viernes, 17 de mayo de 2024

 

¿Qué hay en las entrañas de ésta –y de toda- experiencia Bio-espiritual?

 

 El desenvolvimiento de esta historia de Enfoque Bio-Espiritual (EB-E) es tan pedagógicamente ilustrativo, que he decidido poner aquí algunos de los principales elementos que ella implica. Y al decir que implica, estoy afirmando que lo que ha surgido al estarla experienciado no solo permanece, sino que al paso del tiempo se profundiza y se potencializa ya que, mediante este tipo de experiencias, entramos a la dimensión de lo más extenso, de lo eterno.

 

Vayamos a la historia,[1] pero recomiendo leerla una o dos veces antes de revisar las notas que he puesto a pie de página.

 

Miriam, la joven madre de una recién nacida, solicita una cita médica conmigo para que atienda a su bebita. Al llegar a la cita, me consulta acerca del problema de su hija de 28 días de vida que, al paso del tiempo, se ha ido incrementando. La tía materna de Miriam quien contactó a Miriam conmigo y que ahora las acompaña, carga en sus brazos a la recién nacida.

 

Entre los antecedentes perinatales está el que cuando Miriam tenía 15 años, murió su hermana de 13 por anemia aplástica (su cuerpo no producía elementos sanguíneos). Miriam se había casado cinco años atrás, pero no había querido embarazarse, el embarazo vino aun trayendo implantado un dispositivo intrauterino. La joven madre me dice, cuando le pregunto por el motivo de la consulta:

 

“Es que no sé[2] qué le pasa a la niña doctor; si la cargo llora, si la visto llora, si la amamanto llora… ni siquiera la he podido bañar, la baña mi mamá porque yo siento las manos heladas, como con un sudor frío, como con hielo por dentro, como… no sé…”[3]

 

Mientras, yo veo a la tía de Miriam con la sobrina nieta en sus bazos y a la pequeñita completamente tranquila. Al revisar a la bebita no encuentro nada anormal en ella por lo que le hago a Miriam una pregunta que a mí mismo me sorprende:[4] “Señora, su hija está sana, ¿siente[5] que hay algo que le impide disfrutarla?” Viéndome fijamente a los ojos y tocándose con inquietud sus manos, me dice: “Sí, doctor, ¡mis manos!”[6]

 

Por mi contacto con el Enfoque Bio-Espiritual caigo en cuenta de que ella ‘sabe’[7] que en la sensación que tiene en sus manos está expresándose el problema existente entre ella y su hija. Entonces le digo que sé de un procedimiento que quizá aclare qué es eso en sus manos que le impide no sólo disfrutar sino aun bañar a su hija y le pregunto si estaría bien que lo llevásemos a cabo. Me contesta que sí[8] y comenzamos el siguiente ejercicio de Enfoque (Enfoque Bio-Espiritual).

 

Vea –le digo- si está bien cerrar sus ojos para que no la distraiga nada de afuera. Accede, y al hacerlo, le pido que vea si puede entrar a su cuerpo y desde dentro de él, dirigir su atención a sus manos y contactar la sensación que siente[9] que tiene que ver con el llanto de su hija al tratar de atenderla, de abrazarla.

 

No se trata –le hago saber- de buscar explicaciones, de calmar o de pretender eliminar lo que siente, tampoco de minimizarlo, de culparlo o de criticarlo, sino de ir a donde eso se siente y quedarse unos momentos con eso de manera respetuosa. Tras uno a dos minutos, súbitamente abre sus ojos con sorpresa y angustia y se me queda viendo. Yo tranquilamente le digo que voy a seguir ahí con ella y que si lo siente bien vuelva allí adentro. Vuelve a cerrar sus ojos, pero sigue nerviosa. Entonces le pregunto si ha surgido una palabra, una imagen, un color, un recuerdo, e inmediatamente me dice: “Sí, son unas palabras: Nunca vas a ser una buena mamá para tu hija.”[10] Sorprendido yo también, le reflejo[11] estas palabras de manera empática, al tiempo que le pregunto si ellas se conectan con la sensación de sus manos y entonces me contesta: “¡Sí!”[12], sin dudar.

 

Entonces le digo que vea cómo se siente todo[13] esto y en lágrimas me dice: “¡Muy triste![14] Le reflejo empáticamente esas palabras desde mi propia sensación corporal sentida y le digo que está bien sentir esa tristeza, pues ella había vuelto a abrir sus ojos como interrogándome y/o interrogándose si no sería mejor salir y dejarlo todo. Los vuelve a cerrar, y entonces le digo que vea dónde[15] en su cuerpo se siente esto tan triste. Está buscando ese lugar y en tres o cuatro segundos extendiendo su mano por todo su pecho me dice: “Aquí”.[16] ‘Aquí’, le reflejo[17] y le sugiero: Tal vez ese lugar triste también esté necesitando que le demos[18] una acogida delicada, respetuosa. Quiero que vea si puede ir ahí a su pecho donde está esta intensa tristeza y ofrecerle su cálida, amorosa, presencia.[19]

 

Me contesta que lo intentará; poco después y más tranquilamente, me hace saber que lo está haciendo. Le digo que vea si puede quedarse ahí, esperando por si, como sus manos, ese lugar[20] también tiene algo que decirle mediante una imagen, un recuerdo, una palabra, otro sentimiento…[21] Entonces, con un llanto que viene de muy adentro me dice: Es un recuerdo, es cuando estoy con mi hermanita en el hospital, estamos ella y yo solas, la tengo en mis brazos y se está muriendo[22]

 

Con el impacto que recibí al escucharla se me rasaron los ojos.[23]  Al preguntarle, desde mi conexión empática conmigo mismo a la vez que con ella, ¿Cómo se siente todo esto?, contesta tras una breve pausa: “¡Con mucho dolor!”[24]¿Dónde –le digo- en su cuerpo está este grande dolor? Se toma unos cuántos segundos de búsqueda, con el llanto fluyéndole mientras posa suavemente la punta de su dedo índice derecho y me dice: “Aquí… en mi corazón.”[25]

 

Entonces le propongo que vayamos también a ese lugar transido de dolor a darle una presencia amorosa, acogedora, tal y como lo hicimos con la sensación de sus manos y con la de su pecho; acepta, le digo que se tome todo el tiempo que necesite para atender eso dentro de ella y que reciba cualquier otra cosa que venga…

 

Está allí como unos tres o cuatro minutos (su tía, que había salido con la bebita de mi oficina, estaba inquieta, así que le hago la seña de que ya estamos por concluir) y comienzo a ver algunos cambios en ella: su llanto ahora es apacible, su semblante, de lívido, pasa a sonrosársele, su respiración antes entrecortada se ha suavizado; veo que todo su cuerpo está relajado y en toda ella una expresión como de alivio, serenidad, bienestar.[26] Le pregunto si hay algo más que necesite ser atendido. Se queda revisando interiormente y con una leve sonrisa me dice que no, que: “¡Ya todo está bien!”[27]

 

Para terminar, le pregunto si todo esto que ha recibido ha dejado una sensación de agradecimiento, a lo que, insinuándosele una leve sonrisa, me responde que desde antes, ella ha estado dando gracias por todo cuanto ha venido.[28]

 

Entonces concluimos el procedimiento.[29] Ella va abriendo sus ojos y poco a poco ajustando su vista a lo de afuera, como viniendo de un lugar profundo, como regresando de una inesperada experiencia de apertura o expansión de su conciencia.[30]

 

 

 Ya que se ha reconectando con lo exterior, le pregunto: ¿Cómo se siente, Miriam? Tras una breve pausa buscando/encontrando palabras y como con una chispa de luz en su mirada, me contesta: “Con ganas, doctor, de llegar a casa y bañar a mi hija”.[31]  Le pregunto si siente que este deseo proviene o se conecta con lo que acaba de vivir, y me dice “¡SÍ!”, sin dudarlo.[32] Yo simplemente le digo que ella decide si está bien hacer eso de bañar a su hijita en cuanto regresen a casa. Ya se imaginarán lo admirado y sorprendido, y el estado de bienestar difícil de describir y del que simplemente surgía un “GRACIAS”.

 

Se van y a los 15 días regresan, madre e hija a consulta de control, pero ahora las acompaña la madre de Miriam. De inmediato la abuela me habla del cambio completo que había visto en su hija, me dice que ella tenía que bañar a la niña porque Miriam no podía hacerlo. Le respondo que ya me lo había dicho su hija, y entonces me comparte: “Cuando llegué del trabajo por la noche pregunté, ¿Ya está todo listo para bañar a la niña?, y qué cree doctor que me respondió mi hija: Ya la bañé mamá. Yo no lo podía creer”, concluye la abuela. Entonces comenta con sencillez la joven madre: “Y ahora doctor, la niña llora, pero no cuando la baño yo,[33] llora cuando la baña mi mamá”. La bebita no volvió a responder con llanto a los cuidados de su madre y Miriam no tuvo más esa sensación de frialdad” en sus manos. Tampoco volvió a sentir que ‘nunca sería una buena mamá’. El asunto madre-hija con toda la historia dolorosa que Miriam había estado cargando por años, habían sido resueltos desde las profundidades de su cuerpo[34] ¡en unos cuantos minutos!

 

Tiempo después y tras varias consultas pediátricas sucesivas verificando la buena salud y evolución de la pequeña Karen, le pedí a Miriam su autorización para compartir su experiencia a fin de ejemplificar lo que es el Enfoque Bio-Espiritual. De inmediato, ella me la otorgó. En otra ocasión, y después de haberle pedido en otros momentos que me pusiera por escrito lo que había sucedido dentro de ella durante su ejercicio de Enfoque me contestó que se le había dificultado hacerlo, pero que me quería compartir algo que le había pasado. Estuve de acuerdo y me contó que:

 

A partir de la experiencia de la muerte de su hermanita, ni ella ni su madre podían pasar frente al hospital donde la niña de 13 años murió; si no podían evitar pasar por allí, por lo menos se cruzaban a la acera de enfrente.

 

Pero recientemente -me dijo- tuve a una prima que es madre soltera, internada en un hospital Gineco-obstétrico que estaba gravemente enferma. Aunque no estábamos de acuerdo con su manera de vivir, fuimos mi mamá y yo a visitarla, nos enteramos de que estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). La Asistente nos dijo que sólo podía pasar a verla una sola persona y yo decidí entrar.[35] Como la buscaba visualmente y no la encontraba, el médico me dijo, ¿a quién buscas? Le di el nombre de mi prima y me dijo: “Es ella”. Teniéndola enfrente, no la reconocía pues estaba muy pálida, hinchada, deforme, conectada a muchos tubos y rodeada de aparatos. El médico me dijo: “Habla con ella”. Yo no sabía si hacerle caso o no, porque me parecía o que se estaba muriendo o que ya estaba muerta. Al acercarme me di cuenta de que respiraba. Entonces comencé a tocar su mano, a acariciarle su rostro y a cepillarle su pelo[36] mientras le hablaba de cuánto nos queríamos de niñas, de cuando jugábamos y disfrutábamos muchas cosas juntas, de las travesuras que hacíamos…; le dije que, aunque mi familia no estaba de acuerdo con su manera de vivir, yo la quería; que su hija de tres años la necesitaba, que, de verdad yo quería que viviera… Y cuando me di cuenta, doctor, le estaba escurriendo una lágrima por aquí, -me dijo-, señalándome la comisura de sus parpados.

 

Al escuchar su relato también a mí se me humedecían los ojos. Ella continuó: Cuando salí de visitar a mi prima, ya mi mamá no estaba, no había soportado ni siquiera estar en la sala de espera del hospital.

 

Su prima rápidamente se recuperó. Al preguntarle yo a Miriam si la manera como la había atendido en tan crítico estado tenía que ver con la ternura y afecto que ella le había dado a su propio asunto, me dijo que sí, que precisamente quería compartirme la manera tan amorosa como se había sentido acompañada y sostenida durante su ejercicio de Enfoque.

 

 Entonces le dije “yo creo que lo que hiciste libró de morir a tu prima”. Con sencillez me confió que su prima le había dicho exactamente lo mismo. Que cuando estaba en la UCI, había tomado la decisión de morir pues ya nada ni nadie, incluida su hija, le importaba, pero que cuando Miriam estuvo con ella, al escucharla veía que un amoroso anciano de gran estatura, de barba blanca y ataviado con una blanquísima túnica,[37] le decía, con la voz de ella (de Miriam) lo que Miriam le estaba diciendo,[38] y que eso que recibió y la manera como se le dio, fue lo que la llevó a decidir regresar.[39]

Todo esto ocurrió cuando su prima estaba en estado de shock séptico (un alto porcentaje de las mujeres que se infectan tras un aborto mueren en estado de septicemia) es decir, sin una adecuada perfusión sanguínea de su cerebro (y de todos sus sistemas) ella había tomado una decisión que no dependía de su conciencia mental, racional, sin embargo, eso no sólo no le impidió tomar esa trascendental decisión para el resto de su vida, sino que, según se ha descubierto,  se lo propició.[40]

 

Tiempo después Miriam pudo poner por escrito su experiencia y me la dio para compartirla, lo cual ahora hago para ustedes. Si lo relatado desde mi punto de vista puede ser sorprendente, en su escrito ella comparte algo del proceso interior, corporal, que le dio salud a ella, a su hijita, en su relación, con su prima, etcétera, lo cual puede abrir más a lo trascendente mediante esta técnica/modelo llamada Enfoque Bio-Espiritual (Bio-Spiritual Focusing).

 

Miriam describe así el desenvolvimiento del proceso experiencial corporal, y los efectos en su vida, en sus relaciones familiares e interpersonales, efectos que siguen fluyendo y expandiéndose hasta el día de hoy:

 

Al comenzar el ejercicio de Enfoque, enfrento el enorme monstruo que es el miedo.[41] A partir de haber tenido esa experiencia, el cambio en mi vida fue completo. Y no solamente cambió la mía, sino también la de mi familia.

 

Antes, yo sentía que la vida no tenía sentido. Había perdido a mi hermana. Mi madre había sido madre soltera y yo tenía que cuidar de mis hermanos y de mi casa.

 

Estaba falta de cariño. Toda mi vida no habían sido más que puras responsabilidades. Tenía miedo de casarme y de tener mi propia familia.

 

Era una persona que no sabía expresar lo que sentía. Me daba miedo querer y no sabía cómo tratar a las personas. Cuando me casé empezaron los problemas.

 

Uno entra al Enfoque y empieza a sentir incertidumbre por lo que comienza a descubrir, pero poco a poco vas dándote cuenta que es maravilloso lo que encuentras y lo bien que se siente estar ahí.

 

Empiezas y es todo oscuro, negro. Es como un cuarto en tinieblas y sólo después de tanta oscuridad y soledad a lo lejos se ve un punto de luz. Te acercas a ese punto, pero cuesta mucho llegar hasta allí.[42] Se hace eterno el llegar a alcanzarlo.

 

Al llegar ahí vi una luz[43] y una niña llorando de tristeza, miedo, soledad. No sabía esa niña para dónde ir. Al acercarme[44] a ella comenzaron a moverse todos mis recuerdos; sobre todo los más tristes que había vivido. Todos eran acerca de la niña. Hubo un momento en que yo quería salir de allí.[45] Quería irme y dejar todo eso, pero una voz muy confortante me hizo tener fuerzas para seguir[46] viendo todo lo que pasaba y cuando me di cuenta ya no tenía miedo.[47] Era bonito estar viendo eso. Conforme se me fue quitando el miedo iban llenándose de más luz esos recuerdos. Poco a poco la niña dejó de llorar. Entonces se levantó y todo se iluminó. Fue cuando finalmente le vi el rostro y sonrió, que se convirtió en la adulta que soy.

 

A lo lejos había un camino verde, lleno de flores y un cielo azul. Sentía tanta felicidad que pude atender esos recuerdos uno por uno, sin miedo, tranquilamente. Entre esos recuerdos estaba el más doloroso que había vivido. Me acerqué a donde llevaba ese recuerdo y vi a mi hermana que había muerto. Puede verla y estar en ese lugar con ella. Lo vi pasar todo desde su enfermedad. Fue maravilloso vivir esa experiencia[48] pues le pude decir cuánto la quería y dar gracias por el tiempo que Dios me dejó compartir con ella y por haber sido mi hermana.[49]

 

Después vinieron los momentos felices que se me habían olvidado o los había dejado en un rincón. Fueron muchos y grandes.

 

De repente caminé y vi a mi familia que entonces era mi esposo y mi hija que acababa de nacer. Estaban felices, esperándome con los brazos abiertos. ¡Y comenzó la felicidad![50]                                                                                         

Miriam Mendoza.[51]

Esta historia nos deja ver con claridad el enorme potencial de salud, integración, desarrollo que trae consigo el echar a andar los recursos corporales que todos tenemos y somos, generadores de cambios profundos, permanentes y progresivos con sólo atrevernos a atender nuestros asuntos inconclusos tal y como los estamos sintiendo. Simplemente ve cómo esta joven mujer transitó[52] sucesivamente desde “nunca voy a ser una buena mamá…”, hasta: “… ¡ya todo está bien!”, mediante pasos ensamblados con un propósito y nuevos significados imposibles de determinar a priori, pero con una clara dirección de vida nueva[53]. Como haz podido darte cuenta, para llevar Miriam su asunto adelante lo ha hecho en/desde su cuerpo. Hoy pues, sabemos de manera probada y comprobada que este modelo conlleva un proceso de desarrollo que todos los seres humanos tenemos a nuestro alcance simplemente poniendo a trabajar los recursos con los que ya hemos sido dotados. También puedes ver que llevarlo a cabo no es algo complicado, sino que, maravillosamente, su resolución fluye desde nuestro interior, lo cual ¡disfrutamos!

 

Toda relación madre/hijo se empezó a gestar en la futura mamá antes del inicio nuestra gestación biológica, así que todos los seres humanos tenemos enfrente el reto de asumirla y resolverla, para lo cual, afortunadamente ahora contamos con este modelo que ha estado probando y comprobando su eficacia, de lo cual, esa historia, entre muchas, es un bello testimonio.

 

Si tú res como yo, seguramente habrás estado buscando soluciones a algún asunto doloroso sin haber tenido acceso al proceso corporal de la salud integral. Afortunadamente hoy sabemos y constatamos que no es cuestión de conocer a detalle de dónde y cómo aparecieron nuestros problemas, sino que, gracias a poner a trabajar estos recursos, podemos incluso decir que no se trata de solucionar nuestros problemas, sino de permitir que su resolución se nos dé al estar presentes para ellos de la manera como aquí se describe. Así que tienes a tu disposición este material escrito, para, con él, acceder a tus propias experiencias, tanto a las deleitantes como a las dolorosas. Y si tienes dificultad para ello, aquí te dejo mi dirección para trabajarlo tú y yo, juntos.  

 

 

Juan B. Prado Flores                                                        jubpr@yahoo.com



[1] Publicada en: http://www.focusing.org/folio/Vol20No12007/11_BefriendingFear.pdf

 [2] Al decirme Miriam (M), no sé qué le pasa …. parece que tiene la esperanza de que, al consultarme, yo le diga por qué su hija responde con llanto a sus cuidados maternales. Obviamente yo no tengo tal explicación, no la tiene nadie y aunque la hubiera, eso no generaría ningún cambio en la pequeña.

 [3] Este “no sé”, completamente distinto del primero, denota que M intuye que lo que siente en sus manos tiene que ver con la rara reacción de su bebita a sus cuidados. M ha pasado del no saber intelectual (generado en su corteza prefrontal) a su sistema límbico y sus ricas interacciones con el hemisferio cerebral derecho que da lugar a lo intuitivo a la vez que integra lo emocional, los sentimientos y las sensaciones corporales otorgándoles un cierto significado sentido (Gendlin), lo cual quedará evidenciado adelante. Psicológicamente hablando, estos dos “no sé”, hacen la diferencia entre “intelectualizar”, lo cual no puede mover el asunto en cuestión, y “procesar” o “experienciar”, en donde el cuerpo integral, cobra la mayor importancia. Si M no hubiera dado esta transición, las cosas que estás por conocer, no se hubieran movido ni una micra.

[4] Aunque entonces yo no supe de donde procedía esta pregunta tan directa, “intrusiva”, casi ofensiva que le hice, gracias a ella no sólo se mantuvo nuestra interacción en la esfera de lo sensitivo, sino que le cerró el paso a los mecanismos mentales evade-proceso que nos encierran en prácticas codependientes y adictivas que nos impiden dar con el proceso del cambio hacia lo saludable en la resolución de nuestros asuntos dolorosos, difíciles, complejos.

 [5] Así que a mi pregunta … ¿siente que hay algo que le impide disfrutarla? ella responde desde el antes citado plano de lo físicamente sentido, pero sin poder ser verbalizadoSi en lugar de hacerle esa pregunta la hubiera obviado, yo habría regresado la interacción al plano intelectual antes señalado, y bloqueando el proceso.

 [6] Lo mismo hubiera pasado si yo, desde mi “autoridad profesional” como pediatra me hubiera puesto a darle consejos… En cambio, lo instantáneo de su respuesta: Sí, ¡Mis manos!, nos dice que ella está aceptando tácitamente que eso que siente le impide disfrutarla, sintiendo, además, la ausencia del sentimiento de bienestar propio de ese tipo de relación. Como esto duele, no se da muy a menudo en nuestras interacciones ordinarias, pues generalmente nos mantenemos en el plano mental de querer entender y arreglar las cosas con y desde “la cabeza”.

 [7] Un saber-sensible, saber de saborear, de sabiduría. Implícitamente M sabe que no solo tenemos significados en la mente, sino que también nuestro cuerpo porta sus propios significados, lo cual ha sido un trascendente descubrimiento de E. T. Gendlin, ampliando enormemente esta dimensión de la conciencia humana por demasiado tiempo olvidada.

 [8] Esta instantánea respuesta afirmativa de M, libre de bloqueos o resistencias, habla de que, de por sí, ella está conectada con su cuerpo, con sus sensaciones y con sus significados corporalmente sentidos, lo cual no es regla, sino excepción. Gracias a ello, ¡estamos en terreno firme y fértil desde el que es posible que M lleve sus cosas adelante! Y pide que, a mi vez, yo me prepara a entrar en esa dimensión desconocida que llamamos experienciar.

 [9] Así que ella no tuvo ninguna dificultad para sentir lo que había en sus manos. Se trata de un sentir/saber en el sentido de percibir-saborear, de degustar. En este sentido, sentir y saber tienen una misma raíz.

 [10] El proceso corporal está en marcha, así que, por terrible y hasta contraproducente, irracional o absurda que pueda parecer, esta declaración venida de sus manos viajando por su vía sensitiva, haciendo conexión con la totalidad de su sistema nervioso central y específicamente con su corteza prefrontal, está llevando adelante su doloroso asunto verbalizándolo de esta manera.

 [11] El “reflejo” empático, no es sólo la repetición de lo que ella me ha compartido, pues ayuda a que M sienta que no está sola sino acompañada, que puede confiar en lo que esa pasando dentro de ella al tiempo que puede senirse respetada, acogida, comprendida, aceptada…

 [12] Desde el filósofo, psicoterapeuta Eugene T. Gendlin: “Usamos la palabra ‘simbolizar’ en un sentido raro pero cierto. Simbolizar aquí no significa representar en símbolos”. En este contexto, símbolo es algo no racional que viene al estar atendiendo un asunto físicamente sentido, ya sea una palabra, una imagen, un recuerdo, lágrimas… cualquier cosa que encaje, que se ajuste, que se adecúe, se ensamble con el significado-sentido, llevando adelante el proceso y cambiando su sgnificado. Ver Existencialismo y Psicoterapia Experiencial en Psicoterapia Experiencial y Focusing. La Aportación de E. T. Gendlin, en C. Alemany, Desclée De Brouwer, p. 50.

He sido testigo presencial (y participante) de que lo que ha dicho Gendlin es absolutamente cierto, aunque, desde una mirada puramente racional, pueda parecer todo lo contario. Este “Sí” de M nos hace saber que la sensación de sus manos y las palabras nunca vas a ser una buena mamá han ensamblando perfectamente. A esto tanto Rogers como Gendlin le llaman congruencia que, como experiencia interior, sabemos/sentimos que estamos en un territorio en el que no hay caminos trazados; estamos en lo inédito, es decir, en territorio sagrado.

 [13] Esta propuesta es para que M se mantenga en lo corporalmente sentido, y que no salte a la mente pensante, controladora. En ese “todo” ella está ante su asunto como totalidad implícita, sin tener que fraccionarlo para entenderlo, comprenderlo y, de ese modo, controlarlo. Es que el cuerpo trabaja con totales, no con partes o fracciones de nuestros asuntos existenciales.

  [14] Ha venido, como en cascada, este nuevo, desgarrador sentimiento del que M quisiera huir. Puedes darte cuenta de que el eje de donde parte el proceso bio-espiritual es el SENTIR, a veces placentero, a veces, como ahora, tremendamente intenso. Aquí cobra especial relieve la presencia empática de quien la está acompañando.

 [15] Esto es una invitación a ir a donde, en su cuerpo, se aloja este sentimiento, ubicándolo tras breves momentos de búsqueda.

 [16] Este inequívoco “Aquí”, señala que se ha formado en su cuerpo otra sensación con sentido, con significado. El asunto físicamente sentido como un todo, ha recorrido otro trecho.

 [17] Otra cosa que le sucede a quien enfoca con nuestro reflejo, es que confirma lo real de aquello que nos ha compartido, un sentimiento, una sensación con significado, un símbolo, ahora en la voz de la persona que la acompaña. De esta manera está recibiendo dos veces el mensaje que le ha venido de adentro. Esto ayuda a que ella se mantenga en el proceso corporal y no “se vaya a la cabeza”, a razonar, a interpretar, a hacer juicios… ¡y mantiene a quien acompaña en su propio proceso corporal!

 [18] El facilitador está profundamente involucrado en el proceso.

 [19] Es inestimable la importancia y la trascendencia del papel de la presencia cálida, acogedora (carring/feeling/presence) que M le ofrece a su asunto que es la misma que el facilitador tiene para ella y para sí mismo, lo cual crea el ambiente, el clima interior, en el que el cambio se da. De este tipo de presencia es de la que se nutre la Bio-Espiritualidad (cuando dos o más se reúnen en mi nombre…).

 [20] Recuerden que estamos hablando de lugares físicamente sentidos. Es decir, de algo tan real como que lo sentimos, pues nadie puede dudar de sentir lo que está sintiendo.

 [21] Cualquier cosa que venga, conecte con la sensación dolorosa y haga que esta cambie, es bienvenida.

 [22] Ha venido un nuevo símbolo que nos resitúa en lo inesperado, lo vacío, lo impensable, lo incomprensible, en tierra de nadie o como le quieras, de acuerdo a tu propia experiencia, llamarle. Sin embargo, y como veremos más adelante, en este espacio, Miriam ha estado llevando adelante el duelo por la muerte de su hermana…

 [23] Se ha dado una interacción empática de respeto y aceptación incondicional entre Miriam y quien le acompaña, lo que resulta en una bendición para ambos ya que, como seres humanos, todos tenemos o hemos tenido grandes pérdidas. Más adelante, Miriam nos hablará de las que tuvo durante toda su infancia.

 [24] Otro significado sentido que viene con su propio sentimiento. Aquí no hay razonamientos, análisis… eso vendrá después…

[25] Otra sensación con significado-sentido o sensación sentida: (felt sense, Gendlin) que, por definición, siempre tiene algo MÁS que revelar. Y te imaginarás mi asombro…

 

[26] El asunto inconcluso se ha completado (resuelto) desde sus más profundas raíces corporales, dejando….

 

[27]dejando una sensación de alivio, de bienestar, de liberación de una gran carga, lo cual yo pude constatar. Desde la investigación de Gendlin, a esto le llamamos “cambio corporal sentido” (felt shift).

 

[28] Por sí misma, Miriam ha dado el Sexto Paso del EB-E: “Nutrir y fortalecer” que consiste en que habiéndose dado uno cuenta de que el proceso se ha dado sin intervención del razonamiento ni de la voluntad, es decir, que claramente siente que ha recibido un impensable regalo. Para cuando yo se lo sugerí, ella ya lo había hecho, lo cual nos indica que no es un agregado, sino algo integral a la experiencia misma. Esto abona a que se trata de un proceso absolutamente gratuito.

 [29] Como puedes darte cuenta, durante el procedimiento, en ningún momento recurrimos a algún concepto psicológico, a alguna doctrina, a una escuela de pensamiento, pues los recursos para llevar adelante nuestros asuntos vitales ya los llevamos dentro. Es solo cosa de poneros en acción tanto para beneficio propio como para el bien común y el planetario.

 [30] Hoy todo mundo sabe que la apertura a la experiencia de La Verdad, el Sumo Bien, la Iluminación, etcétera, implica siempre una ampliación de nuestro estado de conciencia, tal como ocurre también en los fenómenos paranormales, como la telepatía, la precognición, la telequinesis entre otros.

 [31] En la llegada de esta decisión, libre, empoderada, proveniente del propio proceso corporal, sin ninguna dirección, insinuación, inducción, consejo, menos intrusión dados desde el exterior, y sin que hubiera de por medio ningún proceso mental, racional, reflexivo, inductivo, deductivo o volitivo, Miriam ha tenido acceso a nueva simbolización de su experiencia. Todo esto me trae el registro sentido de un dicho bíblico que antes de mis experiencias de Focusing y Bio-espiritualidad no había tenido el especial sentido que ahora tiene para mí: “Pero me formase un cuerpo y heme aquí dispuesto a hacer tu voluntad.” Quizá ahora podamos ver que esta mujer fue preparada paso a paso, para hacer “la voluntad de Dios”. Pero nos falta ver hasta dónde ha llegado esta decisión/acción en la vida de Miriam y, mediante ella, a su entorno.

 [32] En esta respuesta instantánea y contundente, tampoco ha habido de por medido ningún proceso racional, reflexivo, inductivo, o deductivo. Esta es la esencia de la experiencia Bio-Espiritual que podemos llamar regalo, gratuidad, gracia, más allá de la connotación que la religión suele darle.

 [33] Miriam había previamente tratado de bañar a su hija. Lo había pensado, repensado y decidido. Pero no había podido lograrlo. La energía para llevarlo a cabo y disfrutarlo madre e hija le vino del empoderamiento que el proceso corporal le había conferido. Ahora, no sólo la baña, sino que la limpia, la purifica de todas las dolorosas historias inconclusas que, completadas y resueltas, no solo no se interpondrán en la relación madre/hija, hija/madre, sino que serán fuente de salud y desarrollo para ambas.  

 [34] Algún interesado puede ver el artículo de mi autoría titulado “Cimentándonos en el cuerpo”: https://www.blogger.com/blog/post/edit/7379021268064864254/2675081142599830835

  [35] Su madre no pudo entrar a la UCI a visitar a su sobrina gravemente enferma. Todo parece indicar que no había procesado el duelo por la muerte de su hija acaecida nueve años atrás. 

 [36] Se trata de un lenguaje que involucra el cuerpo, que se da mediante el cuerpo, desde el cuerpo, con el cuerpo, algo muy distinto al lenguaje puramente mental, correcto y educado que solemos utilizar en el trato social, con personas queridas y para con nosotros mismos.

 [37] Muchos testimonios de personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte (ECM) se refieren a estas figuras como “seres de luz” que las envuelven en amor, las acompañan, las guían, las empoderan y regresan de sus ECM sin temerle a la muerte. Han tenido una experiencia directa de lo trascendente que ha transformado sus vidas.

 [38] En la experiencia de la prima de Miriam, Miriam y el Ser de luz se habían integrado como una sola y la misma presencia. No podemos comprender del todo la dimensión de regalo de la vida sin alguna experiencia como ésta. Por ello, en la Bio-espiritualidad hablamos de una integración, mejor, de la integridad cuerpo/Cuerpo como el Todo integral en el que vivimos. Desde esta perspectiva, cada momento de nuestra vida está diseñado para descubrir, vivir y gradecer, este regalo.

 [39] Esta historia -como muchas que se producen en quienes entran a su proceso bioespiritual- se inscribe claramente en lo que se ha llamado: experiencias cercanas a la muerte (ECM), en las que la masa cerebral carente de perfusión sanguínea debido, como en esta historia al shock séptico en que se encontraba su prima Rocío, había dejado de funcionar, dejando libre paso a material que no viene de ella, sino de otra más abarcadora y sabia dimensión.

 [40] El médico psiquiatra, Dr. Bruce Greyson, el más reconocido experto a nivel mundial en experiencias ECM, dice que en los estados expandidos de conciencia en los que se dan las experiencias místicas está reducida al mínimo la actividad cerebral. Es como si el cerebro –dice- se apartase y dejara a la mente interior (la conciencia, la llamada lucidez terminal) desplegarse plenamente. Ver  https://www.youtube.com/watch?v=0ERUlyxz_V4&t=743s.

 [41] Uno de los grandes obstáculos que se nos presentan para entrar a nuestro interior son nuestros miedos, por ello intentamos alejarlos entrando en guerra con ellos con la esperanza fantasiosa de conquistarlos, destruirlos, someterlos.

 [42] Son nuestros mecanismos de control los que nos dificultan entrar en el espacio interior en el que, de manera pacífica, pacificadora, se produce el cambio.

 [43] Parece que esta luz se convierte en invitación para seguir adelante. A este proceso de atender nuestros miedos para así tener acceso a la luz, en términos espirituales se le llama la noche oscura del alma (san Juan de la Cruz).

 [44] Miriam decide acercarse a esa pequeña de manera amorosa sintiendo y llevando en su propia carne la tristeza de su infancia, lo cual le confiere un poderoso movimiento a su historia.

 [45] Es aterrador estar viviendo en un lugar como este. Sólo pensemos si en lo cotidiano no tratamos de sustituir los momentos y las situaciones dolorosas por otros y otras menos atemorizantes.

 [46] Sí, M tuvo la opción de salir huyendo, abandonar su proceso dejado todo peor que cuando comenzó su ejercicio de Focusing… Pero vino una poderosa fuerza interior venida de ella misma que fue apoyada por su facilitador que la capacitó para permanecer ahí.

 [47] El miedo que la llevó ahí, había cumplido su cometido de mostrarle la historia que había estado encubierta, había cumplido con su cometido. ¡Nuestros miedos más profundos son fuente potencial de salud y liberación!

 [48] El enorme contraste experimentado entre el “antes” y el “después”, es un importante factor que nos dirige hacia la toma de conciencia de la gratuidad y poder al que accedemos al situarnos en la dimensión espiritual de lo que, como seres humanos, hemos vivido.

 [49] En esa dimensión experiencial interior Miriam se encontró con su hermana fallecida, estuvo dialogando con ella, disfrutándola, agradeciéndole… y resolviendo el duelo que había estado afectando su intimidad, su vida, su familia, sus relaciones… de donde regresaba profundamente agradecida. En términos bio-espirituales, ella había encontrado a la divinidad en las profundidades de su dolor como madre, como hermana y después, en su vida cotidiana.

Muchas experiencias cercanas a la muerte (ECM) hablan de que al estar las personas en ese estado, muchas veces los familiares finados vienen a su encuentro y dialogan con ellas. Esta experiencia y muchas otras parecidas relatadas en otra publicación, uno se pregunta qué tan cercano a una ECM puede conducir un ejercicio de EB-E o quizá más bien, como podemos atender nuestras pérdidas, nuestros duelos, nuestros asuntos detenidos sin necesidad de tener una ECM.

 [50] Esta expresión, surgida desde una experiencia transformadora corporalmente sentida, habla del convertirse en “nuevas creaturas” bíblico, que no es sino el proceso encarnacional del espíritu.

 [51] Yo estoy firmemente convencido de que en personas como Miriam Mendoza, fue en las que el Dr. Gendlin descubrió el insustituible papel del cuerpo no sólo en el llevar adelante nuestros asuntos detenidos, sino también los procesos de integridad, desarrollo, innovación, plenitud humana. Aquí entre nos, en la celebración del Primer Encuentro Iberoamericano de Focusing en Argentina, el Dr. Gendlin quien había leído esta historia, me envío un afectuoso saludo con mi amigo chileno Edgardo Riveros, con quien envió un mensaje felicitando y agradeciendo a la Comunidad Argentina de Focusing por ese evento/celebración al que yo contribuí compartiendo el tema de la Bio-Espiritualidad.

 [52] Esto que estoy nombrando como transitar en realidad implica que al tiempo que experimentamos la tristeza (el dolor o lo que sea real, físicamente sentido) JUNTO con nuestra aceptación y acogida  en lugar de luchar/huir (sistema nervioso simpático) o de entrar en un congelamiento (sistema parasimpático) ambos generan ondas cerebrales beta que al actuar al unísono sobre ellos el respeto y la aceptación incondicional, generan ondas gamma que, dan lugar a la sincronicidad en el funcionamiento de toda la masa cerebral que, entre otras cosas nos llevan a tomar decisiones congruentes con el amor incondicional. Ello se da más allá del tiempo-espacio. Es en el cuerpo en el que se da la síntesis de los opuestos. A esto le podemos llamar correlación cuántica espiritual o en nuestro lenguaje, Bio-espiritualidad. Eso lo experimentas tangible y fisiológicamente, además de que resulta perceptible para quien asiste y acompaña a quien lleva a cabo los pasos de EB-E.

 [53] Esto mismo es lo que está descubriendo la física cuántica. El llamado universo holográfico implica que lo que pasa en él está pasando también en todo ser humano y es especialmente cuantificable cuando vivimos al interior de nosotros el proceso que somos. Sólo tenemos que ir a la poderosa tecnología corporal y dejarnos ir en su (nuestra) verdad.