jueves, 22 de septiembre de 2011


MI MÁS PEQUEÑA ALUMNA DE ENFOQUE

 "ACOMPAÑA" A SU PAPÁ

 Una Singular Experiencia

Juan B. Prado Flores* 

Al concluir un curso de Enfoque Bio-Espiritual me dice Víctor: “Me ha servido mucho esto del Enfoque. Quisiera que después nos diera un curso a mí y a mi hija Sofía”. Sorprendido, (Sofía tiene sólo siete años de edad) pues nunca había pensado hacer algo así, pero a la vez estimulado por la novedad de su petición, le dije que sí.
Lo llevamos a cabo y hacia el final del programa, tras haber estado yo acompañando a una y al otro en sus ejercicios de enfoque y mientras ellos veían cómo hacía el modelado del papel como pareja de enfoque, sentí que ya podíamos entrar en la etapa final en la que, turnándose, ellos enfocaran y se acompañaran mutuamente. 

Llegaron a la sesión, pero Víctor tuvo que dejar la oficina unos minutos. Mientras lo esperábamos, Sofía bostezaba una vez tras otra. Al verla así, le pregunté si tenía sueño; entonces me dijo que estando dormida antes de venir a la oficina, para despertarla, su mamá le había gritado. “Y ¿cómo se siente esto Sofí?” -Le pregunto. “Triste” -me dice. “Y, dónde se siente esto triste”. Me señala su pecho. Le pregunto si podríamos ir con ese lugar triste acercándonos delicadamente para estar con él y acompañarlo un ratito, y me dice que sí. Atiende a la manera del Enfoque su asunto, hay un cambio notorio es su cuerpo entero  y en eso regresa su papá. Entonces ella nos comparte su proceso interno con muchos detalles llenos de afecto hacia su tristeza y cómo hicieron muchas cosas, entre ella y sus sentimientos, hasta ponerse a jugar amigablemente. Víctor y yo la mirábamos y la escuchábamos extasiados (porque además Sofía, es una niña con una carita y una sonrisa encantadoras).
Entonces la pequeña le comenta a su papá que yo hablo bajito. Yo supuse que ella no había escuchado bien mis indicaciones al acompañarla a enfocar y que quería que yo subiera el volumen de mi voz. Les hago ese comentario, pero ella dice, “¡Nooo!” Entonces su papá comenta que él cree que lo que Sofía trata de decir es que le gusta cómo yo le hablo. Ella, con una sonrisa y asintiendo con su cabeza le dice a su papá: “Me gusta cómo me habla el doctor Prado.” (Para entonces me preguntaba si ella aún estaría hablando desde la sensación-sentida de su enfoque, notando físicamente la diferencia entre la manera como, minutos antes, la había despertado su mamá y mi manera de invitarla a ser delicada y cariñosa con su tristeza; pero, por otro lado, yo no llegué ni remotamente, a pensar que esa misma sensación-sentida sería el referente corporal directo que la llevaría a lo que estaba por venir…)
Sin saber exactamente cómo planteárselo, -temiendo que tal vez no funcionaría-, simplemente les dije que era el momento de acompañarse entre sí y que si estaban de acuerdo en comenzar esa fase del curso. Con una elocuente sonrisa y un rotundo “¡SÍ!”, se dispusieron a comenzar. Esto me alivió. Entonces les dije que como Sofía ya había enfocado, yo sugería que primero ella lo acompañara a él. Les pareció muy bien y enseguida ¡se tomaron de la mano!, mientras se regalaban una tierna sonrisa y Víctor cerraba sus ojos. Era como si finalmente recibieran lo que habían estado anhelando durante todo el curso.
Yo estaba listo para asistir a Sofía. Él encontró un sentimiento agradable que al atenderlo lo llevó a un asunto doloroso al que le dio seguimiento mediante las indicaciones de Focusing que le daba su hija llegando a un cambio sentido evidente. Al finalizar, con la resolución del asunto atendido, vino una serena sonrisa en él mientras abría sus ojos. Estábamos felices. En eso, me doy cuenta de que Víctor está viendo algo en la mano de Sofía que él le había tomado al inicio de su enfoque y que ahora ella le mostraba con toda tranquilidad y sin ninguna muestra de desagrado; Víctor le pedía sentidamente disculpas a su hijita; le había estado apretando tan fuerte la mano durante los 15 minutos que había enfocado, que le había magullado un dedito. Yo mismo verifiqué que tenía una marca en su dedo lastimado por el apretón. Mientras abrazaba a su papá, con una tierna sonrisa y sin pretensión alguna, ella le hacía saber: “Estoy bien papi. No me duele”.
Yo estaba admiradísimo de cómo ella había permanecido dándole una presencia tan cálida y amorosa tanto a su papá como al proceso que en él se estaba desarrollando aun a costa del dolor que él, involuntariamente, le había estado produciendo,  sin siquiera haber llevado su mirada a su mano mientras lo acompañaba y sin mostrar en ningún momento desconcentración en su papel de Compañera de Enfoque. ¡¡¡El dolor por el apretón no le impidió seguir el proceso y conducirlo!!!! Tampoco me pidió que le hiciera saber a su papá lo que estaba ocurriendo en su mano. La alegría de estar acompañándolo en todo su proceso parecía haber colmado sus anhelos. Disfrutamos plenamente cuando al responder preguntas de Sofía sobre el proceso del Enfoque -no sobre los contenidos-, Víctor nos dio una idea general, discreta, de los pasos que se habían sucedido y cómo había venido su cambio sentido.
Esta experiencia me ha dejado maravillado de hasta dónde, un ser humano de sólo siete años de edad tiene el poder espiritual y es capaz de ofrecerle una presencia tan cálida y amorosa a otro ser humano, permaneciendo disponible para él, con todo y haber estado sufriendo dolor físico continuo ¡y por tanto tiempo!
Así cerramos esa sesión de un curso en el que jamás había yo pensado; fue a Víctor a quien le vino la idea (seguramente desde su propia sensación-sentida de lo que para él ha sido el Enfoque). Recuerdo que al sostener corporalmente su solicitud, mi repuesta surgida de dentro fue: “Suena bien, sí se los voy a dar…” Pero ahora caigo en la cuenta de que lo que ellos me dieron estará grabado por siempre en mí, convirtiéndose en una invitación para compartir, sembrar y practicar el Enfoque acompañando los padres a sus hijos, y a la vez, ¡los hijos acompañando a enfocar sus padres!
Víctor y Sofía siguen llevando a cabo regularmente sus ejercicios de enfoque, lo que les ha ayudado tremendamente a uno y a otra. A Víctor además de mejorar sus relaciones familiares, también le ha ayudado en su trabajo y en su creatividad personal. A Sofía le ha mejorado su autoestima, sintiéndose mejor estudiante, ya que antes ella se juzgaba a sí misma tonta por no alcanzar los progresos escolares exigidos por su maestra, por lo que la habían mandado con la psicóloga de la escuela.
Al releer lo anterior y atender la sensación de plenitud que ello generaba en mí, vino que gracias a las indicaciones del Enfoque Bio-Espiritual, ni Sofía trató de indagar sobre el asunto de su papá (intrusión) ni Víctor le hizo cargar a su hija sus asuntos de adulto (abuso). Al atender esto viene que esos son dos ingredientes claves para integrar una auténtica y duradera comunidad de amor y vida dentro del seno familiar, lo que no sólo nos ha estado faltando por demasiado tiempo, sino que ni siquiera se nos había ocurrido antes. También vino el recuerdo de unas palabras que cuando yo tenía ocho años, escuché de boca de mi hermana mayor quien las había recibido en su clase de filosofía en la Preparatoria: “Para Aristóteles el principio de la filosofía es el contenerse”. Con esto vino que en la actualidad la psicología, la filosofía y la espiritualidad están llegando a un mismo punto práctico de confluencia, y que ese punto, señalado por la palabra contención (amorosa), era lo que Sofía había hecho consigo misma y lo que a la vez le había propiciado a su papá un espacio donde él pudiera estar contenido en, dentro-de, su cuerpo, donde se lleva a cabo el proceso del Enfoque, del cambio y de la salud integral.
También vino que a partir de esta experiencia y con lo que a partir de ella se me sigue regalando, yo -y cualquiera otro-, podría escribir un libro. Esto en alusión a lo que nos muestra la “Filosofía de lo Implícito” de Gendlin, y que cualquiera que haga Focusing puede corroborar: que uno siempre puede seguir diferenciando lo que está debajo de sus sentimientos, esto es, que siempre surgirá algo MÁS desde cada una de nuestras sensaciones-sentidas, tal y como lo siguen experimentando Víctor y su pequeña hija Sofía.
Reciban un afectuoso saludo.

*Juan B. Prado Flores. Médico pediatra neonatólogo. Exjefe del servicio de Cuidados Intermedios Neonatales del Hospital de Gineco-Obstetricia No. 4 del IMSS, México, D. F. Miembro del Institute for Bio-Spiritual Research, http://www.biospiritual.org. Miembro y Professional Associate de: The Focusing Institute http://www.focusing.org/. Miembro de la Asociación Mexicana de Psiconeuroinmunoendocrinología (AMPNIE, A. C.). Profesor de Focusing del Centro Cultural Ítaca http://www.desarrollohumanoitaca.com/, Profesor de Enfoque Bio-Espiritual de CREE, A. C., http://www.creeac.com.mx/ Dirección Electrónica: jubpr@yahoo.com, juanbpr@gmial.com

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