en física cuántica[10] y más recientemente en biología molecular.[11] Así que ahora, desde
nuestra propia naturaleza bio-cultural que es de por sí movimiento, podemos
asumir nuestro proceso vida-muerte-vida y propiciar que éste se dé pacífica y
pacificantemente, en los demás.
Mediante
estas historias -que no son del más allá sino que siempre se dan en el
aquí/ahora- podemos darnos cuenta de cómo, a partir de la muerte de nuestros
seres más queridos así como de lo que en nosotros está muriendo, llegamos a
afirmar que todo ser humano puede humanizar el proceso vital muerte-vida si se
acerca a estas realidades desde sus propios procesos fisiológicos físicamente
sentidos y se permite ser guiado por esa sabiduría que lleva al encuentro de un
Reino de nuevos, genuinos y personalísimos comienzos y significados.
_____________
Las historias
UNA
MUJER ATIENDE CÓMO LLEVA LA RECIENTE MUERTE -POR ALCOHOLISMO- DE SU HIJO
Me la llevan
al consultorio sus tres hijas, madres ya de adolescentes. Viste luto. Llega en
un estado depresivo que me hace pensar que tal vez no pueda yo ayudarla.[12] Se mueve lenta, pesadamente, camina agachada
y arrastrando los pies. En su cara se puede leer una profunda aflicción.
Su
único hijo varón había muerto dos semanas antes, dejando a su joven esposa y a
sus dos pequeñas hijas que cursan aún la educación primaria. Mientras están las
cuatro en mi oficina no cesan los comentarios agrios hacia la anciana. La
culpan de que lo único importante para ella fue y sigue siendo el hijo varón,
ahora muerto. Toda su vida se han sentido en segundo plano respecto al cariño
de su madre. No fue el hijo, sino ellas, quienes habían sacado al niño y a toda
la familia a flote al morir el padre, cuando la hija mayor, que apenas tenía 13
años comenzó a trabajar. Se puede palpar en cada una de las hijas su enojo, su
resentimiento, su dolor. Una de ellas calla, pero su actitud es igualmente
fría. Les digo que me dejen con su madre y que se vayan a tomar un café o a
simplemente dar unos pasos por el parque de enfrente.
Invito
a la anciana a llevar su atención hacia dentro de su cuerpo y a darse cuenta
dónde lleva todo lo relacionado con la muerte de su hijo. Pasan unos 30-40
segundos, se lleva la mano al pecho y me dice: “Aquí, en mi corazón”. Le
sugiero que permanezca un rato allí adentro, diciéndole a ese lugar que no está
solo, que es muy importante para ella y que es digno de todo su respeto, que
vea si lo puede tratar con delicadeza, con ternura; que vea si le puede decir
que no va a tratar de cambiarlo, ni siquiera de que se sienta mejor. Que lo
acepta tal y como es. Ella accede a mis sugerencias y se queda unos minutos
allí. Veo un leve cambio en su rostro y le pregunto ¿Ha venido algo?, tal vez
un recuerdo, una imagen, una palabra… Me contesta. “Sí…, es mi hijo”[13]. Se lo reflejo y le digo ¿está bien dejar que
se desenvuelva un poco más todo esto? Me dice que sí y continúa: “Viene a mí…”
Le pregunto cómo se siente esto, y con una leve, delicada sonrisa me dice:
“Bien...”. Le digo que permanezca con esto todo el tiempo que necesite.
Momentos después me dice: “Nos abrazamos…, siento claramente su amor por mí”.
¿Dónde se siente este amor?, -le pregunto- y con evidente bienestar contesta:
“Aquí, –señalándose el corazón y continúa- en todo mi cuerpo, es un calorcito
muy agradable… lo siento en todo mi cuerpo.” La invito a permanecer con esta
sensación todo el tiempo que ella quiera. Pasan unos minutos y finalmente me
dice con una maravillosa sonrisa que ilumina su, de por sí, hermoso rostro:
“¡Ya!”[14] (Yo me pellizcaba
tiernamente el brazo y con humor me decía “¡Si no lo estuvieras viendo Juan, no
lo creerías!”) Le propongo que si por todo eso que ha venido y que ha dado
lugar a ese cambio en ella se siente bien dar gracias, que lo haga. Gustosa me
dice que sí y terminamos el ejercicio de Focusing.
Regresan
las tres hijas, ven la sonrisa de su madre y se miran entre sí, admiradas, como
no pudiendo creerlo. Cuando se levanta la anciana y la vemos caminar erguida,
livianamente, una de las hijas le dice: “¡Madre, te quitaste 20 años de
encima!” Para mis adentros, hago mías esas mismas palabras con un:
“Ciertamente, ¡parece otra!” A partir de entonces recobró el ánimo. Habiendo
podido entrar en una relación nueva con su hijo muerto, vino también un cambio
positivo hacia cada una de sus hijas y con la familia entera. En tanto, las
hijas tendrán que entrar, cada una, a donde en su cuerpo está la energía de
vida detenida, para poder generar una relación más saludable con su madre y con
todo su entorno.
PERDONANDO
A SU PADRE “POR HABERSE MUERTO”
Ha
muerto, tras casi un mes de estancia en la unidad de terapia intensiva y casi
cincuenta días de hospitalización.
Toda
la familia alimentaba, día con día, la ilusión de que recobraría la salud. El
hombre había tenido una operación a corazón abierto hacía diez años. Ahora la
diabetes estaba fuera de control, le sobrevino una neumonía, tenía un pulmón
destruido y sólo el 20 % del otro era funcional. Había sido traqueostomizado y
conectado al respirador varias semanas antes. La esposa y los hijos se rotaban
en el hospital las 24 horas de cada día “por lo que pudiera ofrecerse”: tomar
nuevas decisiones, efectuar otras interconsultas, hacer nuevos estudios, llevar
a cabo otros procedimientos…, ya que “siempre había algo más que intentar”. Los
montos parciales del tratamiento eran millonarios. Mientras, la ilusión de la
recuperación mantenía con esperanzas a la familia.
Finalmente
murió, teniendo que cubrir la familia los altos costos de la atención final con
otras fuertes sumas de dinero, además de enfrentar cobros injustificados en la
atención hospitalaria.
La
esposa, como los numerosos hijos, estaban en profunda consternación, ira,
depresión. Pasado el funeral, se reunían simplemente para verse unos a otros y
ponerse juntos a llorar. Había pasado más de un mes desde el fallecimiento y el
problema familiar iba de mal en peor. Nadie podía soportar aquella pérdida.
Me
comenta la situación la hija mayor que es una competente profesionista. La
invito a enfocar. Le viene una sensación en el estómago. Es cómo su cuerpo
lleva todo esto. Siente como brasas encendidas dentro del estómago.[15] Al atender esto, viene mucho enojo contra el
padre a quien culpa por haberse muerto. Al animarla a permanecer allí, sin
juicios, sin interpretaciones, vienen imágenes: es ella, niña, adolescente y
aún adulta, aferrada a su padre, lo que le revela, de manera sentida, la
dependencia que ha tenido siempre hacia él. Luego viene otra imagen, es ahora
ella, adulta, abrazando a la pequeña que es ella misma; hay lágrimas con una
grata sensación de ternura ¡entre ambas! Mientras, la sensación quemante del
vientre cambia hacia algo tibio, confortante. Al final está sonriente de sentir
el cambio que ha venido al atender su enojo, sus reclamos, su depresión,
físicamente sentidos.
Tiempo
después, al preguntarle por los efectos de su ejercicio de Enfoque, me dice,
con una amplia y bella sonrisa, que una de las cosas maravillosas que le
sucedieron fue que pudo perdonarle a su padre el haberse muerto.
Después
de esta experiencia pudo tomar distancia de la deprimente condición familiar y
así, ayudar a su madre y sus hermanos, a atenderse a sí mismos y a entrar en su
personal proceso de duelo.
A. L.
me escribió este correo, autorizándome para publicar su experiencia:
QUERIDO
JUAN: RUEGO ME DISCULPES, NO HABIA CONTESTADO TU CORREO, PRIMERO PORQUE LLORÉ
TANTO POR LA SENSIBILIDAD CON LA QUE DETALLAS Y NARRAS LO VIVIDO POR MÍ HACE
SEIS AÑOS, DIAS MÁS DIAS MENOS, GRACIAS JUAN PORQUE SIEMPRE ME SENTÍ MUY
IDENTIFICADA CONTIGO Y CON TODA TU FAMILIA, LOS QUIERO Y LLEVO EN MI CORAZON
SIEMPRE, A PESAR DE LOS PESARES, SIEMPRE SON Y SERÁN IMPORTANTES EN MI VIDA Y
EN MI PERSONA, AHORA ESTOY EMOCIONADA JOSE MANUEL MAÑANA ENTRA A LA
UNIVERSIDAD, SÍ A LA FACULTAD DE LEYES, ME SIENTO MUY CONTENTA, LOS QUIERO, UN
ABRAZO Y UN BESO, Y CLARO QUE TE AUTORIZO PARA QUE HAGAS QUE ESTA INFORMACIÓN
FLUYA Y QUE CADA DÍA AYUDES A MÁS PERSONAS COMO LO HICISTE CONMIGO.
LOS
RECUERDO SIEMPRE. BESOS A TODOS.
M. L.
PROCESANDO
EN SEGUNDOS Y DESPUÉS DE QUINCE AÑOS, EL DUELO POR LA MUERTE DE SU PADRE[16]
Buen
día. Soy Ana y es un placer pertenecer a este círculo.
Hace
unos meses escuché hablar del Enfoque Bio-Espiritual y me considero
privilegiada de haber encontrado esta nueva forma de ver mi vida –y la de los
demás también.
Siento
que el Enfoque ha segmentado mi vida en muchos aspectos para después integrarla
de la forma más noble y amorosa que jamás haya conocido.
Esta
es mi historia que hasta el día de hoy, me hace sentir extasiada de
vulnerabilidad:
Hace
quince años mis entrañas se desprendieron de mi cuerpo…
Estando
discutiendo con mi esposo; ¿la razón?, no la sé, sólo sé que estaba muy enojada
al grado que le dije: “¡Por qué no te vas!” Me miró, se dio la vuelta y se
quedó allí, conmigo. No se fue. Esta expresión tenía algo importante que
decirme… entonces comenzó a temblar, sin excepción, todo mi cuerpo.[17] Me dolía el pecho, las
lágrimas me surgían sin parar. De repente viene a mí una imagen, imagen que le
había pedido a mi mente que borrara. ¿Cuál era? Mi padre postrado en la cama
del hospital público, muriéndose; y yo que estaba allí, percibía aquel olor tan
peculiar de la habitación; lo miraba, moribundo, me abalanzaba sobre sus
rodillas sintiendo sus huesos y le gritaba: “¡No te vayas, no me dejes!” De
pronto, unas manos frías, muy frías, me desprendían de él y me decían:
“Tranquilízate, no llores ¿qué no ves que se está muriendo y tú no lo dejas
morir?” Eso era precisamente lo que yo no quería ¡que se me muriera! Sólo tenía
quince años y me pedían que “e n t e n d i e r a”.
De
pronto, dentro de mí y de mi llanto, me convertí –desde la niña a la que le
habían cortado las lágrimas ante la agonía de su padre para que él pudiera
continuar su curso- en la adulta que soy, igualmente conmovida y bañada en sus
propias lágrimas, que ahora asistía a esa niña. Y sin articular palabras, le
expresaba con cuerpo y mente en comunión, que allí estaba con, para, ella.
Esta
experiencia ha reconciliado esa parte de la cual nunca me acordé –rectifico,
más bien me aterrorizaba traerla a mí.
Agradezco
profundamente al Enfoque por haberme permitido volver a vivir esos momentos
(incluso percibiendo aquél mismo olor de la habitación, a papá en sus huesos,
aquellas heladas manos…) y poder asistir yo misma a aquella criatura que sólo
necesitaba –tal vez- un abrazo profundo, muy profundo, y no argumentaciones tan
humanas…
Además,
encontré un sentido auténtico a esa palabra sin sentido que le dije a mi
esposo: No quiero que se vaya; quiero que sepa que lo amo y que quiero
disfrutar de su presencia. También me hizo reflexionar que si mi hijo se
encontrara en un caso como el mío, yo, su madre, sea quien lo abrace
profundamente y vea que seguiré siendo una columna para él, mejor cimentada
ahora.
Esto
es parte de mí. Lo puedo contar con sentimiento y, a la vez, con una paz que
invade ese mismo sentimiento gracias a la fortuna de haber encontrado el
Enfoque Bio-Espiritual.
Gracias
por leer mi historia.
Ana
Lilia
PROCESANDO,
DESDE UN “SÍNTOMA”,[18] DOLOROSOS ACONTECIMIENTOS
DE SU HISTORIA
Llega
por primera vez a consulta una mujer con su hija de 29 días de vida. La niña
llora si su madre la carga, si la amamanta, si la viste, si la desviste… La
tiene que bañar la abuela materna porque la joven madre siente las manos
heladas.
La
invito a hacer un ejercicio de Focusing y accede.[19] Al atender, entrando dentro de ella, la
sensación de sus manos, le vienen estas palabras: “Nunca voy a ser una buena
mamá para mi hija”. Eso se siente muy triste y llora intensamente. Al acompañar
ese “lugar” triste que está en todo su pecho, viene un recuerdo. Es cuando está
en el hospital, tiene en sus brazos a su hermana menor que se está muriendo y
“estamos ella y yo solas”, me dice bañada en lágrimas. Es algo en extremo
doloroso para ella. Le pido que se dé cuenta dónde se encuentra ese dolor, y me
dice “aquí” señalándose su corazón. Al estar atendiendo con delicadeza ese
lugar vienen más lágrimas. La animo a mantenerse en ese espacio interior y tras
unos minutos comienzo a ver un cambio en su semblante. Pasan otros minutos,
ella siente que ya no hay más que atender y terminamos el ejercicio. Entonces
le pregunto cómo se siente y me dice: “Con ganas de volver a casa y bañar a mi
hija”. Se van. Luego me relata que pudo bañarla, que ya no tuvo más esa
sensación en sus manos, que cesó el llanto de la criaturita y que ahora la niña
“llora, pero no cuando la baño yo. Llora cuando la baña mi mamá”.
Tiempo
después me compartió que ni ella ni su madre podían pasar frente al hospital
donde años atrás había muerto su hermanita, pero que hacía poco decidió entrar
a ver a su prima que estaba en el servicio de terapia intensiva de un hospital
gineco-obstétrico a causa del shock séptico al que había llegado al parecer por
un aborto. Que pudo darle a su prima una presencia amorosa tal y como se la
había dado a la sensación de sus manos, de su pecho y de su corazón; y que
mientras lo hacía, pudo ver, conmovida, una lagrima rodando desde el rabillo
del ojo de su prima. La prima se recuperó (el shock séptico suele ser
irreversible). Yo le dije que sentía que eso que hizo había salvado de morir a
su prima. La propia prima le había dicho con inmensa gratitud que ella ya no
quería vivir, pero que su mensaje le había llevado a la decisión de luchar por
su vida y por su hija de tres años de edad.
Poco
tiempo después, Miriam pudo poner en palabras lo que ocurrió dentro de ella
durante su ejercicio de Focusing.[20] Estas son sus palabras
que me autorizó a compartir con ustedes:
“En el
Enfoque:
Enfrento
un enorme monstruo que es miedo.
A
partir de haber tenido esa experiencia el cambio en mi vida fue completo. Y no
solamente cambió la mía, sino también la de mi familia.
Antes
de eso yo sentía que la vida no tenía sentido. Había perdido a mi hermana. Mi
madre había sido madre soltera y yo tenía que cuidar de mis hermanos y de mi
casa.
Estaba
falta de cariño. Toda mi vida no habían sido más que puras responsabilidades.
Tenía
miedo de casarme y de tener mi propia familia.
Era
una persona que no sabía expresar lo que sentía. Me daba miedo querer y no
sabía cómo tratar a las personas.
Cuando
me casé empezaron los problemas...
Cuando
uno entra al Enfoque se empieza a sentir incertidumbre por lo que se empieza a
descubrir, pero poco a poco vas dándote cuenta que es maravilloso lo que
encuentras y lo bien que se siente estar allí.
Entras
y es todo negro, oscuro. Es como un cuarto oscuro, y sólo después de tanta
oscuridad y soledad, a lo lejos se ve un punto de luz. Te acercas a ese punto,
pero cuesta mucho trabajo llegar hasta allí. Se hace eterno el poder
alcanzarlo.
Al
llegar allí vi una luz y una niña llorando de tristeza, miedo, soledad. No
sabía esa niña para dónde ir. Al acercarme a ella comenzaron a moverse todos
mis recuerdos; sobre todo los más tristes que había vivido.
Todos
eran acerca de la niña. Hubo un momento en que yo quería salir de allí. Quería
irme y dejar todo eso, pero una voz muy confortante me hizo tener fuerzas para
seguir viendo todo lo que pasaba, y cuando me di cuenta ya no tenía miedo. Era
bonito estar viendo eso.
Conforme
se me fue quitando el miedo iban llenándose de más y más luz esos recuerdos.
Poco a poco la niña dejó de llorar. Entonces se levantó y todo se iluminó. Fue
cuando finalmente le vi el rostro y cuando sonrió se convirtió en la adulta que
yo soy.
A lo
lejos había un camino verde, lleno de flores y un cielo azul. Se sentía tanta
felicidad que pude atender esos recuerdos uno por uno, sin miedo, con más
seguridad y tranquilidad. Entre esos recuerdos estaba el más doloroso que había
vivido. Me acerqué a donde llevaba ese recuerdo y vi a mi hermana que había
muerto. Puede verla y estar en ese recuerdo sin miedo, sin tristeza. Lo vi
pasar todo, desde su enfermedad. Fue maravilloso vivir esa experiencia: le pude
decir cuánto la quería y darle las gracias por el tiempo que Dios me dejó
compartir con ella y por haber sido mi hermana.
Después
vinieron los momentos felices que se me habían olvidado o los había dejado en
un rincón. Fueron muchos y grandes.
De
repente caminé y vi a mi familia que entonces era mi esposo y mi hija que
acababa de nacer, esperándome. Estaban felices, con los brazos abiertos.
Y
comenzó la felicidad.[21]
Miriam
Mendoza
AL
RESOLVER EL DUELO DE LA MUERTE DE SUS SERES QUERIDOS, UNA JOVEN MUJER
HACE
QUE SU
HIJO RECIÉN NACIDO RECOBRE
LA SALUD[22]
21 de
enero…
Me
llevan a consulta un bebé de once días de nacido. Está muy grave y le digo a
los padres que necesita ser internado de inmediato en la terapia intensiva de
un hospital pediátrico. En el hospital X cuesta 35 mil pesos sólo el tener
derecho al ingreso. Ellos no pueden enfrentar ese gasto y, con el control de la
temperatura, el inicio de la rehidratación y una nota médica que les doy, lo
llevan al hospital público donde nació, quedando internado.
Algunas
anotaciones tomadas del expediente médico:
-
Silvia estaba por regresar a estudiar cuando quedó embarazada por lo que sintió
frustrados sus planes académicos. Ella no quería el embarazo, el cuál cursó con
gastritis severa, pérdida de peso e intenso dolor de espalda, además tuvo
vulvovaginitis persistente durante toda la gestación. “Me dolían tantas cosas
que ya no sabía ni qué”, me dijo.
- La
atención y su experiencia del parto “¡Fue terrible!” dice la joven madre.
-
Padecimiento actual: Me refiere que el bebé “duerme demasiado y no puede tomar
el pecho”. Lo escucha “ronquito y con llanto débil”. Ha ido varias veces al
servicio de urgencias del hospital donde nació, “me regañan porque no he sido
capaz de alimentar a mi hijo”, afligida me dice.
Exploración:
Peso: 2 Kg. Peso al nacer 2,850. Pérdida de 30% de su peso corporal.
Temperatura 39.9º C.
-Es
admitido a la terapia intensiva. Evoluciona con crisis convulsivas secundarias
al severo desequilibrio hidroelectrolítico y metabólico: hipernatremia, hipokalemia,
hipoglucemia e hipocalcemia. Sin respuesta al tratamiento.
24 de
enero:
Por
teléfono la abuela materna del bebé me dice:
- “El
bebé no quiere comer, rechaza el alimento; COMO QUE EN REALIDAD ÉL NO QUIERE
VIVIR.”
- Que
su hija “sufrió mucho abandono”.
- Que
había “perdido” a una hermana, antes a su padre y después a un tío a quien
Silvia quería mucho (habían muerto).
- Que
el padre del bebé no podía siquiera acercarse al recién nacido, tenía mucho
miedo de tocarlo.
Conmovido,
le digo a la abuela de la criatura que necesito hablar con la madre del niño.
Silvia
me llama por teléfono ese día y me comenta que:
- “El
bebé sigue convulsionando y sin querer comer.”
Le
digo que necesito verla. Va a mi oficina y allí le propongo hacer un ejercicio
de Focusing. Acepta.
Anoté
en el expediente:
“25
enero…: Enfocó Silvia. Se va, sintiéndose mejor.”
1°
febrero:
Vuelven
a consulta a los 24 días de vida del bebé. Ha recuperado el peso con el que
nació.
Su
evolución fue sorprendentemente buena. Antes del Enfoque de su madre el bebé no
había recobrado nada de peso. Al día siguiente del ejercicio había ganado 500
gramos. Ahora está siendo alimentado ¡al seno materno! No hay déficit
neurológico ni patología agregada. Detecto solamente cierta irritabilidad e
hiperreflexia (que desaparecen en las revisiones subsecuentes).
Pasan
años. Habiendo yo olvidado mucho de esta historia a través del tiempo y
desconociendo más aun de ella, un día le pregunto a Silvia qué tanto realmente
había ayudado su ejercicio de Enfoque en relación al problema de su hijo
internado de recién nacido. Su respuesta fue: “¡Hay doctor, nos salvó a los
tres!” (Ella no sólo incluía a su marido, sino también su relación de pareja).
De la
sorpresa que me llevé con su impactante respuesta, le pedí a Silvia que si
sentía que estaba bien, me escribiera su experiencia de todo esto para
compartirla. Accedió y me envió este correo:
“Llevo
a consulta a mi hijo Eduardo H. J. de 13 días de nacido que había dejado de
comer y había presentado temperaturas muy altas de 39 y 40º C.
El
médico lo revisó y nos dijo a mí y a mi esposo que el bebé estaba muy grave y
que debía ser hospitalizado de inmediato. Al escuchar esto me puse muy mal,
sentía mucha culpa, miedo, tristeza y no sabía cómo reaccionar.
Los días
anteriores lo había llevado cuatro veces a consulta al hospital (…). Los
pediatras lo revisaron y en las cuatro ocasiones me dijeron lo mismo: que mi
hijo estaba bien y un poco deshidratado porque yo no supe darle de comer a mi
hijo.
Salimos
del consultorio del doctor y lo internamos al servicio de terapia intensiva.
A la
hora de visita yo no quería pasar, tenía mucho miedo, no sabía cómo ayudar a mi
hijo para que saliera adelante, sólo lo veía y lloraba.
Cuando
le llamé al doctor y le comenté acerca de mi situación, me dijo que fuera a su
consultorio, al llegar me preguntó ¿Cómo te sientes con todo esto? A lo cual le
contesté que muy mal, que me sentía culpable porque no supe cuidar a mi hijo y
que tenía miedo de perderlo. Él preguntó ¿En dónde se siente todo esto? Le
conteste “aquí doctor, en mi corazón”. Me dice que vea si puedo ir hasta donde
siento esa sensación y acompañarla; me pregunta si puedo decirle a esa
sensación que tiene derecho de estar ahí y si puedo preguntarle si quiere
decirme algo. Cuando lo hice, muchas cosas aparecieron en la mente; recordé
cuando un tío mío estuvo internado muy grave y falleció; los problemas que
tenía con mi esposo; el haber dejado mis estudios por mi embarazo. Que me
sentía atada a mi hijo y empecé a llorar.
El doctor
me pregunta nuevamente ¿Cómo, dónde, sientes todo esto que ha venido? Le
contesto: aquí en mis manos. Entonces me dijo: a ver si puedes ir hasta donde
sientes esa sensación y pregúntale si también quiere decirte algo. Le respondí:
“Sí doctor”. Lo que vino fue: “…No quiero estar con mi hijo, quiero que alguien
me lo cuide, lo amo demasiado pero no quiero sentirme atada a él.”
Pasó
tiempo mientras yo atendía esto, ¿cuánto?, no sé. Entonces el doctor me
pregunto ¿Cómo te sientes después de todo esto que ha venido? “Mejor. Quiero ir
a visitar a mi hijo al hospital.”
Cuando
llegué mi hijo estaba con aparatos conectados en todo su cuerpo pero al entrar
me sentí diferente a las veces anteriores. Ahora me sentía llena de ganas de
verlo, de animarlo para que sintiera que lo necesitábamos con nosotros, que lo
amábamos mucho y que luchara por recuperarse para que pronto regresara a su
casa.
Después
de esto le leí un cuento: “EL RANCHO DE PANCHO”. Mientras se lo leía, le
describía los paisajes con mucha gracia y de pronto vi cómo mi bebé se empezaba
a reír, tanto, que su estómago empezó a moverse lo cual me alegró mucho.
Pronto
mi bebe salió de la Terapia Intensiva para estar unos días en el servicio de
Recuperación. Yo lo cuidé todos sus días de estancia en el hospital; día y
noche estaba con él y dormía al lado de su cama.
Todo
esto fue una experiencia dolorosa pero desde ese día que salí del consultorio
del doctor Prado me sentí con muchos deseos de cuidar a mi hijo pues es una
gran bendición tenerlo nuevamente a mi lado”.
Silvia
J.
MI
CUERPO INSTÁNDOME[23] A COMPARTIR EL ENFOQUE BIO-ESPIRITUAL
Ayer
murió P. C. B. Tenía más de 70. Fuimos a la funeraria; allí, con una sensación
extraña en mi vientre, despedí a mi amigo.
Por la
noche voy a la computadora a hacer algunas anotaciones y al hacer un mínimo
esfuerzo para mover la silla siento un tironcito doloroso a nivel sacro, hacia
el lado derecho. Estoy un rato allí, con cierta incomodidad localizada en esa
área, termino mi trabajo y me levanto para ir a la cama. El dolor es más
intenso. No encuentro posición para dormir, tras buscar y buscar, no tengo otra
opción que el decúbito prono (boca abajo) como posición antiálgica. Me quedo
allí preguntándome de qué me quiere hablar mi cuerpo con esta sensación
dolorosa. El cansancio (y un poco de angustia) me impide seguir tratando de
enfocar. Una o dos horas después despierto por el dolor y al buscar otra
posición distinta, el dolor aumenta. Voy al baño con mucha dificultad para
caminar. El dolor recorre toda la nalga, el muslo y la pierna derecha. No puedo
permanecer de pie, regreso del baño con muchísimo dolor, totalmente encorvado,
angustiado y con mayor dificultad aun. Pienso en el trabajo programado para esa
mañana y me angustia no poder siquiera ponerme en pie. Busco la posición
antiálgica previa pero ya no es eficaz. Entonces me doy cuenta que el dolor
recorre todo el miembro inferior hasta la punta de mis dedos. Al atender esto a
la manera del Enfoque viene una palabra: “DOLOR igual a CULPA”. Atiendo cómo se
sienten esas palabras junto con el dolor y viene: “B. se llevó a la tumba el
secreto de su enfermedad” (nadie supo de que había muerto, aun habiendo
recibido la mejor atención posible a nivel nacional y hospitalario en el
Instituto Nacional de la Nutrición). Me quedo con como todo esto se siente
ahora y viene: “Fue ese secreto, el que lo llevó a él a la tumba”. Con esto
viene una pregunta, “¿Por qué no le compartí a “B” más del Enfoque? Tal vez
ello le hubiera ayudado a abrirse a sus cosas inconclusas.” Entonces me doy
cuenta qué era eso de “dolor igual a culpa”. Para entonces la intensidad del
dolor se ha reducido y, admirado de la manera como se había desenvuelto mi
proceso corporal, ¡me quedo dormido! Cuando llega mi hijo de su reunión (2-3 a.
m.) ya me siento mejor, está la sensación dolorosa solamente a nivel del sacro
pero ya no me impide tomar la posición deseada para dormir. Al despertar hago
mis movimientos rutinarios sin ninguna dificultad. Lo único que me limita es mi
temor de que regrese aquél intenso dolor. Sólo ha quedado un inocente dolorcito
que, me doy cuenta, es para hacerme recordar la importancia de todo el suceso.
Siento una enorme gratitud y admiración hacia el Dr. Gendlin y hacia quienes me
han conectado con el Enfoque y la Bio-Espiritualidad. Con ello viene la
determinada decisión de compartir esto y así llevar a otros su inherente
mensaje de salud, dándome cuenta sin duda alguna de que mi ciática es un buen
recordatorio para no quedarme con esta maravilla sólo para mí, sino que puedo
escuchar y darle respuesta a esta invitación de mi cuerpo a experimentar el
Enfoque.
UN
EJERCICIO DE ENFOQUE[24] LA SANA DE UNA OBSESIÓN
DE MUERTE
Me
dice la madre de dos pequeños pacientes de tres y ocho años, que de cierto
tiempo acá ha estado cada vez más angustiada pensando que algo terrible va a
pasarle a cada miembro de su familia. Que basta un comentario, una noticia o
casi cualquier cosa, para que aparezca en ella la idea de que algo catastrófico
se está cerniendo sobre ellos. Que eso está produciendo problemas en todos los
aspectos de su vida y que ya no puede seguir viviendo de esta manera, pues ello
está afectando su vida laboral, familiar y su relación de pareja.
Yo la
invito a enfocar y acepta. Le comparto algunas historias de Enfoque, le explico
algo sobre el procedimiento. Entonces comenzamos.
Cuando
ella está enfocando yo veo ciertos cambios en su cara lo que me dice que está
contactando algo en las profundidades de su ser.[25]
Me
refiere imágenes, luces, sensaciones y cosas para ella inexplicables. Hay
ciertos gestos de incomodidad por momentos. Yo la animo a que se mantenga en
contacto físico, corporal, afectuoso, con lo que esté viniendo, sin tratar de
comprender, de analizar, de interpretar, sino solamente sintiendo y recibiendo
lo que sea que esté viniendo.
Cuando
terminamos el ejercicio la veo extrañada, por momentos como desilusionada y
hasta como defraudada, pues me dice: “Yo esperaba que me viniera algo como lo
que me comentó en sus historias de Enfoque, pero nada vino.” Yo le digo que
aunque para ella no haya venido nada claro ni con sentido lógico alguno, yo
sabía que había estado enfocando.
Se va
a casa. Una semana más tarde y en lugar de simplemente comenzar a enfocar a
partir de cómo se está sintiendo, entusiasmada me comparte:
“Qué
cree doctor. Desde hace ocho días que estuve aquí con usted han estado pasando
cosas que me han dejado admirada. Usted recordará que casi todo lo que pasaba
en mi vida me llevaba al pensamiento obsesivo de que algo trágico estaba por
sucedernos a mi familia y a mí… Pues esta semana con todo lo que me ha pasado
no ha aparecido ese patrón, aún con las cosas intensas que he estado viviendo:
El día
siguiente que estuve con usted, un médico muy querido y que siempre me animó a
seguir adelante en las circunstancias dolorosas de mi vida, falleció
repentinamente. Yo lo acababa de ver unos días antes. Pude ir a su funeral para
despedirme de él. Nada funesto me vino en relación con mi familia.
Este
pasado fin de semana, el hijito de uno de los gerentes de la empresa donde
trabajo, estaba jugando. De pronto no se sintió bien, le dieron un medicamento
y como no había respuesta lo llevaron al hospital. El niño, de la misma edad de
mi hijo menor, murió en el camino. La secretaria del gerente me comentó que su
jefe creía que había sido el medicamento que le dieron lo que produjo la muerte
a su hijo y que nunca le fuera a dar ella a su hijo ese medicamento. Entonces
yo recordé que a mí me había dado siempre miedo darles ese medicamento a mis
hijos. Con todo lo que eso significaba para mí, permanecí sin mi patrón
obsesivo.
Hace
ocho días, justamente cuando regresaba a casa de mi sesión de Focusing me
encontré con estos hechos. Por la mañana había ido un hombre a lavar la
cisterna del condominio. Como era ya de noche y no regresaba a su casa, fue su
esposa y sus hijos a preguntar si lo habían visto. Nadie les dio razón, así que
fueron a la cisterna y lo encontraron ahogado. ¡Ya se imaginará el impactante
cuadro que había en el patio y el estacionamiento! Mis parientes estaban muy
impactados por el suceso y a la vez angustiados pensando que aquello me
afectaría de una manera tal vez irreversible. Yo pude estar presente y aún
acompañar a la esposa y a los hijos del hombre ahogado en su indescriptible
horror y dolor. Lo que ahora me parece increíble fue que pude asistir a todo
eso sin sentirme afectada en mis propios problemas, con mi mente
catastróficamente obsesiva.
Otra
cosa que me pasó en estos días es que una compañera de trabajo que está en su
menopausia nos dijo a la hora de tomar el café: “Tal vez ustedes piensen que yo
estoy loca, pero ahora que tengo mis síntomas como bochornos, palpitaciones y
otras cosas, acompaño a mi cuerpo y le digo que está bien que me hable a través
de esas sensaciones y que lo voy a escuchar con cariño.” En esos momentos
doctor, recordé mi experiencia de Focusing de hace ocho días y le dije: “Yo sé
muy bien de qué estás hablando, para mi tú no estás loca, uno tiene que
aprender a escuchar lo que le dice su cuerpo”. Entonces pude claramente relacionar
mis cambios con el ejercicio de Enfoque que hicimos aquí hace una semana...”
Ella
había consumido todo el tiempo compartiéndome sus experiencias post-enfoque,
así que sólo nos tomamos unos momentos para darnos cuenta cómo llevábamos de
una manera sentida todo esto, ella como quien enfocó y yo como su acompañante
en el proceso. Coincidimos en sentir el Enfoque como un inestimable regalo
mutuo dejando para la siguiente semana la continuación de su proceso de aprendizaje
y práctica del Focusing.
ATENDIENDO
–MIENTRAS ESTÁ MURIENDO[26]-, UN ASUNTO QUE, POR AÑOS, LE HA ESTADO DRENANDO VIDA
Una de
sus relaciones más significativas había sido desgarradoramente rota años atrás.
Su
hermana había muerto por cáncer de ovario hacia unos cuatro años.
En
ella, al principio, los síntomas fueron también “inespecíficos”.
Estuvimos
en contacto telefónico por varios meses mientras me comentaba que iban
acentuándose sus problemas de salud, que diversos diagnósticos con sus
respectivos tratamientos se sucedían y que si bien ella seguía fielmente las
prescripciones médicas, no sólo no sentía mejoría alguna, sino que estaba cada
vez más débil y asustada.
Durante
ese tiempo le propuse hacer ejercicios de Enfoque para atender cómo se sentían
no solamente sus síntomas, sino los aspectos emocionales, psicológicos y
espirituales experimentados desde su condición personal, familiar, etcétera.
Llegó a enfocar, esto es, a conectar y atender, mediante esta técnica/proceso,
varios aspectos de su cada vez más deteriorada condición.
Finalmente,
mediante laparotomía le encontraron el tumor primario con metástasis por todo
el abdomen. Ya no había nada que hacer ni médica ni quirúrgicamente. El
diagnóstico fue cáncer de ovario y la estirpe histológica la misma que la de su
hermana antes fallecida.
Vino
la siguiente fase, ya sabiendo lo que estaba enfrentando.
Al
llegar el momento del adiós, fuimos convocados por ella. Era una reunión de
familia.
Previamente
había decidido todo lo que debería hacerse en su despedida: Estaría muriendo en
su lecho, rodeada de sus seres queridos.
Entramos
a su habitación. Indicó que se prendiera un cirio, que una de sus hijas leyera
las oraciones que ella previamente había elegido para ese momento.
Antes
de comenzar aquel rito de despedida nos dijo: "Después de todo lo que
vamos a hacer, quiero que salgan todos y que me dejen a solas con Juan."
Esta
declaración me sorprendió. Yo estaba inquieto por tan incontestable
requerimiento. Al terminar la reunión dijo: "Ahora sí, déjenme a solas con
Juan." Todos salieron.
Su
apariencia era entre estar dormida y muriendo. Me acerqué un poco más a ella
para escucharla mejor, pues su voz era muy débil.
Fueron
momentos de un intenso silencio. Finalmente yo lo rompí diciéndole: "Bien
_____ (su nombre), dime… ¿qué quieres que hagamos ahora?"
Ella,
con voz pausada y como desde una convicción absoluta me dijo: “Tú sabes.”
Me
quedé perplejo. No esperaba en absoluto esa respuesta. Pero no era momento para
investigar, menos para discutir. Entonces recurrí a la sensación-sentida en mi
cuerpo acerca de la globalidad de la situación que yo estaba viviendo, y desde
una sensación interna como de temor/temblor, le sugerí: "C… _____ querida.
Quiero que veas si hay algo en tu vida que se sienta bien atender ahora… Si
encuentras algo así, por favor, dímelo.”
Permaneció
callada unos 30-40 segundos y entonces me dijo: "Sí. Hay algo…, sé qué
es." ¿Es algo doloroso?, ¿difícil? “Sí” -me responde tras una breve pero
significativa pausa-. Ve –le digo- si puedes encontrar el lugar donde llevas todo
esto. Viene otro significativo silencio y pone suavemente su mano sobre su
pecho. Entonces le digo: Tal vez ese lugar necesite de una compañía delicada,
amorosa, ¿podrías ofrecérsela? Hay otro breve silencio y me dice: “Sí”. Se
queda allí como en un profundo encuentro con su asunto físicamente sentido por
varios minutos. Sus facciones cansadas pero serenas se fueron haciendo más
suaves aún con todo y el dolor físico presente. Vino un leve suspiro mientras
parecía estar sumergida en una profunda contemplación. Tras unos momentos me
dice: “Ya todo está bien… Gracias Juan”. Se queda respirando suave,
pausadamente. Le dejo por despedida un beso y salgo, conmovido, de la
habitación.
Antes
de 24 horas, ella había muerto.
Lo que
nos dimos mi prima y yo es de un valor inestimable. Ella mostrándome que nunca
es tarde para atender algo inconcluso; yo animándola a atender a la manera del
Enfoque aquello que había estado drenándole vida.
Qué
gran privilegio y regalo es estar presente y ayudar a alguien a morir con serenidad
y con tan imperturbable paz.
Hay
una bella conclusión de esta historia. Se trata de unos correos que recién me
envió la menor de las tres humanas. El primero dice así:
Hola
mi querido primo. Muchas gracias por lo que me enviaste de Focusing. Es muy
interesante. Y esto que leí de Cleme nunca me lo hubiera imaginado. Yo sabía
que tenía algo muy fuerte dentro… (Ella) me repetía: “¡No puedo, no puedo! Y yo
le decía ¿Qué es lo que no puedes? “Perdonar, ¡no puedo perdonar!” Y yo me
imaginaba qué, pero ella nunca me lo quiso decir. Muchas gracias… por haberla
ayudado a bien morir. Te agradezco en el alma lo que hiciste por ella. Gracias
a Dios y a ti. Te quiero...” Isabel.
Y
cuando le pedí su autorización para compartir la historia de su hermana junto
con su correo me escribió:
Antes
que nada quiero comentarte que cuando leí todo lo que me enviaste relacionado a
Cleme, se me hizo un nudo en la garganta y empecé a llorar. Se me vinieron los
recuerdos y seguí leyendo todas las historias…. Cuando terminé me regresé y
re-leí lo de Cleme y de nuevo me desahogué. Sentí una inmensa alegría por la
ayuda que recibió de ti, pues encontró esa paz que ella tanto deseaba. Yo
también sentí paz interior y tranquilidad. De nuevo gracias mil primo
querido!!!!! Y por supuesto que tienes mi autorización de comentar lo vivido
con mi querida Madre-hermana Cleme…”
Isabel
había quedado muy traumada después de la muerte de sus dos hermanas por cáncer
de ovario (su madre también había tendido cáncer), viviendo ella con el
permanente temor de padecerlo y morir de lo mismo. Por ello es que estas
palabras suyas con las que concluye su correo cobran un especial significado:
“Todos
tenemos que partir. Antes yo temía a la muerte, pero ahora no primo, estoy en
LAS MANOS DE DIOS y me iré cuando él lo decida.”
181).-
30-VII-97: EXPERIENCIANDO MI PROPIA MUERTE
Voy
camino al trabajo sintiendo algo como agobio, desesperanza, desilusión,
fracaso. Atiendo cómo y dónde se siente esto y es en los hombros, es como una
pesada carga. Mientras paso bajo el edificio que está en construcción viene la
frase: “Es como estar muriendo”[27] . Del estremecimiento al
Cambio-sentido hay sólo un instante; lo siento por todo mi cuerpo. Es como
liberarme de una ponzoña envenenada... paradójicamente al venir esas palabras
experimento una enorme liberación. La pesada carga es ahora un ‘carga ligera’
totalmente distinta al significado que para mi mente tiene la muerte: horror,
miedo, disolución, extinción…, mi estar muriendo ahora se ha hecho accesible a
mi experiencia corporal, sentida despejándose mi panorama interior. La
experiencia en el cuerpo de estar muriendo-re-suscitando se ha unificado como
la cosa más natural. En cambio, la distancia entre morir y vivir es abrumadora
para mi mente. La muerte para mi cuerpo es como cualquier otra cosa. Al
acogerla física, corporalmente, permanezco vivo, sin disolverme, sin
aterrorizarme. Y aquí estoy, sintiéndome más íntegro que antes de contactar
sentidamente con ella. Así que seguí caminando a mi destino diciendo: ¡Bendita
experiencia!
_____
SEPT.
96. ENFOCANDO[28]
CON ASUNCIÓN QUE TIENE CÁNCER
Hace
unos días la operaron de cáncer en el Instituto Nacional de Cancerología. La
visito allí. Los cirujanos no habían podido resecar el tumor que invadía su
vientre. Durante la intervención le seccionaron un uréter al tratar de
disecarlo del tumor canceroso, al corroborarlo decidieron llevar a cabo una
segunda intervención.
Al ir
a verla al hospital mi esposa y yo la encontramos irreconocible. Apenas si
puede hablar, así que las palabras casi salen sobrando. Pero podemos hacerle
patente nuestro cariño, con nuestra presencia. Salgo de visitarla
pensando que está por llegar el fin de su vida.
Al día
siguiente llamo por teléfono al hospital para saber de su estado y me dicen que
fue dada de alta pues ya no había nada más que hacer. Con temor llamo por teléfono
a la casa donde vive. Me contesta sin energía, parece abatida, sin esperanza.
Algo dentro de mí me lleva a preguntarle si hay algo en su vida que sienta como
atorado, quizá algo emocionalmente doloroso, irresuelto… En lágrimas y sollozos
ella recuerda vívidamente y una por una, la muerte de dos queridísimas personas
jóvenes que para ella fueron, me dijo recalcando las palabras, amigos
verdaderos. El vínculo con cada uno de ellos había sido muy profundo, muy
auténtico, y sus muertes, dolorosísimas, absolutamente inconcebibles e
incomprensibles para ella y sin haber tenido a nadie que le ayudara a
procesarlas. Acoge, con mi propuesta, sus sentimientos de dolor por cada una de
esas pérdidas. Con ello viene: "No comprendo nada." Acepta ir a su vientre
donde está el significado sentido de la frase y se queda ahí, sosteniendo,
acogiendo, abrazando ese lugar por unos minutos. Viene un profundo suspiro y
con él un cambio sentido que yo puedo sentir desde el otro lado de la línea
telefónica. Ella se queda agradeciendo por el regalo que ha recibido, mientras
yo, impactado, me despido de ella...
Llamo
por teléfono pocos días después y tranquilamente me dicen que no está. Antes de que pueda yo pasar saliva agregan
"por primera vez desde que salió del hospital, fue caminando a la tienda,
por leche". De esto hace tres años. Ayer (5-VI-99) ella me llamó
diciéndome ¡que está muy bien! Seguimos comunicándonos por años. Hace unos días
me dijo que felizmente sigue trabajando: 3 VI 2004.
Al
preguntarle en algún momento si sentía que había sido de utilidad aquél
ejercicio que hicimos, me dijo: "¡Hay compadrito, en esos momentos comenzó
mi curación!"
¡¿Qué
se puede agregar?!
_____
A manera de conclusión
Cuando a partir de la pérdida de un ser
querido el doliente tiene la suerte de tener cerca a alguien para quien él y su
pena son importantes, alguien que le permita estar con ese dolor -en lugar de
sólo darle las condolencias del caso o que sólo trate de consolarlo o de
cambiar sus sentimientos dolorosos por otros “mejores”-, esa compañía puede ser
aún más relevante si nos invita y nos anima a atender nuestro sufrimiento, a ir
dentro y sostenerlo allí donde lo llevamos, permitiéndole decirnos “lo que nos
tiene que decir”, sin tratar de atenuar, sin aconsejar, y sin espiritualizar la
experiencia dolorosa con una agenda que no es la nuestra y en la que no hay
ningún espacio para el proceso que buscan los seres humanos cuando se
encuentran (Gendlin). A esta manera de
atender lo que en nosotros es el Proceso vida-muerte-vida, le llamamos Focusing
y Escucha Activa, Sanadora, Bio-Espiritualidad. De eso tratan las experiencias
vertidas en este escrito, cuyos efectos vienen en primer lugar de esa calidad
de interacción humana que todos podemos aprender, y más profundamente, de darle
esa misma calidad de atención, de escucha y de acogida a nuestras pérdidas, lo
que nos sitúa en lo que hace la sabiduría del cuerpo cuando asume la realidad
como lo hace cada célula que está muriendo sin juzgar el hecho ni como pérdida,
ni como absurda extinción.
Así
que a similitud con lo que hace nuestro cuerpo, el Enfoque Bio-Espiritual lleva
a cabo el procesamiento de nuestros duelos permitiéndonos asumirlos, dando así
origen, desde el dolor, a un tipo de desarrollo que no podría darnos ninguna
experiencia que deje fuera algo de la totalidad humana que somos y que mediante
el Focusing llevamos adelante a partir de nuestros procesos fisiológicos que
ahora y a tono con los más recientes descubrimientos tanto en la biología como
en la física cuántica y otras disciplinas, puedo llamarle
psico-neuro-inmuno-endocrino-espiritualidad en Movimiento.
De
esta manera podemos experimentar desde nuestras entrañas que vivir-morir-vivir
es tan natural como un anochecer… tan natural como un amanecer... (P. A. Campbell).
[1] Juan B.
Prado Flores. Médico pediatra neonatólogo. Exjefe del servicio de Cuidados
Intermedios Neonatales del Hospital de Gineco-Obstetricia No. 4 del IMSS,
México, D. F. Miembro del Institute for Bio-Spiritual Research,
http://www.biospiritual.org . Miembro y Professional Associate de: The Focusing
Institute http://www.focusing.org/. Miembro de la Asociación Mexicana de
Psiconeuroinmunoendocrinología (AMPNIE, A. C.). Profesor de Focusing del Centro
Cultural Ítaca http://www.desarrollohumanoitaca.com/, Profesor de Enfoque
Bio-Espiritual de: CREE, A. C., http://www.creeac.com.mx/, de la Universidad
Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP)
[2] El cuerpo fue
desarrollándose gracias a que el huevo primordial estaba comprometido a
plenitud con su propio proceso de desarrollo. La estructura corporal no solo
está en construcción sino también mantenida por procesos en marcha que, si se
detienen, el cuerpo se desintegra: E. T. Gendlin. A Process Model, http://focusing.org/process1.html
[3] “…Los cuerpos humanos
experimentan sus situaciones inmediata y directamente y no sólo a través de la
pantalla interpretativa de lo que percibimos o pesamos que está pasando…”: E.
T. Gendlin, en Focusing en Psicoterapia, Barcelona, Paidós 1999, p. 417. “Esta
interacción es la forma primaria de vida. Su ausencia perturba el carácter de
cualquier forma orgánica de estar en el mundo”: T. Barceló, en Alemany C.,
Manual Práctico del Focusing de Gendlin, Desclée, 2007, p. 118. De esa
interacción desde un estado de casi inexistencia, deficitaria y puesta
nuevamente en marcha, es de lo que tratan estas historias.
[4] Desde la primera célula
que existió, todo ser viviente tuvo, tiene y tendrá (tendremos) que “presentar
esta asignatura”, sea que la experimentemos día con día o que esperemos llenos
de pánico, que venga.
[5] Briuce Lipton La
biología de la creencia, ed. Palmyra.
[6] Se considera la
apoptosis como un mecanismo fisiológico de muerte, inherente al desarrollo
celular, que se desencadena por diversas señales, las cuales pueden ser
fisiológicas, o por estimulaciones ambientales exógenas. Al actuar estas
señales sobre receptores específicos de la superficie celular y causar la
activación en cascada de ciertas proteínas citoplasmáticas, trae como resultado
la activación de un programa genético que conduce generalmente a la nucleólisis
por acción de las endonucleasas. Este mecanismo interviene en importantes
fenómenos fisiológicos como: la embriogénesis, el mantenimiento de la
homeostasia, la renovación tisular, el desarrollo y funcionamiento del sistema
inmunitario. Ver Rev Cubana Oncol 1997;13(2):126-134.
http://www.idibell.cat/es_grups_recerca/view.php?ID=15
[7] Quizá el punto de
partida más básico que tenemos que aprender al respecto es que no es posible
procesar el dolor humano desde el acontecimiento traumático del pasado que lo
originó ni desde lo que a partir de él ya no podrá llegar a ser (futuro), sino
desde cómo el cuerpo lo está cargando (ahora). Permanecer, ya sea en el
traumático pasado o en ese cancelado futuro, sólo nos conduce a callejones sin
salida (Gendlin). Y si pasamos mucho tiempo con ello, podemos convertirlo en un
nuevo circuito cerebral que produce químicos como encefalinas y endorfinas que
anestesian el dolor, así como catecolaminas y hormonas de estrés, citoquinas
proinflamatorias, etcétera, que paradójicamente, pueden transformar nuestro
sufrimiento en adicción. En cambio, cuando atendemos el lugar físico donde el
cuerpo lleva el trauma, estamos comenzando el proceso -desde nuestras sabias
instancias fisiológicas- de avance en su resolución.
[8] Ver Gendlin ET.
Focusing. Proceso y técnica del enfoque corporal. Ed. Mensajero. España. 1982,
Se trata de uno de los trabajos más exquisitamente diseñados y desarrollados
bajo los más rigurosos presupuestos científicos y la genial investigación
filosófica que están dando origen a un nuevo paradigma en la historia de la
humanidad.
[9]
Ver en: McMahon EM. Beyond the myth of dominance: an alternative to a violent
society. Sheed
& Ward. 1990. (Traducido al español por CREE A. C.
http://www.creeac.com.mx/www/index.php?option=com_contact&Itemid=3) Los
frutos que en la Bio-Espiritualidad ha estado produciendo el proceso del
Focusing durante más de cuarenta años, incluidas estas historias.
[10] Ver El código del
Universo de Heins R. Pagels de Ed. Pirámide.
[11] Ver Briuce Lipton La
biología de la creencia, Ed. Palmyra.
[12]
Afortunadamente lo que sucede durante el proceso del Enfoque está fuera del
control tanto del que enfoca como de quien facilita el proceso. Precisamente
por ello puede surgir la duda (mental) de si aparecerá y será llevado adelante
dicho proceso. El aprendizaje básico de quien acompaña a otra persona a atender
sus asuntos detenidos es saber, de una manera experiencial, que todos contamos
con los recursos interiores necesarios para llevar adelante nuestros asuntos
detenidos.
[13] Gendlin descubrió que
para que un asunto se mueva hacia la resolución necesita llevarse a cabo la
interacción entre el asunto físicamente sentido, en este caso situado “en mi
pecho” con un símbolo “…es mi hijo”. Este proceso se potencializa enormemente
mediante el afecto humano que propicia que se desenvuelva el autoproceso que
somos.
[14] A este cambio, el autor
del Focusing le denomina cambio corporal sentido (bodily felt shift), que a la
luz de los progresos recientes en el descubrimiento de la transducción en la
membrana celular, epigenética, y física cuántica podemos explicar, constatando
que ese cambio en la personalidad casi instantáneo, afecta positivamente al
individuo humano como totalidad y a su relación con su mundo, mundo que es todo
cuanto existe. Ver http://www.focusing.org/personality_change.html
[15] “Al experienciar desde
el referente directamente sentido, deseo denominarlo <referente
directo>... Es menos aparente pero aun fácilmente comprobable por
cualquiera, que este referente contiene significado…, un significado sentido”:
Eugene T. Gendlin. University of Chicago, en A Theory
of Personality Change. 1964. http://www.focusing.org/personality_change.html
[16] Esta historia se encuentra en: Descubre tus recursos de
desarrollo: 19 de junio del 2011 http://juanb-descubretusrecursosdedesarrollo.blogspot.com/search?updated-max=2011-06-23T08:03:00-07:00&max-results=7&start=10&by-date=false.
[17] Ana había recibido de
mí, un curso de Enfoque Bio-Espiritual y se había dado cuenta de una manera
experiencial, de qué realmente se trata tal ejercicio-técnica-proceso.
Generalmente al focalizar el significado sentido de algún asunto, viene una
progresión gradual del proceso como se puede ver en muchas de las historias
aquí descritas. En cambio, en la historia de Ana vemos la dramática irrupción
-como temblor, dolor, lágrimas- en su conciencia corporal, del
"material" por años reprimido, que, atravesando la zona limítrofe
entre preconsciente/consciente e interactuar con el símbolo (la imagen-recuerdo
de su padre muriendo en el hospital) da lugar a la resolución instantánea de la
dolorosa historia sin procesar que su cuerpo seguía llevando.
[18] Lo que en Medicina
llamamos “síntoma” como manifestación subjetiva de enfermedad y que orienta al
clínico hacia entidades nosológicas específicas, ha sido en esta historia (y de
hecho siempre lo es) una vía de
inestimable valor para desentrañar la historia aun no escuchada que al ser
asumida trae consigo integración, nuevos significados, nuevos comienzos.
[19] El relato de esta
experiencia con más detalles, se puede ver en la siguiente liga Web: Prado FJ. BEFRIENDING FEAR: A STORY TOLD FROM TWO ANGLES The Folio 20 (12) 2007,
92-94. http://www.focusing.org/folio/Vol20No12007/11_BefriendingFear pdf
[20] La experiencia de
focalizar implica cuatro niveles de interacción: el fisiológico, la interacción
con el entorno, la interacción con quien facilita el proceso y la habilidad
para simbolizar el proceso dando lugar a un cambio sentido que trae un cambio
en toda la psico-neuro-inmuno-endocrinología-espiritualidad de quien enfoca.
Estos movimientos se encuentran en todas y cada una de las historias de Enfoque
relatadas en este trabajo. Los mecanismos psicobiológicos mediante los que el
estrés es resuelto en cada situación se pueden revisar en El procesamiento del
estrés y sus efectos sobre nuestros mecanismos PNIEndocrinos http://bibliotecaparalapersona-epimeleia.com/greenstone/cgi-bin/library.cgi?e=p-01000-00---off-0presenta--00-1----0-10-0---0---0direct-10---4-------0-1l--11-es-50---20-about---00-3-1-00-0--4--0--0-0-11-10-0utfZz-8-00&a=d&cl=CL1
[21] Esta historia puede ser
vista en: Focusing in a medical practice. Staying
in Focus. VII, (2), May 2007.* By JUAN B. PRADO FLORES, M.D., Mexico. English
(PDF 406KB) http://www.focusing.org/newsletter/may2007/may_2007_newsletter pdf
[22] La acuciosa
investigación y el genial talante filosófico de Gendlin han dado cuenta
claramente de que los cambios que acaecen en quien hace el ejercicio de
Focusing no sólo vienen en relación al asunto propiamente enfocado, sino que
afectan positivamente otros muchos aspectos en la vida de la persona y aún su
entorno. A esta característica del Focusing él le llama “Aplicación Global”:
“…Se puede estar seguro de que para cada relación o aplicación que el individuo
piensa explícitamente, hay miles de significados en los que no piensa, pero en
los que algo, sin embargo, ha cambiado”, reestructurándose así la personalidad.
Ver http://www.focusing.org/personality_change.html. Hay una versión en español
hecha por mi amigo chileno Edgardo Riveros.
[23] Es imposible saber a
dónde nos está llevando cada paso del proceso de cualquier ejercicio de Enfoque
y menos aún predecir a dónde vamos a llegar. Sólo retrospectivamente tomamos
consciencia de ello al darnos cuenta que cada movimiento y el proceso en su
conjunto han tenido, sentido, dirección, propósito, al haber llevado adelante
el asunto, problema, situación o acontecimiento, accediendo así a un nuevo y
liberador significado.
[24] Lo relatado aquí parece
ir a las profundidades de la Teoría del Enfoque de Gendlin. Para mi amigo,
Bruce Nayowith M. D., estudioso de las diversas formas de conocer que tiene el
ser humano, me dice que una posible explicación es que el cerebro del que
facilita el proceso (en este caso el del autor de este trabajo) está
funcionando en una frecuencia menor a la habitual, la cual es transmitida a
quien hace el ejercicio de enfoque y que esto facilita una apertura a lo que
está por venir, esto es, la resolución de asuntos que de otra manera serían
inaccesibles. Nayowith me lo dice en estos términos:
"Estimado
Dr. Juan, acabo de leer tu muy interesante archivo. Wow! ...estoy de acuerdo
que ALGO pasa durante el Focusing que es muy profundo.
...Hay otros
canales además del sentido corporal. Algunas personas han tenido experiencias
de saber algo que no son un sentir corporal... y estas cosas VIENEN durante el
proceso de poner atención adentro, porque (¿quizás?) el cerebro está operando
con una frecuencia más lenta que la normal. El que escucha y el que hace
Enfoque hacen una pausa y se abren a lo que va a venir. Puede ser que tú tengas
algunas ‘capacidades especiales.’
Me parece que
cuando tú escuchas MIENTRAS al mismo tiempo la otra persona ofrece su atención
dentro de su cuerpo, un tipo de puente o conexión se forma entre tú y la otra
persona (y con algo del espíritu) -algún canal o frecuencia que tú puedes
recibir, o tener un tipo de conexión en varias formas:
- captando
cambios en el rostro de la otra persona que tienen correspondencia con algo que
está pasando dentro de ella. ¿Arquetipos?
- un sentido
de presencia de fuerzas o energías espirituales (de Dios o algo malo o de algo
sagrado)
- y quizás
hay un tipo de trasmisión de energía o algo muy saludable (healing). Porque me
has descrito muchos casos de sanación de problemas muy profundos, muy hondos -¡EN
UNA SOLA SESION de Enfoque! esto es un nivel de "éxito" muy raro, ¿no
lo piensas tú así? ¡Los casos que me mandaste son milagrosos en verdad!
Pienso que lo
que está pasando es algún tipo de intercambio de energía saludable...
Me parece que
tú tienes el "regalo" de poder ofrecer "algo de Dios" a
otras personas durante el proceso de Focusing. Pero lo que allí pasa es más de
lo que generalmente sucede en una sesión de enfoque entre otros compañeros de
enfoque.
Quizás tú
trasmites y recibes otras frecuencias. Una persona que está teniendo una visión
de salud, o de amor, puede trasmitírsela a otra persona (porque en un nivel
profundo todos estamos conectados) - O ¿quizás hay un puente de sanar que abre
cuando la persona enfoca dentro de sí misma y tú la enfocas a ella?
Hay algunas
teorías de cómo se da esto. Stan Grof describe varios niveles -el biográfico,
el prenatal, el transpersonal (vidas del pasado, experiencias espirituales)
.....
Los problemas
pueden tener sus raíces en uno o más de estos niveles...
Jane Bell,
una maestra de Focusing, me dijo que aquellos a quienes acompaña ella, muchas
veces tienen experiencias shamánicas (ella ha hecho muchas jornadas
shamanicas). Quizás ella está transmitiendo o recibiendo en estas frecuencias.
Sin duda, el Enfoque es diferente cuando Jane escucha, que con otro
acompañante. Y nunca dice Jane nada de su interés en el shamanismo, nunca les
da Jane sugerencias de shamanismo tampoco.
Rudolf Steier
(que fundó las escuelas Waldorf) tenía la capacidad de la visión espiritual.
Con ésta, podía saber muchas cosas que eran invisibles a muchas personas...
¡Muy
interesante! Y más importante, ¡tú has sido bendecido (blessed) con este regalo
tan bueno! Conozco a muchas personas con dones diferentes o capacidades
especiales, pero no conozco a ninguna otra en la comunidad de Focusing con esto
como tú. Quizás las hay, pero no las conozco.
He tenido
experiencias espirituales de vez en cuando, pero de tipos diferentes a las
tuyas.
Ya es tarde,
mejor que me acueste ahora...
Hasta pronto,
Bruce”.
[25] Algo que
definitivamente estimula la práctica de acompañar a otros a enfocar es el
desarrollo tanto de las habilidades intuitivas como del funcionamiento de las
llamadas neuronas espejo o neuronas de la empatía. El filósofo, psicoterapeuta,
autor, coordinador del Instituto de Focusing de España Tomeu Barceló Roselló me
escribió tras compartirle ésta y otras experiencias al acompañar a enfocar:
“Me gustaría
transmitirte que tu carta me emocionó y realmente sentí conexión con algo que
me suele suceder y a veces le encontramos pocas explicaciones racionales.
Llevo años
intentando, como filósofo, discernir sobre esta experiencia que ocurre en
nuestro cuerpo cuando realmente estamos presentes con/junto al otro y me parece
que la empatía corporalmente sentida es la máxima expresión del acompañamiento.
He publicado
mis conclusiones en la revista Miscelánea Comillas. Revista de Ciencias Humanas
y Sociales de la Universidad Pontificia de Comillas, Vol 66 (2008) núm 128 en
un artículo que se titula "Cuerpos que escuchan. El acontecer de la
empatía desde el proceso del enfoque corporal". También en el libro
ALEMANY, C. (2007) Manual práctico del Focusing de Gendlin, de la editorial
Desclée, hay un capítulo que escribí sobre Focusing y empatía y pronto se va a
publicar un nuevo libro mío sobre ese asunto en la editorial Desclée que lleva
por título "Entre Personas. Una mirada cuántica a nuestras relaciones
humanas" (me dicen que va a salir en diciembre).”
Y en relación
a otro material que le envié y que se encuentra en mi blog (ver: Una aluminita
de Enfoque "acompaña" a su papá, 22 sept. 2011), me dijo, entre otras
cosas: “Maravilloso documento. Veo que tienes una extraordinaria capacidad para
esta empatía experiencial y deseo que continúes acompañando los procesos de las
personas que más lo necesitan.
Un abrazo
Tomeu
Barceló”.
[26] “Por tanto, con sumo
gusto seguiré gloriándome, sobre todo en mis debilidades…pues cuando soy débil,
es entonces que soy fuerte”: 2 Corintios 12:10, B. J. Palabras que pueden
resultar incomprensibles y hasta absurdas. Sólo el propio experienciar nos
permite reconocer su veracidad, invitándonos a descubrir de dónde vienen y a
dónde apuntan las experiencias de Pablo de Tarso que les dieron origen y que
llegan a su plenitud en nosotros al darnos cuenta que el mensaje de cada una de
nuestras “debilidades” es estar gloriosamente muriendo acogidos (como las
células en apoptosis de nuestro organismo) amorosamente, en el seno de un
Cuerpo Más Grande.
[27] Lo que hace diferente
el proceso del Enfoque es que al interactuar el significado sentido con el
símbolo ’es como estar muriendo’, se
experimenta un cambio que indica que el significado de lo que estábamos
viviendo ahora es diametralmente distinto al anterior, con todo y lo impactante que el símbolo pueda ser para
la mente.
[28] Entre una contracción
cardíaca (sístole) y la siguiente, nuestro corazón tiene un Periodo refractario
relativo en el que un estímulo normal no logra una nueva contracción pero sí un
estímulo supranormal, es decir, una descarga eléctrica muy fuerte. El corazón
tiene también un “periodo refractario absoluto” en el que sea la descarga de la
intensidad que sea, no se contrae; en ese espacio entre latido y latido nuestro
corazón está muerto. Lo que hace
diferente el proceso del Enfoque es que al interactuar el significado sentido con
el símbolo ’es como estar muriendo’, se
experimenta un cambio que indica que el significado de lo que estábamos
viviendo ahora es diametralmente distinto al anterior, con todo y lo impactante que el símbolo pueda ser para
la mente.