jueves, 9 de junio de 2011



CUÁNDO Y CÓMO ABANDONAMOS

-EN SU DOLOR-

A NUESTROS NIÑOS Y CÓMO REVERTIRLO

Juan B. Prado Flores·


“No tenemos que preguntarnos si un síntoma
 es físico o  psicológico, toda
experiencia humana entraña ambos”

Eugene T. Gendlin1



Introducción

Nuestro cuerpo es resultado de un trabajo evolutivo continuo de unos 13,7 mil millones de años. Por fantástico, el dato casi no nos dice nada por lo que preferimos olvidarlo junto con todo lo que contiene, expresa y significa. Sólo que esta omisión -como veremos-, tiene enormes repercusiones no únicamente en nuestra vida diaria, sino particularmente en lo que más queremos y cuidamos: nuestros hijos.

Experiencias “menos que nutricias”

Revisemos algunas cifras reveladoras acerca de los eventos intrauterinos que la mayoría de los seres humanos hemos vivido durante nuestra propia gestación:
El Fondo para la Población de Naciones Unidas (UNFPA), estima que en el 75 % de los casos, el embarazo no es una buena noticia para la gestante cuando se descubre encinta2. Así que ésta puede ser la historia de rechazo que en común sufrieron (¿sufrimos?) unos 5,250 000 000 de seres humanos que habitamos actualmente el planeta. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud3 (OMS) al un segundo -y último- dolor son sometidos 50 millones de seres humanos en gestación año con año a lo largo y ancho del Planeta mediante maniobras abortivas. Se calcula que anualmente cerca de 500.000 embarazos se complican anualmente con problemas psiquiátricos que surgen durante el embarazo o que encuentran una vía de expresión durante el mismo4 con las repercusiones que ello tiene sobre el embrión, el feto, el recién nacido y por supuesto, en el curso de la vida del individuo humano. Desconozco cómo afecta a nivel bioquímico al producto de la concepción el que el progenitor haya jugado un papel exclusivamente biológico al engendrarlo, pero podemos acercarnos al dolor producido en tan temprana pérdida y a las carencias secundarias a ello, al saber que en nuestro país, de cada tres bebés que nacen, uno de ellos nunca escuchará el tono grave de la voz de su padre, nunca será mecido en sus brazos transmitiéndole así confianza en la vida; menos aún recibirá de él una palabra amorosa, una expresión de cariño que le haga sentirse profundamente comprendido, profundamente aceptado…

Actualmente tenemos la evidencia de que desde la séptima semana de gestación el embrión humano empieza a tener sensaciones y que los amplificadores del dolor aparecen más tempranamente que los inhibidores. Así que nos resulta evidente que el embrión-feto sufre ya dolor en respuesta a estímulos nociceptivos, lo que manifiesta mediante cambios conductuales, hemodinámicos y bioquímicos.5 También sabemos que el dolor mal atendido en etapas tempranas de la vida (incluyendo la intrauterina por supuesto) repercute de manera considerable en el umbral para éste, así como en una mayor incidencia de dolor recurrente en fases ulteriores del desarrollo.6

Ahora bien sabemos que el producto de la concepción ha estado recibiendo en el matroambiente el impacto de los sentimientos no procesados a lo largo de toda la vida de la ahora gestante, así como el impacto de los sentimientos generados por el hecho de que la gestante sabe, a nivel muy profundo, que el dar vida le puede costar la propia. Desde la biología molecular hoy sabemos que las emociones sin procesar generan neuropéptidos que actúan a nivel bioquímico en la psico-neuro-inmuno-endocrinología-espiritualidad de la gestante7 que no sólo afectan su propia fisiología, sino que al actuar sobre el DNA del embrión-feto determinan qué genes entrarán en función produciendo las proteínas estructurales del producto de la concepción. Esas señales generadas en el cuerpo materno, penetran en el torrente sanguíneo fetal, ejerciendo su acción a nivel celular en la unidad materno-fetal, reduciendo el riego sanguíneo a órganos clave para el crecimiento y desarrollo fetales.8,9

Desde la vida in útero pues, en la historia humana individual y colectiva se entretejen el júbilo con el sufrimiento. Hoy, como nunca antes, tenemos mucho más información al respecto sin embargo y paradójicamente, esto no necesariamente nos hace más conscientes y sensibles a estas realidades.
Así que una vez que la familia recibe al pequeño recién nacido a término “saludable”, pareciera que gracias el ‘instinto materno’, la ‘experiencia’ y el ‘conocimiento’ de familiares y amigos, supieran perfectamente cómo cuidar del infante, qué necesita, cuándo alimentarlo y hasta qué está sintiendo. Pero en realidad este supuesto “instinto maternal” no es la expresión de la sabiduría organísmica inscrita genéticamente en el cuerpo de la madre, ni la del huevo-embrión-recién-nacido/a, que, como proceso que es, ha estado desde el principio y permanentemente, comprometido con su propio crecimiento y desarrollo.10 Tampoco es la sabiduría del organismo gestante que ha sabido cómo concebirlo, transportarlo, anidarlo, hacer que se desarrolle interaccionando sabiamente con él durante toda la vida intrauterina, el parto y después. Se trata más bien de las creencias de quienes auxilian a la madre en el cuidado y la atención del bebé que suele ser la expresión de una cultura que no ha reconocido la importancia, el valor ni la sabiduría inscritos a lo largo de miles de milenios evolutivos, no solamente en el Cuerpo madre/embrión sino en el pequeño cuerpo del recién nacido.
Entonces esa pseudosabiduría se hace cargo de la atención y asistencia del bebé. Frecuentemente, el presupuesto del que parten estas prácticas es que: “El recién nacido sólo necesita comer y dormir”. Así que en cuanto él/ella despierta, ya tiene disponible el seno materno o el biberón preparado, y al primer movimiento de su cabeza o de sus labios ya tiene el pezón o el biberón conectado en su boca; o quizá esté durmiendo, pero como pasaron tres horas del último alimento, hay que despertarlo, porque ‘ya es tiempo de que vuelva a comer’. Sólo que pocas veces alguien se ha tomado la molestia de confirmar si verdaderamente el bebé tiene hambre o si está expresando otras necesidades. Este puede ser el patrón que, inducido y reforzado por el ambiente familiar e internalizado por el-la pequeño-a, regirá toda su vida, negándosele ahora -y después él/ella a sí mismo/a, el reconocimiento y la satisfacción de una serie creciente de necesidades de jerarquía ascendente (A. Maslow 1970), cuya gratificación no viene únicamente del exterior, sino que incluye una sana interacción consigo mismo-a, con su ambiente, con la familia humana y con el universo entero. El pequeño así tratado se irá experimentando a sí mismo y cada vez más, como sólo un apéndice de su madre y de su entorno; esto es, sin vida propia.
Ya desde su nacimiento, el bebé puede estar expresando mediante su fisiología alterada los efectos de una vida intrauterina no del todo saludable; lo hace mediante irritabilidad, llanto excesivo,11 dificultades para la alimentación, reflujo gastroesofágico, trastornos del sueño, etcétera. Entonces se le vahaciendo excesivamente dependiente y vulnerable.
Otro momento en que el pequeño sigue desligándose de su sabiduría corporal, es cuando llega “la edad de los terribles dos”: Tiene entre uno y tres años y  comienza a discrepar de los adultos que están a su alrededor. Pero sus ‘nos’, aun con la gracia que los expresa y la intensidad con que se le festejan… no cuentan. Mamá, papá, son quienes ‘realmente saben’ lo que quiere, lo que necesita. Claro, se le permite decir “no, pero nadie parece enterarse de que con cada ‘no’ está expresando que tiene otras necesidades y deseos -olvidados ya por la mayoría de los adultos-, esto es, que abierto plenamente a su experiencia, está respondiendo específicamente a su presente, esperando que el adulto entienda, comprenda… Ese cotidiano no ser tomado en cuenta en sus emociones, sentimientos, percepciones, le induce a irse desprendiendo más y más de sus propios procesos corporales, esto es, de su único y precioso espíritu,10 mientras eso que llamamos cultura expresado como educación, religión, vida familiar, ha estado anulándolo, deformándolo, asfixiándolo.
Llega entonces la edad de los terrores nocturnos y las pesadillas que no son sino un intento más de la sabiduría inscrita en el cuerpo del niño tratando de mantenerlo en conexión consigo mismo;12 pero ya para entonces nadie parece estar interesado en escucharlo, menos aún ayudarlo a acompañar cómo lleva esas experiencias en su cuerpo por una sencilla razón: ¡ni siquiera se nos había ocurrido!
Vienen luego, y como consecuencia de su creciente desintegración, la enuresis nocturna, problemas de salud crónicos o reincidentes; problemas de conducta y de bajo rendimiento académico, dificultades con la alimentación; comienza a expresarse el déficit de atención, la hiperactividad. (O tal vez ahora el niño se siente obligado y se da a la imposible tarea de responder a las insaciables expectativas perfeccionistas de los adultos, ‘convirtiéndose’ en el bueno, el inteligente, el responsable, el cuidadoso, el educado, etcétera. ¡Lo logramos! Hemos hecho de este niño un “pequeño adulto adaptado” <P. Melody 1989> que ha perdido contacto con la sabiduría de su cuerpo y no tiene más opción en la vida que la que le sea dictada desde afuera, por los que ‘saben’, ‘piensan’, ‘educan’, ‘dirigen…’) Entonces pensamos que algo no anda bien con él y lo llevamos con los expertos para que nos lo ‘arreglen’, sin que, por supuesto, reconozcamos la negligencia y aun el abuso de que ha sido objeto, fundamentalmente dentro, pero también fuera del hogar. Violencia que, guardada dentro del niño no sólo dirigirá contra sí mismo (convertida en enfermedad física o psicoemocional), sino que regresará, en su momento e inevitablemente, a su ambiente en forma de psico-socio-patía. Hoy sabemos muy bien que la falta de tratamiento del dolor -físico o psicológico- en las primeras etapas de la vida, deriva en somatización, disminución de la capacidad de aprendizaje y conductas adictivas.6,12, 13
 Viene después la adolescencia, cuando el jovencito toma decisiones y actúa fuera del control familiar; decisiones y acciones que generalmente no son genuinamente suyas, sino las dictadas por la moda o el líder; o toma la ideología, la doctrina, la filosofía que más cuadra con sus ya no tan incipientes ‘mecanismos evasores’14,15 de su intrínseco proceso de auto-desarrollo. Entonces entra al mundo de las drogas y/o se introduce cada vez más compulsivamente en cualquier tipo de práctica adictiva incluida la diversión y el entretenimiento que tiene a su entera disposición noche y día, tratando de controlar su dolor psicoemocional irresuelto y enquistado. La consecuencia es estar cada vez más inmerso en el autoengaño y la enajenación, llegando muchas veces a producirse un grave e irreversible daño que cada vez más frecuentemente culmina en el suicidio.12
Si a ello agregamos la ausencia física, psicoemocional y espiritual del padre, estamos ante un crimen cometido contra esa criatura, sin que haya nadie a la vista que responda por ello.

Asuntos no resueltos y sus consecuencias
En realidad, la tragedia de este ser humano comenzó cuando le fue negado el contacto con la sabiduría de su cuerpo. Si la madre gestante hubiera sabido que ella necesitaba recibir ayuda para procesar sus propios sentimientos atemorizantes:16 su miedo, su inseguridad, su abandono, rechazo, culpa; para así y sólo así, después poder darle a su hijo el mensaje afectuoso que le hiciera sentirse valioso, aceptado, bienvenido. Si ella hubiera aprendido a atender su propio dolor y el de su hijo durante el parto; si hubiera aprendido a escuchar a su hijo recién nacido que sabía mejor que ella cuándo requería alimento y cuándo lo que necesitaba era verla, sentirla, verse en su mirada; o tal vez estaba anhelando escuchar la voz de papá, ser tomado en sus brazos y descubrir cómo su viril cuerpo adulto le expresaba el orgullo de ser su padre…
Si hubiéramos entendido la importancia de ese, de esos “nos”, permitiendo que le revelaran al niño su sentido y significado en lugar de imponerle, día con día, la autoridad y la identidad del adulto hasta el punto de atentar contra su integridad física, emocional, sexual y espiritual17 (lo cual ahora ya podemos catalogar como “pedagogía venenosa”: Alice Miller, 1997); si hubiéramos aprendido a atender al niño con todo y los sentimientos generados por sus pesadillas mientras las hacía sus amigas y le revelaban su historia13... Si cuando adolescente hubiéramos estado disponibles y atentos a sus conflictos y a sus patrones potencialmente adictivos y le hubiéramos animado a entrar al proceso que le permitiera ponerse en contacto con sus asuntos inconclusos de una manera experiencialmente sentida… Entonces habrían (habríamos) descubriendo la sabiduría inscrita en el cuerpo10 y no sería necesario para ellos (ni para nosotros) comer de más (ni de menos), aparentar, engañar, mentir, robar, ocultar la propia genialidad bajo el disfraz de la incapacidad y la impotencia. Habrían (habríamos) aprendido a ser auténticos, empáticos y congruentes12 y a no estar divididos por dentro para –quizá-, todo el curso de su (nuestra) vida.
 
Asumiendo nuestra propia historia
Muy lejos de intentar buscar culpables, la buena noticia y por paradójico que parezca, es que hoy, aún desde nuestra condición de adultos, tenemos la oportunidad de reencontrarnos con ese “niño interior” -o sea, con lo más íntimo y sagrado de nosotros mismos- precisamente a través de nuestras pérdidas, fracasos, enfermedades, desgracias, que tal vez experimentamos desde la vida intrauterina y que llevamos en nuestros tejidos corporales como una “espina en la carne”. En efecto, ahora, como adultos, podemos ir con ese embrioncito, ese feto, ese recién nacido, ese adolescente, ese adulto joven, y aun ese adulto maduro o mayor que somos, y atender sus asuntos inconclusos con delicadeza, cariño y ternura. Esta es una oportunidad, quizá única en la vida, para reconectarnos con la infinita y ancestral sabiduría de nuestro cuerpo, a la que accederemos si escuchamos lo que nuestras mal llamadas ‘adversidades’ nos quieren revelar.
Estamos hablando de un nuevo paradigma, de una revolución -interior y silenciosa-, a la que antes no había tenido acceso la humanidad en su conjunto sino sólo desarrollada por unos pocos a lo largo de la historia. Ahora ya contamos con la ‘tecnología corporal’, producto de la investigación científica aplicada para, si queremos, regalarnos no solamente tiempo para detenernos y aprender a escucharnos a nosotros mismos, sino también así (y sólo así) poder verdaderamente escuchar a nuestros niños y enseñarles a escucharse a sí mismos.
Eugene T. Gendlin, Ph. D. y Psy. D. ha descubierto que las enfermedades, el dolor físico o emocional no atendido, los traumas, las adicciones (al alcohol, al trabajo, al sexo, a las drogas, a la comida, a la religión, a ayudar a otros, etcétera), son energía de crecimiento ¡bloquada!19 McMahon y Campbell han descubierto que la plenitud humana bien puede surgir desde la propia vulnerabilidad, y han simplificado enormemente los pasos18 -descritos primero por Gendlin- que, partiendo del significado sentido de cómo llevamos estas supuestas “patologías”, la energía bloqueada es liberada, quedando disponible para ser utilizada en nuestro crecimiento, desarrollo e integración.
Es el quebranto humano la piedra angular y la vía de acceso a la plenitud: Campbell / McMahon.12,19 Y para acceder a ésta sólo necesitamos tener -y ya lo tenemos,- unos sentimientos, un cuerpo donde sentirlos, y unos cuantos minutos de presencia empática para escuchar la historia que, a través de ellos, nuestro cuerpo nos quiera revelar. Este proceso que Gendlin llamó Focusing, (Enfoque corporal), consiste en aprender a dejar trabajar en nuestro propio beneficio la sabiduría que a través de miles de millones de años ha dado origen al Cuerpo que, como humanos, todos tenemos, somos, compartimos y está a nuestra entera disposición. La genial investigación científica y los beneficios prácticos emanados de ella que nos regala la técnica/proceso del Enfoque, están disponibles para su estudio (revisar referencias bibliográficas)  y su aprendizaje, cuyo incontrovertible aval es la propia experiencia del cambio.  

Accediendo al proceso del cambio
Evidentemente los adelantos científicos y tecnológicos son más que impresionantes; la informática, las comunicaciones y la tecnología en general, no parecen tener límite en sus alcances pero el abandono de nuestros niños y del niño en nosotros, no está resuelto. El ser humano sigue dividido por dentro y el costo en sufrimiento a través de la Historia es incalculable. Hoy sabemos que esto ni tuvo que ser así ni tiene por qué continuar siéndolo, sin embargo todavía hay quien apuesta con una convicción absoluta al mito de la dominación y del control como el medio por excelencia para enfrentar el traumático pasado, el agobiante presente, el atemorizante futuro. Sólo que muchos de los que primero partieron y llegaron allí, ahora se sienten los más defraudados y engañados por sus iridiscentes fantasías.
En medio de este aparentemente desolador panorama, la esperanza de un cambio individual y social está a la vista. Es necesario que nos regalemos el acceso a -y permanezcamos en contacto con- los significados fisiológicamente sentidos en nuestros cuerpos, incluyendo, por supuesto, nuestro dolor físico y emocional que es donde se encuentra el potencial del cambio, y de esta manera estar dentro del movimiento de integración que nos sana, nos abre a los demás, a la naturaleza, y al fundamento de cuanto existe como quiera que los creyentes lo puedan concebir.
A nuestra generación le corresponde tomarse la responsabilidad de acceder a su desarrollo desde la congruencia, que comienza al atender lo que llevamos en nuestros tejidos corporales tal y como lo estamos sintiendo (esas espinas en la carne hechas nuestra propia biología.23) Ahora y como nunca antes, el modelo práctico que nos regala salud y nos integra desde dentro, está en nuestras manos, y si aún no en ellas, sí ya a nuestra disposición,11-22 lo que incluye reconectarnos con nuestro más remoto origen que no es solamente “polvo de estrellas”, sino el resultado de un trabajo evolutivo que nos sostiene, envuelve y proyecta hacia un mejor futuro mediante una interacción afectiva y compasiva con nosotros mismos y con todo cuanto existe.
Sí, reconectarnos con nosotros mismos es hoy nuestra principal tarea y prioridad. Y los primeros beneficiados seremos nosotros, nuestros niños, sus hijos, los hijos de sus hijos… y por supuesto, nuestro hermoso Planeta Azul.24

 Biblio/Cibergrafía

1.            Gendlin ET. Focusing en psicoterapia. El trabajo corporal; una energía nueva y liberadora. Ed. Paidós. España. 1999. P. 262.
2.            Sadik N. The state of world population 1997UNFPA, New York, 1997.
3.            WHO.http://www.safemotherhood.org/facts_and_figures/spanish/s_unwanted_pregnancy.htm   Abortion: A Tabulation of Available Data on the Frequency and Mortality of Unsafe Abortion, 3nd edition. World Health Organization, Geneva, 1997 (in press).

4.            Menon SJ. Psychotropic medication during pregnancy and lactation.
5.            Teixeira et al. Acute cerebral redistribution in response to invasive procedures in the human fetus. Am J of Obst Gyn. Vol 181. No 4, October, 1999.
6.            Flores Muñoz MA. Neurofisiología del dolor en el feto y en el recién nacido. Dol Clin Ter, Vol II(2) ; 2003. 15-20.  www.imbiomed.com   Algología.
7.            Pert C. Las moléculas de la emoción. http://www.vladhuber.cl/salud8.php
8.            Lipton H. B. La biología de la creencia. Ed. Palmyra.
9.            Lipton H. B. http://www.creandotuvida.com/Reportaje__Bruce_Lipton.html
10.         Gendlin EM. A Process Model, Cap. I, Body-Enviroment, 1998. http://www.focusing.org/process.html.
12.         McMahon EM. Beyond the myth of dominance. An alternative to a violent society. Sheed & Ward Pub. 1993. Traducido al español por  CREE A. C. http://www.enfoquebioespiritual.com.mx/  
13.         Bruinix G. How adults can listen to children in a focusing way. Monograph series on “Focusing and Bio-Spirituality”. Sheed & Ward Publishing. 1991. Traducido al español por  CREE A. C. http://www.enfoquebioespiritual.com.mx/  
14.         Prado FJ. Más allá del ciclo adictivo dolor-placer. Dol Clin Ter,  III(6). 2004. 13-17.   www.imbiomed.com  Algología. http://www.focusing.org/es/m_s_all__del_ciclo_sdictivo.pdf
15.          McMahon EM, Campbell PA. “Process Skipping”: Mechanisms Which Lock in Addictive Patterns. Sheed & Ward Publishing. Traducido al español por  CREE A. C. sitio Web: http://www.enfoquebioespiritual.com.mx/    
16.         Prado FJ. El estrés y su resolución organísmica, Dol Clin Ter, Vol IV, No. 5, marzo, 2006, pp. 15-20. Sitio Web: http://www.imbiomed.com/ / Algología. http://www.focusing.org/es/el_estres_y_su_resolucion_organismica.pdf
17.         Prado FJ. Sexualidad masculina, del sufrimiento al éxtasis. En la Web:    http://www.intramed.net/actualidad/art_1.asp?idActualidad=40045&nomCat=Día%20a%20Día  
18.         McMahon EM, Campbell PA. Rediscovering the lost body-connection in Christian spirituality.  2010. Traducido al español por CREE A. C. sitio Web: http://www.enfoquebioespiritual.com.mx/  
19.         Gendlin ET. Focusing. Proceso y técnica del enfoque corporal. Lo que el cuerpo sabe. Ed. Mensajero. España. 1982.
20. Thompson M. Teaching children to focus. Monograph series on “Focusing and Bio-Spirituality”. Sheed & Ward Publishing. 1991. Traducido al español por  CREE A. C. sitio Web:  http://www.enfoquebioespiritual.com.mx/    
21. Prado FJ. Técnica del enfoque en la consulta pediátrica. Dol Clin Ter, II(8). 2004. 17-20.   www.imbiomed.com  Algología.  http://www.focusing.org/es/t_cnica_del_enfoque.pdf
22. Prado FJ. El enfoque corporal. Dol Clin Ter. Vol. II(9). 2003. 17-20. www.imbiomed.com  Algología. http://www.focusing.org/es/enfoque_corporal.pdf
23. Myss C. Anatomía del Espíritu, Ediciones B,   1997, p. 29.





· Juan B. Prado Flores. Médico pediatra neonatólogo. Exjefe del servicio de Cuidados Intermedios Neonatales del Hospital de Gineco-Obstetricia No. 4 del IMSS, México, D. F. Miembro del Institute for Bio-Spiritual Research, http://www.biospiritual.org. Miembro y Professional Associate de: The Focusing Institute http://www.focusing.org/. Miembro de la Asociación Mexicana de Psiconeuroinmunoendocrinología (AMPNIE, A. C.). Profesor de Focusing del Centro Cultural Ítaca http://www.desarrollohumanoitaca.com/, Profesor de Enfoque Bio-Espiritual de CREE, A. C., http://www.creeac.com.mx/  Autor del libro Sánate a ti mismo y sana tu mundo: Colaborador de: la página web de Suzanne Noel: http://www.recoveryfocusing.com/ : Descubre Tus Recursos de Desarollo Con el Dr. Juan Prado Flores; de  Creando Tu Vida en: www.creandotuvida.com y en http://www.ustream.tv/recorded/10268341; del Instituto de Focusing Argentina: http://www.focusing.com.ar/trabajos.php;  de la pagina Web de Enfoque Bio-Espiritual:
Dirección Electrónica: jubpra@yahoo.com





















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