viernes, 5 de septiembre de 2025

Las entrañas de un experiencia bio-espiritual guiada mediante el Focusing

 

¿Qué sucede en nuestro cuerpo mientras experienciamos el proceso

Bio-Espiritual mediante el Focusing?

 

Juan B. Prado

Médico pediatra perinatólogo, adscrito al servicio de Cuidados Intermedios Neonatales del Hospital Luis Castelazo Ayala, Cd. de México.

 

Resumen

Aunque todos hablamos de las emociones y los sentimientos, generalmente no nos detenemos a realmente sentirlos como tampoco a escucharlos. No muchos lo han hecho a lo largo de los siglos y solo de manera intuitiva. Ahora contamos con un modelo, el Focusing, que parte de sentirlos, de darnos cuenta de que los estamos sintiendo, de ir a donde los estamos sintiendo y brindarles una calidad de presencia que los valida, sostiene, escucha, mientras nos cuentan sus historias como lo veremos a continuación, haciendo una significativa diferencia en nuestras vidas. En este trabajo vamos a las entrañas de una, entre los miles de experiencias que se están dando mediante esta técnica-proceso mostrando cómo trabaja la sofisticadísima tecnología corporal que nos habita, sana y transforma.

 

Palabras clave:  Cuerpo, interacción, presencia, escucha, empatía, congruencia, cambio sentido.

 

Dado que el desenvolvimiento de esta historia es ilustrativo de lo que es el Focusing y la Bio-Espiritual unidos, pongo aquí, de manera sucinta, algunos elementos implícitos (Gendlin, 1962) que están presentes en esta y en toda experiencia transformante.

 

Con el término implícito, estoy refiriéndome a que el experienciar humano parte de lo físicamente sentido que nos revela algo novedoso y a cada vez mayor profundidad; proceso que es elaborado en el aquí/ahora que llamamos cuerpo.

 

 

Podemos ver al cuerpo desde diferentes ángulos: el físico (de carne y hueso), su bioquímica, su mecánica, su razonamiento, sus enfermedades, etcétera. Aquí nos referimos a él como el centro generador del experienciar humano (Gendlin 1981). Lo que sucede en esta experiencia, como veremos, no es anómalo ni anecdótico, pues el material para llevarlo a cabo está enraizado en nuestra propia naturaleza de tal manera que al ponerlo en movimiento genera una ampliación de la Conciencia sin paralelo en toda la historia de la Humanidad que experimentamos como la conciencia-sentida de ser y estar en Lo Más extenso, en Lo Sin fin ni principio.

Este relato titulado Bifriendling fear, (Prado, F, 2007) fue publicado en forma abreviada en la Revista The Folio, del TIFI (The International Focusing Institute).  Yo lo tengo disponible en inglés y en japonés para quien lo requiera.

 

Quizá esta historia te invite y te lleve a experimentar por ti mismo(a) algo de lo aquí escrito ya que puede ser como imagen en espejo de tus propias vivencias. También puede serte de utilidad para ver qué elementos de tus enfoques tienen que ver con esta historia dándote, como a quien la vivió en carne propia, vida nueva.

 

Así que, con mi agradecimiento para Miriam Mendoza, y para E. T. Gendlin, descubridor del Focusing (Enfoque), ponemos aquí su vivencia.

 

Miriam, madre de una recién nacida de 22 días, solicita una cita conmigo (soy médico pediatra) para que atienda a su bebita. La tía materna de Miriam, quien nos conectó y ahora las acompaña, trae en brazos a la pequeña recién nacida.

 

La madre me consulta acerca del problema de su pequeñita el cual ha venido acentuándose.

 

Entre los antecedentes perinatales está el que cuando Miriam tenía 15 años, murió su hermana de 13 por anemia aplástica refractaria al tratamiento (su cuerpo no producía elementos sanguíneos). Miriam se había casado cinco años atrás, pero no había querido embarazarse; el embarazo vino trayendo implantado un dispositivo intrauterino (DIU).

 

 

Actualmente existe vasta información que sugiere que hemos venido aquí por motivos que trascienden lo obvio, como puede ser la falla de un método anticonceptivo o cualquier otro incidente adverso, es decir, que nadie está (estamos) aquí por error. Ver, por ejemplo, https://www.youtube.com/watch?v=xth6KxE8ulM En el desenvolvimiento de este relato se podrá ir viendo la importancia de los antecedentes prenatales referidos y su conexión con los hechos que aquí se narran.

 

La joven madre me dice, cuando le pregunto por el motivo de su consulta: “Es que no sé qué le pasa a la niña doctor; si la cargo llora, si la visto llora, si la amamanto llora… ni siquiera la he podido bañar, la baña mi mamá porque yo siento las manos heladas, como con un sudor frío, como con hielo por dentro; comono sé.”

 

Comencemos por diferenciar estos dos modos de no saber: el primer “no sé” provino de su lógica, de su pensar. En cambio, el segundo “no sé” vino de su sensación corporal. De este no sé, es que vamos a partir.

 

 

Mientras, yo veo a la tía de Miriam con su sobrina nieta en sus bazos durmiendo plácidamente. Al revisar a la pequeña no encuentro nada anormal en ella, por lo que le digo a Miriam: “Señora, su hija está bien, ¿siente que hay algo que le impide bañarla?” Viéndome fijamente a los ojos y tocándose con inquietud sus manos, me dice: “¡Sí, mis manos, doctor!”

 

Al recibir esa respuesta y por mi contacto con el Enfoque Bio-Espiritual que ella ‘sabe’ que en lo que siente está expresándose el problema existente entre ella y su hija. A esa conceptualmente vaga pero muy real sensación, le llamamos, con Gendlin (1964) sensación con significado, referente directo o sensación sentida (felt sense).

 

 

Miriam implícitamente “sabe”, intuye, que hay algo debajo de esa rara sensación pero que no sabe (mentalmente) qué es. Esto, por banal que pueda parecer, en realidad se trata del trascendental descubrimiento científico de E. T. Gendlin (1982) que, como veremos, habla del papel insustituible del cuerpo para llevar adelante nuestros asuntos existenciales.

 

 

Acorde con ello, le digo que sé de un procedimiento que quizá le aclare qué es eso en sus manos que le impide no sólo disfrutar, sino aun bañar a su hija y le pregunto si estaría bien que lo llevásemos a cabo. “Sí”, me contesta y comenzamos el siguiente ejercicio.

 

 

Su instantánea respuesta afirmativa, libre de defensas y resistencias, habla de que ella está conectada no sólo con su cuerpo y sus sensaciones, sino que también confía en que finalmente encontrará alguna respuesta así que acepta la propuesta que le he hecho. Su rotundo “¡Sí!” me dice a mí que estamos en terreno firme y fértil desde el que es posible que Miriam lleve su doloroso asunto adelante.

 

 

Entonces le digo, “si gusta, puede cerrar sus ojos para que no la distraiga nada de afuera”. Asiente de inmediato y al hacerlo, le pido que vea si puede entrar a su cuerpo y desde dentro de él, contactar con eso en sus manos que tiene que ver con el llanto de su hija al intentar prodigarle sus cuidados maternales.  La tía de Miriam a quien le he hablado del Enfoque con anterioridad, me hace la seña de querer aguardar afuera y yo le hago saber que está bien que lo hagan.

 

Parece que su necesidad de respuestas la lleva a su instantáneo consentimiento para atender esa propuesta con todo y que ha venido de alguien que acaba de conocer. Todo esto implica un cierto grado de audacia, o de desesperación…  El que Miriam este claramente anclada en su conexión-físicamente-sentida en sus manos, será la clave para entrar en sus espacios interiores en los que, como veremos, todo es posible. Así que comenzamos desde ahí.

 

 

Me contesta que va a tratar de entrar ahí y luego que ya lo está haciendo. Le digo: vea si se siente adecuado estar con eso y me contesta que sí, pero noto comienza a inquietarse. Le digo que sólo se trata de ir adentro y hacerle saber a eso que está en sus manos que lo respetamos. Tras uno a dos minutos, súbitamente abre sus ojos con sorpresa y angustia y los fija en los míos como con incertidumbre. Tranquilamente le digo que estoy ahí con ella y que vea si está bien volver allí adentro. Nuevamente cierra sus ojos mientras toca nerviosamente sus manos. Entonces le pregunto si ha venido algo, quizá una palabra, una imagen, un color, un recuerdo… y de inmediato me dice: “Sí, son unas palabras:Nunca vas a ser una buena mamá para tu hija’. Con todo y mi sorpresa por esta inesperada declaración, le repito de manera empática lo que ella ha dicho al tiempo que le pregunto si eso se conecta con la sensación de sus manos antes referida y me contesta: “¡Sí!” sin dudar.

 

Lo que pereciera la agravación del problema, es un importante paso adelante en el proceso del cambio (Gendlin, 1964).

Gracias a la investigación de Gendlin plasmada en su Filosofía de lo Implícito (1962) y en su Terapia Experiencial (1997) hoy comprendemos que la sensación de Miriam en sus manos ha interactuado con la frase “nunca vas a ser una buena mamá…” ensamblándose perfectamente y llevando adelante su delicado asunto. Cuando viene un símbolo (Gendlin 1994) como este (y otros más que vendrán) ella está llevando adelante el proceso corporal del cambio (Gendlin, 1981), pero la tensión no va a desaparecer sino hasta que su asunto haya sido resuelto, completado.

A esto es a lo que tanto Rogers (1961) como Gendlin le llaman congruencia: “la capacidad de experimentar fisiológicamente nuestros sentimientos y permitir que éstos se simbolicen con precisión”. McMahon y Campbell (1993) le llaman plenitud/santidad (wholiness/holiness). Se trata de una vivencia en la que no solo no hay caminos trazados ni certeza alguna, sino una intensa sensación de vulnerabilidad. Es el ámbito de lo no racionalmente discernible, no predecible ni mentalmente controlable. Estamos en territorio místico, sagrado.

 

El “reflejo empático”, no es sólo la repetición de las palabras que ella ha dicho, sino que también ayuda a sentir que no está sola, que alguien está ahí y la acompaña mientras recibe eso que ha venido.  

Gendlin (1996) señala que la relación terapéutica eficaz implica una interacción humana saludable entre quien enfoca y quien lo acompaña.

Entonces la invito a que vea cómo se siente todo eso dentro de ella. En lágrimas responde: “¡Muy triste! Le reflejo esas palabras desde mi propia sensación corporal sentida y, acompañándola en su tristeza, le digo que está bien sentir eso triste, pues ella había vuelto a abrir sus ojos como interrogándome y/o interrogándose si no sería mejor salir de allí. Con decirle que está bien sentir eso, ella vuelve a cerrarlos. Entonces le digo que vea dónde en su cuerpo se siente eso tan triste. Está buscando ese lugar por unos cuantos segundos y extendiendo su mano alrededor de toda el área de sus senos, me dice: “Aquí”.‘Aquí’, le reflejo y le digo que tal vez ese lugar triste esté necesitando que le demos una acogida respetuosa. Me dice que sí, así que le propongo que vayamos a ese lugar transido de tristeza a darle nuestra presencia respetuosa, aceptante, tal y como lo hicimos con la sensación de sus manos. Ella lo acepta y le digo que se tome todo el tiempo que eso sentido requiera de su presencia acogedora.

 

En la Bio-Espiritualidad, quien está llevando a cabo el ejercicio, le ofrece a lo que está ahí su presencia interactiva para con lo que está surgiendo de manera sentida en su interior. El cuerpo lleva nuestros asuntos como totalidades experienciales físicamente sentidos y no como fracciones o partes de un rompecabezas. En base a ello es que le propongo que tome conciencia de cómo se siente ese todo, esa totalidad.

Parece evidente que Miriam sintió confianza al escuchar que estaba bien sentir esa tristeza volviendo a cerrar sus ojos, y confiado también en el proceso mismo que estaba viviendo.

Se trata de apoyar el que Miriam se mantenga en contacto con lo que Gendlin (1982) llama sensación con significado (felt meaning), permitiendo que sea el propio cuerpo (no sus procesos mentales) el que lleve adelante el movimiento de avance, ya que el cuerpo no sólo tiene una gran cantidad de información disponible, sino también la inteligencia y la sabiduría para propiciar que el significado sentido y el símbolo, interaccionen y lleven adelante su asunto.

La propuesta de darle una respetuosa acogida al lugar donde se encentra esa tristeza es lo distintivo de este proceso.

 

 

 Me contesta que lo intentará y poco después me hace saber que ya lo está haciendo. Le digo que vea si puede quedarse ahí, esperando, sin prisa, por si, como sus manos, ese lugar triste también tiene algo que decirle; tal vez -le digo-  venga una imagen, un recuerdo, una palabra, otro sentimiento… Tras unos segundos, en lágrimas, me dice entrecortadamente: Es un recuerdo…, es cuando estoy con mi hermanita en el hospital…, la tengo entre mis bazos, se está muriendo… estamos ella y yo solas.” Con el impacto que recibí al escucharla se me humedecían los ojos. Me quedé con esto unos instantes y entonces le pregunto ¿Cómo se siente todo esto?, contesta tras una breve pausa: “¡Con mucho dolor!” Se lo reflejo y le digo, ¿Tal vez pueda darse cuenta dónde en su cuerpo está este grande dolor? Se toma unos instantes de búsqueda hasta llegar a posar delicadamente la punta de su dedo índice derecho diciendo: “Aquí… en mi corazón.”

 

Al no haber M reprimido ni suprimido el sentimiento de profunda tristeza y en lugar de ello llevarle una presencia acogedora, ha llevado adelante el proceso de simbolización de la experiencia, ¡cambiando su significado! Esto recuerda el aspecto numinoso de las experiencias que a la vez que aterran, atraen (Rudolf Otto).

Desde y con, Gendlin: “Usamos la palabra ‘simbolizar’ en un sentido raro pero cierto. Simbolizar aquí no significa representar en símbolos”. En este contexto, el símbolo es algo que viene al estar atendiendo un asunto físicamente sentido que se expresa ya sea mediante una palabra (como la frase: nunca vas a ser una buena mamá…), una imagen, un recuerdo, lágrimas… en cualquier cosa que encaje, que ajuste, que se adecúe al significado-sentido en el cuerpo, llevando adelante el proceso y cambiando su significado (Alemani C. 1997).

Ha venido el recuerdo/símbolo que adentra a Miriam en el terreno de lo inédito, de lo inesperado. Es en las profundidades de su vulnerabilidad donde se ha generado ese nuevo movimiento de avance. Ya nos dirá ella qué tuvo que ver esta simbolización con el duelo por la muerte de su hermana. En la Filosofía de lo Implícito de Gendlin encontramos la explicación de este fenómeno: Lo implícito en la sensación de sus manos, se explicitó en: “nunca vas a ser una buena mamá”. Y lo implícito en la tristeza físicamente sentida se explicitó en el recuerdo de la muerte de su hermana. Al explicitarse lo implícito, ha llevado a Miriam a la comprensión profunda y a la resolución de un asunto reciente y de otro que, por años, ella había estado cargando. En tal proceso, mente y cuerpo, cuerpo y mente han actuado como un todo y no como partes separadas (Gendlin, E.T. (1992).

En realidad, este tipo de fenómenos se producen instantáneamente. De hecho, está demostrado que nuestros procesos biológicos se rigen por la física cuántica y no por la newtoniana:  La biología de la creencia, (Lipton, 2007).

El instante en el que se funde la sensación sentida con el símbolo es como el Estallido Original. Generalmente no hay palabras para expresar lo que ha sucedido, sin embargo, el sentirlo junto con el expresarlo, aligera la tensión.

 

Entonces le propongo que “vayamos” (pues yo me sentía profundamente involucrado en todo ello) con ese dolor a ofrecerle nuestra presencia, tal y como lo hicimos con la sensación de sus manos y con la de su pecho. Ella lo acepta. Le digo que se tome todo el tiempo que ese lugar necesite estar recibiendo sus cuidados, su presencia acogedora.

 

 

Si esos lugares físicamente sentidos están ahí es porque nos quieren comunicar algo importante. De hecho, podemos sentir que ellos nos atraen. Y de la misma manera podemos llegar a sentir que nosotros también los atraemos, estableciéndose un dialogo amoroso, profundamente espiritual, bio-espiritual.

Con esta propuesta, intento ayudarle a Miriam a mantener el clima corporal en el que lo implícito, esa sensación-con-significado, siga llevando adelante, carrying forward, (Gendlin, 1962) el asunto.

 

Es inestimable la importancia y la trascendencia del papel de la presencia cálida, acogedora (carrying/feeling/presence McMahon,1993, que es lo que realmente somos) que quien la está acompañando le está dando a ella, lo cual crea el clima interior, la elevada ‘frecuencia vibratoria’ que permite que el cambio se dé. Esto es lo distintivo del proceso bio-espiritual: llevarle su presencia aceptante, acogedora, tierna, delicada, tanto a aquel lugar triste como a ese lugar “doloroso” en su corazón. Esta poderosa presencia también nutre la interacción entre quien enfoca y quien acompaña.

 

 

 

Permanece con esto unos largos cuatro, cinco, minutos. Su tía, que había salido de mi oficina con la bebita, estaba inquieta, así que le hago la seña de que estamos por concluir, ya que he comienzo a detectar significativos cambios en Miriam: su llanto ahora es apacible, su rostro, de lívido, pasó a sonrosársele, su respiración antes entrecortada se ha suavizado; su cuerpo luce relajado y toda ella tiene una expresión como de alivio, de tranquilidad. Aguardo un poco más de tiempo, contemplándola, y en el momento que lo siento oportuno le digo que vea si hay algo más que ahora sienta que necesita ser atendido. Se toma un breve tiempo revisando interiormente y con una leve sonrisa me dice que no, que: “Ya todo está bien”.

 

Admirado, se lo reflejo y le pregunto si todo esto que ha recibido ha dejado una sensación como de agradecimiento… a lo que, insinuándosele una leve pero significativa sonrisa, me responde; “desde hace ratito he estado dando gracias por todo lo que ha venido.”

 

 

El asunto inconcluso se ha completado (resuelto) desde sus más profundas raíces biológico-espirituales, dejándole una sensación de bienestar que Gendlin (1982) llama “cambio corporal sentido” (bodily felt shift) que entraña el haber recibido un gran regalo.

 

Con la resolución de su asunto ha venido una sensación muy real que ha culminado en una sentida oración no verbal (McMahon, Campbell, 1993) de agradecimiento antes de que yo se lo propusiera.

(Cuando yo compartí esta experiencia en un aniversario del inicio del Enfoque Bio-Espiritual en México, a Edwin McMahon no dejaban de fluirle lágrimas.)

 

 

Entonces le digo que cuando lo sienta bien, regrese afuera. Se toma su tiempo y abre suavemente sus ojos como regresando de un lugar muy profundo para irse reconectando lentamente con el espacio exterior. Continúa en silencio por breves momentos y ya que lo siento oportuno le pregunto: ¿Cómo se siente ahora, Miriam? Busca palabras y como con una chispa de luz en su mirada, me contesta: “Con ganas, doctor, de llegar a mi casa y bañar a mi hija”. Admirado, se lo reflejo con mis propias palabras y le pregunto si siente que este deseo proviene o se conecta con lo que acaba de vivir, y me dice “¡SÍ!”, sin dudar. Yo simplemente le digo que ella decide si está bien llevarlo a cabo. Ya se imaginarán lo sorprendido que yo estaba y la agradable sensación de bienestar que tenía dentro de mí.

 

 

 

Miriam ha tomado, por sí misma una decisión antes impensable. En el Enfoque Bio-Espiritual no dirigimos a la acción a quien enfoca, pero si, como ahora, ella aparece, invitamos a que la persona tome conciencia de dónde ha provenido tal moción. En realidad, Miriam bien sabía que esa decisión vino del poderoso proceso corporal que la ha empoderado para ello, ya que, tras haber concluido el lado técnico del proceso, ella seguía “enfocando” pero también expresando verbalmente el nivel de integración al que había llegado.

 

Tiempo después, al llegar esta historia a mi memoria, me vino un texto bíblico que antes de mis experiencias de Focusing y Bio-espiritualidad no había tenido el especial sentido que ahora tiene para mí: “…pero me formase un cuerpo y heme aquí dispuesto para hacer tu voluntad.” Entonces pude ver que Miriam había sido empoderada para “hacer la voluntad de Dios” que no es sino poner en movimiento lo amoroso que ella misma es. A propósito, el pensamiento hebreo antiguo no hace distinciones entre lo mental y lo corporal del ser humano. El lenguaje hebreo bíblico habla de la totalidad humana que somos sin dicotomías (ver “Cimentándonos en el cuerpo, Prado, 2024).

 

Estamos ante el comienzo de una relación madre-hija, hija-madre, nueva, en la que hay un balance entre el proceso del sentimiento y la acción. Pero todavía nos falta ver hasta dónde ha seguido llegando este empoderamiento

 

 

Se van y a los 15 días regresa Miriam con su hija Karen a consulta de control; ahora las acompaña la madre de Miriam, abuela de la pequeña. De inmediato y aun sin terminar de tomar asiento, la abuela me habla del “cambio completo” que había visto en su hija a partir de esa experiencia, al tiempo que me dice que ella era quien tenía que bañar a la niña porque Miriam no podía hacerlo. Le digo que yo ya estaba enterado de ello. Entonces ella continúa: “Cuando llegué del trabajo por la noche pregunté, ¿Ya está todo listo para bañar a la niña?, y qué cree, doctor, que me respondió mi hija: Ya la bañé mamá. ¡Yo no lo podía creer!”, concluye la abuela. Entonces comenta candorosamente la joven madre: “Y ahora la niña llora, doctor, pero no cuando le baño yo, llora cuando la baña mi mamá”.

 

La bebita no volvió a responder con llanto a los cuidados de su madre y Miriam no tuvo más esa sensación de frialdad” en sus manos. Tampoco volvió a sentir que ‘nunca sería una buena mamá’. Como puede verse, cada uno de estos movimientos interiores habían cumplido su propósito: llevar adelante, completar (Gendlin, 1964), sanar, en unos cuantos minutos esa dolorosa historia, simplemente poniendo en acción la sofisticada tecnología corporal descubierta por el propio Gendlin (1982) mediante su cuidadosa investigación científica.  

 

Después de esa primera experiencia de Focusing, Miriam me pidió que la acompañara a atender otros asuntos delicados mediante esta técnica/proceso. Así que ella siguió practicando los aprendizajes básicos de cómo atender cosas detenidas, dolorosas, dándole esa misma calidad de presencia a otros asuntos interiores no resueltos. 

 

Tiempo después y tras varias consultas pediátricas sucesivas chequeando el crecimiento y desarrollo y constatando la buena evolución de la pequeña Karen, le pedí a Miriam su autorización para compartir su experiencia a fin de ejemplificar lo que es el Enfoque Bio-Espiritual. De inmediato ella me la otorgó.

 

Pasó el tiempo y en otra ocasión, además de decirle que ya había estado compartiendo algunas partes su historia-experiencia y que, viendo los resultados positivos al hacerlo, le pregunté si me podría poner por escrito su vivencia interior, pues si bien yo recordaba mi papel como acompañante y facilitador, sentía que estaría bien conocer, de ella misma, lo que había sucedido en su interior, a lo cual accedió con una leve sonisa. Pasó tiempo sin que me lo hiciera llegar y una vez le pregunté cómo iba con eso y me contestó que se le había dificultado elaborar el escrito, pero que quería compartirme algo que le había ocurrido recientemente.

 

Asentí, y me contó que, desde la muerte de su hermana, ni ella ni su madre podían pasar frente al hospital donde murió y que, si no podían evitarlo, por lo menos se cruzaban a la acera de enfrente. Enseguida me relató:

 

Hace unas semanas tuve a una prima que es madre soltera, internada en un hospital ginecobstétrico. Fuimos mi mamá y yo a verla pues la noticia era que estaba gravísima y queríamos despedirnos de ella antes del desenlace final. La Asistente nos dijo que nuestra familiar estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), que sólo podía pasar a verla una sola persona y por breve tiempo. De inmediato decidí entrar yo.

 

Como la buscaba visualmente y no la encontraba, el médico me dijo, ¿a quién buscas? Le di el nombre de mi prima y me dijo: “¡Es ella!” Teniéndola enfrente, no la reconocía, doctor, pues estaba muy pálida, hinchada, deforme, conectada a muchos tubos y rodeada de aparatos. El médico me dijo: “Habla con ella”. Yo no sabía si hacerle caso o no, porque me parecía o que se estaba muriendo o que estaba muerta. Al acercarme a ella me di cuenta de que respiraba (estaba conectada a un ventilador). Mientras le decía que era yo, Miriam, que había ido a verla, saqué mi cepillo y me puse a cepillarle su pelo mientras le hablaba de cuando jugábamos y hacíamos muchas cosas juntas, de nuestras travesuras, de cuánto nos queríamos y divertíamos. También le dije que, aunque mi familia no estaba de acuerdo con su manera de vivir, yo la quería; que su hija (de tres años) la esperaba, y que, de verdad, yo quería que viviera… Y cuando me di cuenta, doctor, le estaba escurriendo una lágrima por aquí, -me dijo- señalándome la comisura de sus párpados. Al escuchar el relato de Miriam se me rasaban los ojos.

 

 

 

En esa lágrima, su prima Rocío había “simbolizado” y “llevando adelante” lo no resuelto de su propia vida, sin necesidad de un enfoque formal. ¡La amorosa presencia de su prima Miriam junto con la de un misterioso ser del que nos ocuparemos adelante, actuaron al unísono!

 

En sus ejercicios de enfoque, Miriam había aprendido cómo estar con sus propios asuntos, y eso fue lo que le transmitió a su prima en la unidad de cuidados intensivos. Esta es una poderosa manera como se expresó en Miriam lo que Gendlin (1962) llama “aplicación global”, esto es, que su “vibración” amorosa había activado en su prima su propio proceso experiencial estando entre la vida y la muerte. Pero vayamos al relato…

 

 

Miriam continuó: Cuando salí de mi visita a mi prima, ya mi mamá no estaba, no había soportado ni siquiera esperar a que yo saliera de la UCI.

 

Su prima rápidamente se recuperó. Al preguntarle a Miriam si la manera como había estado con su prima en tan crítico estado, tenía que ver con la ternura y el afecto que ella les había dado a sus propios asuntos, me dijo que lo que en realidad quería compartirme era que la manera como se había sentido acompañada y sostenida durante sus ejercicios de Enfoque la llevó a hacer lo mismo con su prima hospitalizada.

 

Entonces le dije: yo creo que lo que hiciste libró de morir a tu prima. Con sencillez, ella me confió que al recuperarse y salir del hospital, su prima le había dicho exactamente lo mismo; que ella había tomado la decisión de morir pues ya nada ni nadie, incluida su hija, le importaba, pero que cuando Miriam estuvo con ella, al escucharla, veía que un Anciano de blanca barba vistiendo una blanquísima túnica, amorosamente le decía, en la voz de ella (de Miriam) lo que Miriam le estaba diciendo, y que incluso, Rocío le dijo: “yo sabía que eras tú quien me hablaba pues era tu voz la que escuchaba, pero era ese amoroso personaje quien me lo decía”, y que eso que recibió tanto de ella como de ese amoroso personaje, la llevó a tomar la decisión de regresar a vivir su vida en este plano. Miriam había pasado de ser mensajera a convertirse en el Mensaje mismo en la experiencia transpersonal y transdimensional de su prima.

 

Como han podido ver, esta decisión ocurrió cuando Rocío estaba en estado de shock (séptico, un alto porcentaje de las mujeres que se infectan tras un aborto, mueren en estado de septicemia) es decir, sin una adecuada perfusión sanguínea de su cerebro, lo que teóricamente impediría tomar la trascendente determinación de optar por la vida; esto es algo que hacen muchas personas durante sus experiencias cercanas a la muerte (ECM).

 

 

La toma de decisiones es un capítulo crucial en la vida individual, como lo fue para Miriam decidir bañar a su hija y para Rocío tomar la vida en sus manos regresando de su experiencia con un profundo cambio en su cosmovisión (Sánchez, N., 2021). iniciando una vida nueva. Muchas mujeres que regresan de su ECM, tras haber llegado a paladear el amor sanador del “más allá”, lo traen al “más acá” de manera plena (Prado, F., 2014). El médico psiquiatra, Bruce Greyson, (2021) el experto más reconocido a nivel mundial en las ECMs, dice que en los estados expandidos de conciencia en los que se dan las experiencias místicas, está reducida al mínimo la actividad cerebral. Es como si el cerebro –dice Greyson- se apartase y dejara a la mente interior (la conciencia) desplegarse plenamente: https://www.youtube.com/watch?v=0ERUlyxz_V4&t=743s.  

 

 

Dándose el tiempo necesario para escribir lo que yo le había solicitado, Miriam pudo ir encontrando las palabras más cercanas a lo que había vivido, pues le fue más fácil experimentarlo que poner por escrito su vivencia que, generosamente,  ahora nos comparte:

 

Al comenzar el ejercicio de Enfoque, enfrento el enorme monstruo que es el miedo. A partir de haber tenido esta experiencia, el cambio en mi vida fue completo. Y no solamente cambió la mía, sino también la de mi familia. Antes, yo sentía que la vida no tenía sentido. Había perdido a mi hermana. Mi madre había sido madre soltera y yo tenía que cuidar de mis hermanos y de mi casa.

 

Estaba falta de cariño. Toda mi vida no habían sido más que puras responsabilidades. Tenía miedo de casarme y de tener mi propia familia.

 

Era una persona que no sabía expresar lo que sentía. Me daba miedo querer y no sabía cómo tratar a las personas. Cuando me casé empezaron los problemas.

 

Uno entra al Enfoque y empieza a sentir incertidumbre por lo que comienza a descubrir, pero poco a poco vas dándote cuenta que es maravilloso lo que encuentras y lo bien que se siente estar ahí. Al principio es todo oscuro, negro. Es como un cuarto en tinieblas y sólo después de tanta oscuridad y soledad, a lo lejos se ve un punto de luz. Te acercas a ese punto, pero cuesta mucho llegar hasta allí. Se hace eterno el alcanzarlo.

 

Al llegar a la luz vi una niña llorando de tristeza, de miedo, de soledad. No sabía esa niña para dónde ir. Al acercarme a ella comenzaron a moverse todos mis recuerdos; sobre todo los más tristes que había vivido. Todos eran acerca de la niña. Hubo un momento en que yo quería salir de allí. Quería irme y dejar todo eso, pero una confortante voz me hizo tener fuerzas para seguir presente a todo lo que venía. Y cuando me di cuenta ya no tenía miedo. Era bonito estar viendo todo eso. Conforme se me fue quitando el miedo iban llenándose de más luz esos recuerdos. Poco a poco la niña dejó de llorar. Entonces se levantó y todo se iluminó. Fue cuando finalmente le vi el rostro y sonrió que se convirtió en la mujer adulta que soy.

 

A lo lejos había un camino verde, lleno de flores y un cielo azul. Sentía tanta felicidad que pude atender esos recuerdos uno por uno, sin miedo, tranquilamente. Entre esos recuerdos estaba el más doloroso que había vivido. Me acerqué a donde lo llevaba y vi a mi hermana que había muerto. Puede estar con ella en ese lugar. Lo vi pasar todo desde su enfermedad. Fue maravilloso vivir esa experiencia pues le pude decir cuánto la quería y dar gracias por el tiempo que Dios me dejó compartir con ella y por haber sido mi hermana.

 

Después vinieron los momentos felices que se me habían olvidado o los había dejado en un rincón. Fueron muchos y grandes.

 

Caminé y vi a mi familia que era mi esposo y mi hija que acababa de nacer. Estaban felices, esperándome con los brazos abiertos.

 

¡Y comenzó la felicidad!                                                                                        

Miriam Mendoza.

 

 

Hoy sabemos que toda relación madre/hijo(a), hijo(a)/madre, comenzó en nuestra futura madre antes de iniciar nuestra gestación, pues cada mujer (y todo ser humano) llevamos en el cuerpo asuntos inconclusos. Sadik, N. (1995) constató que en una tercera parte de los embarazos estudiados por la UNFPA (Fondo de las Naciones Unidas para las Poblaciones) no es una buena noticia para la mujer al descubrirse encinta. Esto involucra la historia de unos 2,400 millones de seres humanos que actualmente habitamos este planeta. Pero no solo ellos, sino todos, tenemos el reto de acceder de manera sentida a nuestra historia individual, para lo cual, afortunadamente, ahora contamos, con este modelo-proceso que ha estado probando y comprobando su eficacia en la salud e integración de un caudal cada vez mayor de seres humanos.

 

Este nuevo amanecer en Miriam y en muchas personas que he acompañado a enfocar, me ha impulsado a hacer mi propio enfoque partiendo de lo que es real en mí cada vez con mayor frecuencia.

 

A veces he querido tener una ECM y regresar transformado, pero cada día me doy cuenta de que cada Enfoque es, como el de este relato, un estar muriendo y al unísono estar renaciendo, así que el resultado es muy similar sin necesidad de tener una ECM.

 

El fluir de ésta y de toda experiencia que pone en acción nuestra empatía, nuestra capacidad de dar afecto, de ser una presencia acogedora junto con la sabiduría de nuestro cuerpo/espíritu, va encontrando los símbolos certeros que llevan adelante cada paso del proceso, resultando en salud, integración, desarrollo. Ello implica que este Modelo Proceso (Gendlin, 2001) tiene el potencial de poner en marcha a la humanidad entera, pues todos contamos con un cuerpo que tiene el “material interno” necesario para llevar adelante, día con día, nuestros asuntos existenciales desde su lado sentido.

 

Simplemente ve cómo Miriam transitó sucesivamente desde una rara sensación en sus manos seguida de las crudas palabras, “nunca vas a ser una buena mamá…” que apuntaba a su maternidad devastada y el duelo por su hermana llevados triste y dolorosamente por la zona de sus pechos y su corazón que culminó en el “… ¡ya todo está bien!”, lo cual no puede verse sino como un continuum elaborado por una sabiduría “que ni en mil años” nos daría la mente puramente racional, con el claro propósito de ir creando, en cada paso, nuevos significados imposibles de predeterminar, pero generando vida nueva.

 

Hoy pues, sabemos de manera probada y comprobada, que el Modelo Bio-Espiritual fundamentado en la Filosofía de lo Implícito de Gendlin conlleva el poderoso proceso de salud y desarrollo al que todos los seres humanos aspiramos.

 

Afortunadamente hoy sabemos y constatamos que no es cuestión de conocer a detalle de dónde y cómo aparecieron nuestros problemas, sino se trata de poner a trabajar los recursos sanadores que todos poseemos que son capaces de llevarnos al origen y a la resolución de nuestros asuntos, ya sea que vengan desde nuestra vida intrauterina y aun antes de ella, como ahora nos lo dice la epigenética. Así que, si este escrito te motiva a probar el Focusing, o a seguirlo practicando, tienes a tu disposición este material para con él (si así lo quieres) ir a tus propias experiencias, pues todas y cada una provienen del inagotable “Más” (Gendlin,1981) que tú eres y que está esperando serte, pacíficamente revelado con un: Bienvenido de regreso a Casa.

 

 

Juan B. Prado Flores: jubpr@yahoo.com  +52 5527329629

 

 

Bibliografía/Cybegrafía

 

Gendlin, E. T. (1962) Experiencing and the creation of meaning. Traducción, Luis Robles Campos.  https://focusingexperiencial.blogspot.com/2008/08/la-filosofa-de-lo-implcito.html

 

Gendlin, E. T. (1996) El Focusing en Psicoterapia. Paidós, 399- 418. 1996.

 

Sadik, N. (1997) The state of world population 1995, New York, 1995.

 

Gendlin E. T. (1973) Experiential Psychoterapy En: Corsini  R. (ed) Current Psychotherapies, 317-352. (Traducido al español… en Psicoterapia Experiencial y Focusing. La aportación de E. T. Gendlin. Editor:  Alemani, C, Desclée De Brouwer,1997.

 

Gendlin, E. T. (1981) Focusing Proceso y técnica del enfoque corporal. 5a Ed. Mensajero, 10,

 

Gendlin, E.T. (1964) Una teoría del cambio de la personalidad. https://focusingexperiencial.blogspot.com/2008/08/la-filosofa-de-lo-implcito.html  Pág. 18. Traducción de Edgardo Riveros.

 

McMahon, & Campbell (1993) The Grace of Forgiving Yourself Through Focusing, Tasora, 7, 1993, Traducido al español como La gracia de perdonarte a ti mismo a través del Enfoque Bio-Espiritual, Cuaderno No. 10 p 7.

 

Greyson, (2021) La ECM de BRUCE GREYSON Primera Parte | Somos Alma

https://www.youtube.com/watch?v=E__4CWE2sek&ab_

 

Sánchez, N. (2021). Título de la tesis en inglés [Tesis de maestría no publicada]. University of Wales Trinity Saint David. (https://scientificandmedical.net/events/natalia-sanchez-que-es-real-ecm/ )

 

Prado, F. (2007) Befriending Fear: A Story Told from Two Angles. 92-94 The Folio, 2007.

 

Prado, F, (2014) Sánate a ti mismo y sana tu mundo. Introducción a la Bio-Espiritualidad. Ed. Palibrio, 2014.  

 

Riveros, E. Un Modelo Procesal. Parafraseando a Eugene Gendlin, Ecuador, 2009, p 21.

 

Gendlin, E. A Process Model. PDF. The International Focusing Institute.  Modified 10/2001 (c) 1998.

 

Prado, F. Descubre tus recursos de desarrollo. Cimentándonos en el cuerpo. https://www.blogger.com/blog/post/edit/7379021268064864254/1504655883935446470

 

Alemani, C. 1997. Existencialismo y Psicoterapia Experiencial en Psicoterapia Experiencial y Focusing. La Aportación de E. T. Gendlin, en C. Alemany, Desclée De Brouwer, p. 50.

 

Lipton, B. (2007). La biología de la creencia, cap 4.

 

Gendlin, E.T. (1992). The primacy of the body, not the primacy of perception Man and World, 25(3-4), 341-353. From https://www.focusing.org/gendlin/docs/gol_2162.html