miércoles, 5 de octubre de 2022

Experienciando la vida del Espíritu en el cuerpo

 EXPERIENCIA

AL ESPÍRITU EN TU CUERPO

“¡Oh insensatos gálatas!

...Comenzando por el espíritu ¿termináis ahora en la carne?

 

Saulo de Tarso[1]    

 Introducción

 Estas palabras que tan claramente expresan la condición de los recientemente convertidos Gálatas a la fe cristiana hace unos 1950 años, no nos viene menos bien a aquellos de nosotros que vivimos, no en el espíritu, sino 24 horas diarias en la ‘carne’.

 Lo que nos compartió mi madre con relación a cuál y cómo fue el proceso que le permitió, a partir de atender y sostener lo que sentía y mediante pasos sucesivos ir acercándose a papá física y afectivamente hasta llegar a una relación con él verdaderamente admirable, me dio la clave del asunto. Por supuesto que de no conocer el Enfoque Bio-Espiritual (EB-E), yo jamás hubiera desentrañado los pasos que en ella se llevaron a cabo, cuyos efectos siguen actualizándose entre ellos (mis padres) día a día y dando vida a su alrededor.

 Desde dónde estamos viviendo nuestra vida

 Pero, ¿Qué es exactamente ‘estar en la carne’? En realidad, no es muy difícil aclararlo: nuestra mente necesita entrar en acción ideando, analizando, infiriendo, deduciendo, planeando, proyectando, ejecutando, solucionando, en una palabra, tomando el CONTROL de cuanto tiene a su alcance. Con cuanta frecuencia mi mente se mete donde no la llamo; ella, ciegamente, quiere hacerse cargo de todo; no le importa si el asunto es o no de su incumbencia, pues ni siquiera sabe -estoy absolutamente convencido- si existe algo que esté fuera de su competencia; ella no distingue cuándo se trata de asuntos de sobrevivencia para lo que ciertamente ella es nuestro mejor recurso, y cuándo las cosas corresponden al ámbito de lo trascendente y es preciso mantenernos ahí, ya que por su propia naturaleza, la mente intenta ‘ponerse en el asiento del conductor’, ¡SIEMPRE!

 La crítica de Pablo a la mente divorciada del Espíritu es tan contundente, masiva y demoledora que puede resultarnos igual que a algún judío helenista de aquellos tiempos: una exageración, una irreverencia, algo absolutamente incomprensible, el dislate de un renegado contra la razón todopoderosa.

 Escuchemos a Pablo:

  Rm 1: 21,22: “Se OFUSCARON en sus razonamientos[2] y su INSENSATO corazón se ENTENEBRECIÓ... jactándose de sabios se volvieron ESTÚPIDOS.”

  Rm 1:28: “...y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente RÉPROBA.”

 1ª. Cor 2:14: “El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son NECEDAD para él”.

  Ef 4:18: “...que no viváis ya como viven los gentiles, según la VACIEDAD de su mente, sumergido su pensamiento en las TINIEBLAS y excluidos de la vida de Dios, por la IGNORANCIA que hay en ellos por la dureza de su cabeza”.

 1ª. Tim 6:5: “...discusiones sin fin propias de gentes que tienen la inteligencia CORROMPIDA”.

  Expresando exactamente lo mismo con un lenguaje arcaico, provocativo y, para nuestra manera de ver hoy las cosas, sexista, en el Libro de Job, joya de la sabiduría de todos los tiempos, el Autor construye un diálogo entre el personaje central y su propia mente, la que es incapaz de entender la Vida, Dios, desde la adversidad, el dolor, el abandono, la enfermedad, la muerte. El hagiógrafo expresa esta realidad mediante un altercado mujer (la mente) / marido (Job): “Entonces su mujer (su mente) le dijo: ‘¿Todavía perseveras en tu entereza? ¡Maldice a Dios y muérete!’ Pero Job le dijo (a su mente): ‘Hablas como una ESTÚPIDA cualquiera. Si aceptamos de Dios el bien, ¿no aceptaremos el mal?’ [3]

  La experiencia de la vida del Espíritu en el cuerpo

 Es por ello que en la experiencia de Pablo, la vida en el Espíritu implica:

 “La renovación de la mente”: Rm 12:2.

“...Renovar el espíritu de vuestra mente”: Ef 4:23. 

“...tener la mente de Cristo: 1ª Cor 2:16.

 Metánoia, entendida como conversión en el lenguaje religioso, etimológica y literalmente no es sino: meta = más allá, y nus = mente, ¡más allá de la mente! Es obvio pues que la mente no dejada atrás, se opone al Espíritu, lo cual no podemos corroborar sino desde el Espíritu, pues desde la órbita mental la vida en el Espíritu parece ser burda ignorancia, necedad.

 Pablo había aprendido a discernir claramente entre la experienciación de la vida del Espíritu en el cuerpo y el imperio del dominio que una mente ávida de control, ejerce sobre el ser humano. Pero además aprendió muy bien a dejarse conducir por el Espíritu, quien lo llevó a trascender sus patrones protegidos por el hábito (McMahon), sus “totales congelados” (Gendlin), impulsándolo, en cambio, por caminos incomprensibles para la mente e intransitables sin el poder del Espíritu.

 Notando la diferencia

 Es claro entonces, que depender y someternos a una mente insensata, estúpida, réproba, vacía, entenebrecida, ignorante, corrompida, es vivir en la carne, y esto es nuestra oposición a la vida en el Espíritu, a la vida de Dios EN el ser humano.

 Sin darnos cuenta de ello, a veces queremos ayudarle a Dios ¡ayudarle a Dios!, (enmendarle la plana, y hasta decirle lo que tiene que hacer y cómo hacerlo) desde nuestra mente, analizando, planeando, instrumentando llegando a lo concreto de la acción, dominados por la urgencia (mental) de construir el Reino, imponiendo nuestra agenda (praxis), pensando que como somos creyentes, discernimos los signos de los tiempos, pensando que lo que decimos, hacemos, especulamos, es según el Espíritu.

 Es mucho más fácil de lo que nos imaginamos, creer, ingenuamente autoengañados, estar y permanecer en él. Esto puede ser algo tan imperceptible que frecuentemente tampoco nos damos cuenta cuando alguien se deja guiar por el Espíritu. Y si hay duda preguntémoselo a los ‘buenos’ de ayer y de hoy que, crasa equivocación, se encargaron de llevar a la muerte a Jesús de Nazareth y a muchos más que, a lo largo de la historia, se han dejado conducir por el Espíritu.

 En el libro ‘Cómo Escuchar al Espíritu. Un Método de Discernimiento’, su autor muestra, convencido y basándose en el ejemplo de algunos de los grandes personajes de la Biblia, cómo hacerlo. El 1er. punto propuesto es: Escuchar lo que realmente sientes, lo cual, ahora sabemos, que nuestros SENTIMIENTOS son el sofisticado lenguaje del cuerpo, experienciado (como lo experienciaba san Pablo) de una manera sentida, integrado a un Cuerpo más Grande. Recordemos también que Ignacio de Loyola fundamentó su espiritualidad y su discernimiento en el sentir. Sí, experimentar fisiológicamente (lo cual incluye acoger y escuchar) lo que realmente sientes, es abrirte a lo que el Espíritu te dice desde su propio santuario que es tu cuerpo (1ª Cor 3:16). Ahora sabemos que todo y lo único que tenemos que hacer es permanecer con lo que estamos sintiendo, sin oponernos a que desde allí, se nos regale el proceso de integración-santidad en el cuerpo (NO EN LA MENTE), partiendo de lo que es tan real como que lo estamos sintiendo.

  El 2º punto del citado método es: COMPRENDER hasta dónde te llevan tus sentimientos. Aquí empieza el problema. Hasta ahora, son muy pocos los que han descubierto la sabiduría que nos regalan nuestros sentimientos cuando los acompañamos hasta que se forma el ‘significado sentido’ en el cuerpo, de la TOTALIDAD del problema o asunto con el que ellos (nuestros sentimientos) están tratando de ponernos en contacto, y les permitimos “decirnos lo que nos tienen que decir” para así -y solo así,- poder asumir e integrar plenamente la historia que está debajo de ellos. Así que una comprensión intelectual de nuestros sentimientos, un “discernimiento” mental acerca de a dónde ellos nos llevan no tiene sentido a la luz del descubrimiento de que el potencial del desarrollo humano, no está en un nivel cognoscitivo proveniente del análisis o del conocimiento intelectual, como lo demostró el Dr. Gendlin precursor del Enfoque (Focusing); lo mismo parece decir san Pablo cuando afirma “Realmente mi proceder ni yo mismo lo entiendo... Pues no hago el bien que quiero...” (Rm 7:15-19). Pretender comprender su conducta sacaba a Pablo de la vida en el espíritu, por lo que no tenía ningún sentido decantarse por la comprensión mental de una conducta contraria al espíritu pues, por ese camino, terminaba haciendo ‘el mal que no quería hacer’ cuantas veces se había dejado guiar por su mente “réproba”.

 Así que no se trata de llegar a una comprensión mental de hasta dónde nuestros sentimientos nos llevan, sino de permanecer en ellos. Por cierto parece que a san Pablo ni se le ocurrió siquiera tratar de comprender intelectualmente, sus sentimientos pues eso no sirve para nada y es pérdida de tiempo’; ‘es un callejón sin salida’, nos dice E. T. Gendlin y lo recalcan McMahon/Campbell, partiendo de los resultados de una firme y seria investigación científica, incorporada a una revolucionaria perspectiva psicológico-filosófica confirmada por la experiencia de cualquiera que practica el Enfoque Bio-Espiritual. Equivale a querer discernir las cosas del Espíritu con ese pensamiento ‘entenebrecido’, podría decirnos Pablo hoy.

 El punto 3º del método es Actuar con rectitud: La pregunta es ¿Cómo actuar con rectitud? ¿Conducidos por esa mente réproba, vacía, insensata, entenebrecida? ¿Atendiendo los ‘sabios consejos’ de alguien fuera de mí? ¿Siguiendo el ejemplo de los grandes personajes de la Biblia? Hasta donde podemos saber, no ha existido nadie, ni hay ningún libro en ninguna biblioteca del mundo –ni en la Web- que me diga cómo tengo que proceder; y hasta donde puedo entender, la única manera de saber si obré bien o mal va a ser ‘por los frutos’. Pretender pues, actuar con rectitud siendo guiado por esa mente no ordenada al Espíritu es camino seguro al desastre. El problema de aquellos gálatas, de 20 siglos de cristianismo (con algunas admirables excepciones), de muchos de nosotros y de gran parte de la humanidad, bien lo podemos expresar así: Habiendo comenzado con el espíritu (el Reino de Dios ya está en todo ser humano según lo reveló Jesús de Nazaret) ¿terminamos ahora en la carne?

 El paso 4º de la obra mencionada es Discernir por dónde te quiere llevar el Espíritu de Dios. Este tipo de discernimiento parece ser también otro movimiento mental y no el dejarnos ir en el proceso corporal de Gracia (que en sí mismo el Espíritu es), y la pregunta vuelve a ser la misma: ¿Cómo discernirlo? Es obvio que a menos que se nos explique ese cómo hacerlo, estamos en otro callejón sin salida.

 Pero ¿para qué pretender discernirlo si sabemos por la revelación y la experiencia que “El viento (espíritu) sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va”, y que, así es todo el que nace del Espíritu”? (Jn 3:8) ¿Quienes creemos que somos para discernir por dónde el Espíritu nos quiere llevar? La experiencia de y en fe es aprender a confiar en Él y dejarlo hacer el trabajo que tiene que hacer en nosotros y que no es sino que cada uno sea quien ES. La mente se ha abrogado a sí misma la atribución de ser la herramienta apropiada para manejar el asunto, cuando, en realidad, para ella la vida en el Espíritu es, como dice Pablo: ¡necedad!  

 El 5º punto de este método de discernimiento es: Actuar junto con el Espíritu, y la pregunta es: ¿Poniendo nuestro ‘granito de arena’?, ¿‘ayudándole’? (¡...!). Lo que entonces suele estar pasando es que mentalmente suplantamos al Espíritu y luego le ponemos agua bendita a lo que hacemos para legitimar nuestro ‘insensato proceder’.

  Aterrizando

 Mi madre no hizo en absoluto nada de esto; ella solo atendió sus sentimientos. No tuvo que discernir hasta dónde sus sentimientos la llevaban, ni comprenderlos, ni ver si estaba actuando con rectitud, ni discernir por dónde la quería llevar el Espíritu, ni actuar junto con Él, ni seguir el ejemplo de nadie. Ella simplemente PERMANECIÓ validando, acompañando, honrando, sosteniendo, un sentimiento de inquietud y la sensación de “no sentirme bien en misa’” dejando en casa a su marido. Al paso de cierto tiempo de estar con esto, en lugar de irse a misa, fue a ponerse enfrente de papá, a dos, tres metros de distancia, desde donde y cuando él la llamaba con insistencia ella le contestaba: “Aquí estoy, Dimitas...”

 Escuchando lo que surgía en ella mientras estaba a esa distancia (física y afectiva) respondiéndole aquí estoy..., se dio cuenta que, -nos dijo-, “de nuevo, no me sentí bien”, y volvió a estar y a atender, este nuevo sentimiento. Lo que resultó de ello es que fue donde su marido y empezó a estar CON él, a realmente escucharlo. A preguntarle cómo se sentía, a acompañarlo y a compartirse sus recuerdos; a leerle algo, a escuchar juntos un casete de su mutuo interés, llegando a estar tan unidos como las células que forman un Cuerpo Más Grande. En otras palabras, al escuchar cómo se sentía le permitió, mediante ese proceso interior, abrirse a la condición de su marido y ser vulnerable a esa difícil y dolorosa realidad. Ella había pasado desde sólo ‘ver’ a su esposo, a estar con él. Y al estar así con él -nos dijo-, ‘me sentí bien’.  Fue el sentir, sostener y asumir lo que en ella era real (el sentimiento de no sentirse bien, primero en misa y después a tres metros de distancia de papá) lo que la mantuvo en el ESPACIO DE GRACIA (McMahon) que le permitió dar estos admirables pasos de congruencia-integración-desarrollo-plenitud-santidad (que todo ello es exactamente, lo mismo).

  La apertura al don mediante el EB-E

 “La vida en el espíritu no viene de afuera”, no es información o comprensión intelectual; no la recibimos mediante el discernimiento mental ni la podemos controlar a nuestro antojo; es ser lo que somos. Jesús al parecer, habló de esto cuando le advirtió a quienes se querían anotar como sus discípulos: “... el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Él no se refería sólo a lo físico; hay millones de personas en el mundo que no tienen ni lo poco que Jesús tenía y no por eso son sus discípulos. Él más bien decía que el que quiera seguirlo, no debe basar en cálculos su decisión de hacerlo ni menos fundamentar el discipulado en un andamiaje mental, sea del tipo que sea. La vida en el Espíritu implica que no necesitas nada seguro en qué apoyarte. Y de verdad, que ¡no lo necesitas!; tu experiencia de Dios te lleva a entrar y a permanecer confiadamente en el Proceso que es precisamente el Espíritu.

 Cuenta Gandhi que un día él supo que de allí en adelante iba a ser ‘conducido’ (por el Espíritu). El que se deja guiar por el Espíritu no fundamenta su existencia en un nivel mental, ‘…porque el que quiera salvar su vida la perderá...’, por más que alguien diga que ‘la mente del hombre es como una segunda Providencia para él’, recordándonos más el pensamiento de Aristóteles (tan lejos de las palabras y el testimonio del Joven a cuya “cabeza” no necesitaba él darle apoyo de ninguna especie, ni menos aún, él ‘apoyarse’ en ella; su vida, su obra, su herencia -y la de sus seguidores conocidos o ‘anónimos’-, están más allá de cálculos y discernimientos mentales, a lo cual como hemos visTo, alude PABLO.

 Hoy sabemos que un discernimiento sano no parte sino de la sabiduría de nuestros sentimientos; pero si la suplantamos por la directriz que surge de un todopoderoso y controlador racionalismo excluyente del Espíritu ya no estamos en éste. En el episodio bíblico en el que Pedro es enviado a la casa de Cornelio en Cesarea, él lo comenta así ante la primera comunidad cristiana de Jerusalén: “El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar”. Pedro había estado en oración, esto es, en contacto con Dios mediante lo que realmente sentía. Entonces vino, a través de una serie de imágenes, una propuesta que, por incomprensible, rechazó: comer ‘animales impuros’. Entonces llegan los hombres de Cornelio por él y el Espíritu en su cuerpo le dice: “Baja al momento y vete con ellos sin vacilar pues yo los he enviado”. Para atender esta propuesta, Pedro no tuvo que llevar a cabo ninguno de los puntos del discernimiento antes comentados, salvo el primero, que llevado a cabo hasta sus últimas consecuencias, resultó ser un admirable acto de fe (en su debida proporción como el de mamá) que lo condujo desde una instancia corporal, sentida, a la experiencia de la universalidad y de la liberalidad absoluta del Espíritu[4] (soplando donde quiere) haciéndole un espacio en su cuerpo.

 Tampoco encuentro ese discernimiento mental en aquél pasaje de Francisco de Asís cuando le dice a uno de sus hermanos de la ermita: ‘Vamos al pueblo a predicar’. Llegaron, la gente los vio interactuar, se contagió de su alegría, vio que en su pobreza estaban llenos de Dios y les regaló algo de comida que Francisco retribuyó con muestras de profunda gratitud y bendiciones. Luego dijo a su hermano: ‘Ya es hora de regresar’. De camino el hermano le recriminó ¿No que íbamos a predicar? Francisco le respondió: ‘ predicamos hermano; lo hicimos al platicar entre nosotros, al estar con la gente, al hablar con ella, al recibir estos trozos de pan; lo hicimos sin tener que hablar de Dios ni una sola palabra...’  Él PERMANECÍA en el Espíritu, lo cual percibía claramente la gente. Era el Espíritu en/con Francisco quienes hacían la transformación en la gente.

 Exactamente el mismo proceso se dio en mamá al irse acercando a su marido anciano, enfermo, deprimido, demandante de atención y dependiente de ella ‘28’ horas diarias. Ella no necesitó más que validar y sostener lo que verdaderamente SENTÍA. Lo demás fue obra del Espíritu. Estando en Él, le fue dado el movimiento que expresa una ‘profunda comprensión’ y una ‘profunda aceptación’ (C. R. Rogers) de su esposo, (lo que no es sino el cumplimiento de la palabra del Profeta: Misericordia quiero...) y que ha incluido en ella, admirablemente, la maravillosa capacidad de poner sanos límites en su relación. Esto es la vida del Espíritu en el cuerpo (impresa como Ley en el corazón) que en el Nuevo Testamento recibe el nombre de Ágape. Es experimentar físicamente al espíritu, dejarse guiar por él. Por cierto, mamá no está agotada (creo que tiene más energía, más alegría y más buen humor que nunca), sino que más bien crece en ella la esperanza de llegar dentro de dos, a celebrar sus 65 años de casados. Y con ello también papá, a sus 85, está cambiando de ánimo y hasta de humor. ¡Hay que verlos para creerlo!

 Resumiendo: El discernimiento espiritual no es para darnos seguridad en el conocimiento, el proyecto o la acción. En la vida en el Espíritu la comprensión intelectual es un producto derivado, adicional; es sólo parte de la ‘añadidura’, pero como el proceso bio-espiritual que es, implica un “conocimiento que va más allá de todo conocimiento” como diría san Pablo; un ‘no entender, entendiendo’ un ‘entender no entendiendo’ como dice san Juan de la Cruz. La experiencia en el Espíritu no admite mezclas promiscuas mente-espíritu sino la ordenación de aquella a éste, y menos, la profanación del santuario del Espíritu -que es el cuerpo- por nuestra mente corrompida diría Pablo. El centro, el origen y el fundamento del discernimiento y la acción de quien vive en el Espíritu es la experiencia misma de la vida EN Él: “...Pues no me atreveré a hablar de cosa alguna que Cristo no haya REALIZADO por medio de mí... en virtud del Espíritu de Dios...” nos ha compartido Pablo (ver Rm 15:18-19). Nada puede sustituir esta experiencia; el ‘saber’ qué cosas hacer y el poder para hacerlas SON la vida en el Espíritu; el papel del discernimiento es infinitamente más modesto que lo que nos exige una mente ávida de evidencia, seguridad, claridad, control, dominio y eficacia, pero de una trascendencia capital: Es sólo para darnos cuenta que estando y permaneciendo en lo real de nuestros sentimientos, estamos abriéndonos al poder del Espíritu. De él proceden “las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos”: Ef. 2:10. “...pues es Dios quien obra en nosotros el querer y el obrar, como bien le parece”: Flp 2:13. Por sí misma, la vida en el espíritu dirige y desemboca en la acción, en ‘obras dignas de conversión. Lo más importante y a la vez lo menos comprensible para una mente vacía, son aquellas palabras trasparentes como el agua: “...no hago el bien que quiero sino el mal que no quiero...”; lo maravilloso es que al acoger esa realidad podemos abrirnos al poder de la vida del Espíritu en el cuerpo, pues: “cuando soy débil, es entonces (y sólo entonces) que soy fuerte”, desde su experiencia lo dice Pablo.

  Mediante el lenguaje de la Bio-Espiritualidad el dicho de Jesús relativo a que se perdonará el pecado contra el Hijo, pero no el pecado contra el Espíritu, lo podría expresar así: ‘se les perdonará estar en su mente réproba, vacía y pervertida, pero lo que no se les perdonará es que no experimenten de una manera sentida al Espíritu, en su santuario, en su templo, en su morada, que es su cuerpo.

 Y para los que no tenemos este proceso disponible en nuestro cuerpo de una manera natural o intuitiva, ahora todos lo podemos aprender por medio del Enfoque Bio-Espiritual. Si lo hacemos regular y honestamente nos estaremos abriendo al ‘espacio de gracia’ desde el que podemos experimentar, sentir, y ser sanados por el poder del Espíritu de Dios.

 Posdata: Al darle a mamá este escrito, una hermana le preguntó cómo le había hecho para atender sus sentimientos de malestar en misa y luego en casa acerca de su relación con papá. Ella respondió: “sólo hice lo que Juan dice que hay que hacer con los sentimientos.” Así que ahora puedo decir que tengo en mi madre una alumna de Enfoque Bio-Espiritual que se ha dejado conducir por el Espíritu.

 Segunda posdata: Papá murió hace un poco más de cinco años. Mi madre, en su año 88 de vida sigue discerniendo cada vez más admirable, transparente y amorosamente que nunca, y por supuesto, sigue dejándose llevar por los caminos siempre nuevos, inéditos y amorosamente subyugantes del Espíritu.

  Citas:

 Todas las citas bíblicas fueron tomadas de la Biblia de Jerusalén. Desclée de Brouwer. 1967.

 Ameche G. Cómo escuchar al Espíritu. CRT. México. 1998.

 Campbell PA, McMahon EM.  Evasión de proceso: Cuadernos de Enfoque Bio-Espiritual.

 McMahon EM. Más allá del Mito del Dominio. Alternativa para una Sociedad Violenta. México. 1999. CREE A. C.: www.creeac.com.mx

 Gendlin E T. Focusing. Proceso y Técnica del Enfoque Corporal. 2ª. Edición. Editorial Mensajero. 1983.

Mtro. Juan B. Prado Flores

                                                                                         jubpr@yahoo.com




Notas:

 [1] Más conocido como san Pablo. Libro de Gálatas, 3: 1-3

[2] Los subrayados que hacen alusión a la mente y las mayúsculas que ponen énfasis en los adjetivos que a ella aluden, obviamente son míos. 

 [3] Libro de Job, 2:9-10.

[4] Esta experiencia como universal que es, no se restringe a una religión, a una época ni a algunos seres humanos.

martes, 13 de septiembre de 2022

jueves, 14 de diciembre de 2006

Estrés, Fuente Potencial de Salud y Desarrollo.

Por Juan B. Prado Flores*

http://focusingexperiencial.blogspot.mx/2006/12/estrs-fuente-potencial-de-salud-y.html
-
Médico pediatra neonatólogo. Ex coordinador del servicio de Cuidados Intermedios Neonatales, Hospital Luis Castelazo Ayala, IMSS. Miembro de The Institute for BioSpiritual Research.jubpr@yahoo.com (México).


Una historia de estrés agudo postraumático y su resolución
Bajamos por la estrecha carretera de regreso de un paseo dominical. Nuestros amigos lo han hecho minutos antes; después de una curva veo su automóvil varios metros fuera de la carretera. Ellos han salido ilesos, pero están lívidos por el inesperado suceso. Un vehículo a gran velocidad los ha envestido por detrás y echado fuera después de dar “trompos” sin control sobe la cinta asfáltica. Traemos a nuestra amiga -a quien llamaremos María- a su casa en el auto. Los demás se quedan ahí para hacer los trámites del seguro automotriz.

Yo veo a María por medio del espejo interior; está pálida, con sus ojos muy abiertos, comentando con agitación lo que les acaba de ocurrir: el sorpresivo impacto, el haber patinando y dado de vueltas sobre la carretera, que casi chocan con los autos que venían en el otro sentido, que le parecía que se iban a la barranca de la izquierda, que al salir de la cinta asfáltica sentía inminente el choque contra los árboles de la derecha; lo que les pudo haber pasado…

Entonces le digo: “Sé de un ejercicio que tal vez te pueda ayudar; si te parece bien podemos intentarlo”. Me dice que sí y siguiéndola por el espejo interior le hago las siguientes preguntas, propuestas e indicaciones:

Quiero que veas si puedes darte cuenta dónde se siente todo esto que nos estás compartiendo; ve si puedes encontrar en qué parte de tu cuerpo lo sientes. Tómate un tiempo para buscar el lugar en el que tu cuerpo lleva este acontecimiento y dime si lo encuentras. Pasan unos momentos de búsqueda y con los ojos cerrados, me dice tocándose: “Sí, aquí, en el cuello… duele”. Le pregunto si siente que allí recibió el impacto del choque y me dice que no, que no recibió ningún impacto físico; que sintió el golpe que le dieron al coche y las vueltas que dio, pero que ella no resultó con ningún golpe. (Esa sensación en el cuello es cómo lleva su cuerpo el evento emocionalmente traumático, a lo que llamamos sensación-sentida. [9])

Le sugiero que vea si puede ir allí donde está la sensación física de lo sucedido. Se trata -le digo-, de darle a ese lugar una compañía respetuosa, delicada, cariñosa; ve si puedes estar con ese lugar de una manera que le haga saber que quieres estar realmente presente para él, que de verdad te importa... Tal vez puedas hacerle sentir que no está sólo, que tú estás allí con él, que lo acompañas y que estás abierta por si quiere decirte algo. Se queda en silencio intentándolo y luego haciéndolo. (Esto es darle una presencia cálida y amorosa [11] al asunto físicamente sentido)

Mientras sigo conduciendo –precavidamente- mi automóvil, voy tratando de atender sus respuestas. Entonces escucho un: “¡Ay!”; su cara expresa que ha surgido algo inesperado. Le pregunto si ha venido algo, tal vez una palabra, una imagen, un recuerdo, alguna otra sensación o algún sentimiento que conecte con eso físicamente sentido, y me dice, muy impresionada: “¡Acabo de volver a vivirlo todo, exactamente como sucedió!”. La invito a mantenerse acompañando un rato como esto ahora se siente. Lo hace y luego me dice, como no pudiendo entender lo que ha pasado: “Me siento mejor…, creo que ya todo está bien. Ya no está el dolor”. (Se ha simbolizado [4] adecuadamente la sensación-sentida del asunto en el haberlo ‘vuelto a vivir’ y con ello ha venido la transformación en su estado físico, emocional y espiritual, a lo que llamamos cambio-sentido. [9])

A partir de ese momento María ya no volvió a tocar el tema del accidente, regresó el color sonrosado a su cara y se vino comentando animosamente otras cosas durante el trayecto hasta su casa. Yo, que seguía escuchándola y viéndola por el retrovisor no lo podía creer. Nadie hubiera pensado que había estado en riesgo su vida y la de su familia hacía sólo unos minutos. También me llamó la atención que nadie más que yo parecía darse cuenta del cambio en su semblante, en su conversación y en el ambiente dentro del coche, ¡ni ella misma! (El trauma y el estrés fueron procesados desde un nivel bio-psico-espiritual.)

María tenía programada una intervención quirúrgica ginecológica el siguiente sábado, -seis días después de estos hechos. Yo estuve –discretamente- pendiente para ver si reaparecía el dolor del cuello o si surgía alguna otra manifestación física del suceso, lo que no se presentó. Ella no necesitó analgésicos, “collarín”, ni ningún otro cuidado o tratamiento. Entre otras cosas pudo, en su momento, recibir la analgesia quirúrgica sin ningún problema y el postoperatorio fue excelente (agregar al estés agudo el estrés pre, trans y postquirúrgico es, muchas veces, un excesivo reto para el sistema psico-neuro-inmuno-endocrino).

En años, nunca le oí ningún comentario acerca de estos hechos.
Cuando yo le comenté a María que, para animar a un amigo –que tras haber entrado en conflicto en una relación significativa para él había destrozado su auto en un accidente- a enfocar el doloroso asunto que traía cargando, le compartí lo que le había pasado a ella, la noté impresionada al darse cuenta de lo que aquél ejercicio de Enfoque le había beneficiado entonces. Yo me había quedado con que lo que hicimos minutos después del accidente, le permitió, desde su cuerpo, procesar inmediatamente el estrés agudo generado por el angustioso e inesperado acontecimiento. Su evolución me lo confirmó. (El acontecimiento ha sido procesado, evitando así la formación de material-ligado-a-la-experiencia traumática6 e impedido las alteraciones a nivel psico/emocional/espiritual a que el estrés puede conducir. [19])

Hagamos ahora una breve revisión de la psicofisiología del estrés y de cómo se resuelve mediante la técnica-proceso llamada Enfoque (Focusing).


EL ESTRÉS: SU BIOLOGÍA Y SU RESOLUCIÓN ORGANÍSMICA
La reciente investigación en neuro-psico-biología ha venido desentrañando y aclarando las principales vías celulares de las interacciones “mente/cuerpo” que se dan en estados de estrés que generan enfermedad mental y física.[1,2] Abordaremos algunos datos experimentales y reflexionaremos sobre ellos, aunando la experiencia derivada de la técnica-proceso llamada Enfoque Bio-Espiritual, que nos permite enfrentar el reto de la atención integral de la persona afectada ya sea por el estrés agudo, o por sus efectos a largo plazo. [3] Estaremos así, teniendo acceso a un nivel integrativo cuerpo-mente (“...los filósofos existenciales del Siglo XX, han resistido enérgicamente todo esfuerzo por reducir la persona a un dualismo de cuerpo y alma. El espíritu es ‘el otro lado del cuerpo’, para utilizar una descripción acuñada por Merleau-Ponty.”[4]) avalado por la experiencia de transitar, desde un hecho traumático que afecta nuestra biología, hacia una “neuro-psico-inmuno-endocrino-espiritualidad” saludable. Los avances actuales están contribuyendo a cerrar la brecha -abierta por demasiado tiempo-, entre la Medicina y otras áreas de las “ciencias humanas”, que buscan el desarrollo integral, lo que implica un paso enorme hacia la salud global en un mundo donde el estrés no procesado sigue creciendo día con día, convirtiéndose en un problema de salud pública de proporciones pandémicas.

Creación de memorias, aprendizajes y conductas dependientes de una experiencia estresante aguda
Algunas formas inapropiadas de hiperactividad como respuesta al estrés se mantienen por prologados períodos de tiempo. Estados persistentes de miedo y hostilidad (descarga del sistema nervioso simpático) o de desesperanza e impotencia (descarga del sistema nervioso parasimpático) pueden conducir a descompensaciones en los sistemas endocrino, inmune y nervioso, resultando en alteraciones físicas y/o psicoemocionales.

La pregunta es: ¿Qué hace que persista a nivel biológico el efecto negativo de experiencias estresantes como violencia intrafamiliar, accidentes, desastres, asaltos, violaciones, secuestros, guerras, terrorismo, enfermedades, noticias, etcétera, aun después de que ha pasado la situación que lo originó? La clave de un importante aspecto de ello es lo relacionado con la dinámica del llamado “aprendizaje dependiente de un estado” o experiencia (state-dependent learning [5,6]).

Nuestras mentes con nuestros cuerpos están interconectados por una red de sistemas de comunicación mediados por muchas moléculas mensajeras. Ellas son producidas y transmitidas desde el cerebro, el sistema nervioso periférico, el sistema inmunológico, el sistema endocrino, el cerebro gastrointestinal, la piel, etcétera. Tales sustancias estimulan sitios receptores en células específicas del cuerpo, ayudando a regular cada función del organismo e influyendo en el metabolismo, el crecimiento, la conducta y el aprendizaje.

Estados y situaciones de apremio (estresantes), disparan su liberación. Algunas de ellas - catecolaminas, esteroides, citocinas, neuropéptidos, hormonas, etcétera-, tienen la habilidad de pasar a través de las membranas celulares, llegando a tener acceso directo (o indirecto) al núcleo celular. Una vez allí, pueden modular la expresión de ciertos genes de acción intracelular que estaban previamente en reposo, estimulando el ADN para producir otras proteínas y nuevas moléculas mensajeras. Ello constituye el sustrato bioquímico de nuestras memorias, asociaciones, hábitos, emociones y aprendizajes.

La adrenalina, por ejemplo, no sólo activa la respuesta “pelear o huir”, sino también modula la retención de memorias. Ésta es una de las razones de por qué los recuerdos ligados a eventos traumáticos están profundamente prehendidos, fijados, a la existencia de la persona; también explica por qué nuestras memorias de situaciones muy impactantes pueden comenzar a tornarse difusas poco después del evento, pues a medida que el medio celular va retornando a un estado más hacia lo normal, nuestra habilidad para tener acceso a tales recuerdos se dificulta. Lo que ha sido llamado “represión” puede ser una forma de recuerdo ligado-a-una-experiencia realmente inaccesible mediante la conciencia normal.[6]

Efectos de los procesos “dependientes de un estado” o situación, sobre la salud física y emocional
La síntesis proteica para esas emociones y patrones de comportamiento puede continuar aun después de haber retornado un estado emocional y físico más estable, ya que las células continúan generando neuropéptidos que establecen patrones alterados de tensión, miedo e hipervigilia. [5]

Para ofrecer una analogía: situaciones intensas causantes de alteraciones psicofisiológicas “abren la tapa del panel de control” celular que rige el acceso a algunos genes. Una vez abierta, han podido ser inscritos y activados nuevos programas (para ciertos aprendizajes, memorias y conductas). Esta “tapa” se cierra después de que se han “encapsulado” en los tejidos estos efectos, y ya no es fácil parar los programas que se han venido descargando.

Algunos de esos programas disfuncionales pueden permanecer silenciosos hasta que un factor disparador (asociado a la situación original) los activa. La exposición a esos disparadores automáticamente echa a andar el programa, produciendo sentimientos, memorias y respuestas corporales de tipo pavloviano supeditados a lo bioquímicamente estructurado. Las fobias y la continua y generalizada tensión experimentada en el desorden por estrés postraumático son ejemplos de ello.[2,3] Si hay componentes suficientemente intensos de miedo, abuso, odio, soledad, etc., eso puede, convertirse en parte de nuestra química corporal: la biografía se transforma, literalmente, en nuestra biología (
Caroline Myss, 1996).

Aun si uno se siente relativamente estable emocionalmente en el presente, es posible que esos patrones aprendidos en el pasado estén contribuyendo a una salud subóptima.

Los siguientes son ejemplos de condiciones físicas que se han relacionado [5] con experiencias estresantes no resueltas:

- Tensión muscular crónica con patrones musculares en guardia permanente.

- Secreciones hormonales excesivas y crónicas:
Cortisol: genera diabetes e inhibición de la respuesta
inmunológica.
Reguladores del ácido clorhídrico gástrico: úlceras, gastritis,
reflujo.
Adrenalina y noradrenalina: aumenta la tensión arterial y el
esfuerzo cardiaco.
Hormonas sexuales: alteraciones en la menstruación, la
ovulación, endometriosis.

- Alteraciones en el funcionamiento del sistema inmunológico:
Aumento de la susceptibilidad a infecciones.
Incremento de las respuestas alérgicas (a alimentos, fiebre del
heno, asma, etc.)
Enfermedades autoinmunes: lupus, artritis reumatoide, etc.
Aumento para riesgo y avance del cáncer.

- Contracción alterada del músculo liso en el cuerpo:
Asma
Síndrome de colon irritable
Vejiga espástica.

- Constricción del flujo sanguíneo a un área del cuerpo:
Infartos.
Infecciones recurrentes.
Dificultad para sanar heridas y fracturas.

Dificultades para trabajar con síntomas fijados-a-experiencias traumáticas
Intentar sanar ese material encapsulado dependiente de experiencias traumáticas es un reto en diferentes frentes:

a) Hay amnesia, no hay recuerdo consciente del hecho, por lo que uno no puede hacer la conexión entre los síntomas presentes y el inicio de los eventos subyacentes.
b) No hay una vía directa (mientras uno se mantenga en el estado de conciencia ordinario) a través del acto voluntario, de acceder, desprogramar y sanar esas experiencias. En cambio están generalmente presentes mecanismos que mantienen a la persona fuera de contacto con lo que siente, lo que no solamente la aleja del proceso hacia la recuperación,[7] sino que son el sustrato para la generación de procesos adictivos.[8]
c) La naturaleza idiosincrásica del conjunto de experiencias físicas, emocionales, mentales y simbólicas (COndensed EXperience COEX, Stanislav Grof), significa que son diferentes en su composición y en su patrón para cada individuo, como lo es también cada estado ligado a cada experiencia en la misma persona.
d) Hay una oposición subjetiva (resistencia) de la persona a acercarse a esos lugares heridos en el cuerpo (para algunos, ir a ellos equivale a una acción suicida).
e) La mala noticia frente a la reciente investigación del cerebro sugiere que una exposición a estrés crónico y prolongado puede causar daño permanente en el sistema hipocampo-amígdala, involucrado en la memoria reciente y en el aprendizaje. Esto puede conducir a una menor capacidad para atender el problema y así llegar a resolverlo.


Acercamientos terapéuticos a experiencias encapsuladas

Hay tres niveles generales en los cuales la mayoría de las terapias tratan de influir en este proceso:

1. Aprender y practicar nuevos y más sanos patrones en un esfuerzo por remover, derrocar o superar los patrones-dependientes-de ese estado:
El uso de la fuerza de voluntad, de afirmaciones, de visualizaciones, etc., tiene cierto valor para crear patrones saludables, pero carecen de la capacidad de revertir el temprano “lavado de cerebro celular”, sobre todo si esas técnicas son practicadas mientras se está en un estado de alerta vigilante.

2) Eliminar los factores detonadores y los asociados, implicados en las respuestas ligadas a una experiencia traumática:
Una modalidad como la Programación Neurolingüística (PNL) es frecuentemente empleada para cambiar las asociaciones que disparan los síntomas. Por ejemplo, alguien con fobia a las arañas puede aprender a desconectar la araña de la reacción de pánico. Esto eliminará a la araña como detonador del síntoma lo cual es adecuado para muchas personas y situaciones. Sin embargo, a menos que esas modalidades sean usadas como un vehículo que dé acceso dentro del material encapsulado ligado a la experiencia traumática y no solamente remueva el síntoma, no podrán abrir ni desaprender lo que resta del patrón negativo en la “memoria celular”. Los acercamientos conductuales, tanto como los psicoanalíticos y los cognitivos, echan fuera valiosa información al ser colocados en oposición a la complejidad del problema.[5]

3) Intentar recodificar desde el nivel celular los programas
disfuncionales presentes en los tejidos corporales:
La teoría actual sugiere que la única manera de sanar este estado de raíz, es reaccesando al tono químico–hormonal inicial (generalmente asociado con similar carga emocional y de cualidad sentida) que se dio cuando la experiencia-aprendizaje original tuvo lugar. El mecanismo natural del cuerpo para sanarse puede corregir estos programas disfuncionales sólo si primero “reabre el panel” y gana acceso a los mecanismos de control.[6]

Atender el significado-sentido (no lo que pensamos) del asunto en cuestión, es la fuente más directa para tener acceso a los recursos biológicos capaces de resolver estas experiencias, inhibiendo los genes que aún están codificando las proteínas de respuesta al estresante inicial y ofreciendo la oportunidad para que el programa antiguo sea remplazado por otro diferente que codifique proteínas y patrones de respuesta corporal más saludables.


EL MODELO-PROCESO

La buena noticia es que ya sea para revertir los efectos del estrés en lo inmediato o para sanar los ya establecidos, no tenemos necesariamente que conocer con precisión y al detalle su bioquímica ni poner esperanzas a futuro en la costosa tecnología para manipular la genética alterada, pues contamos con la técnica llamada Enfoque corporal (Focusing), elaborada por E. T. Gendlin9 mediante una cuidadosa investigación y una genial reflexión filosófica. Este modelo-proceso nos conduce a la experiencia de tener en el propio estrés, no un enemigo, sino un aliado en nuestro desarrollo, comenzando por hacernos congruentes, lo que consiste en ser capaces de experimentar fisiológicamente nuestros asuntos vitales, permitiéndoles simbolizarse adecuadamente.10 Los fundamentos científicos y los resultados prácticos en los ya cientos de miles1 de personas que actualmente nos estamos beneficiado de él, avalan este modelo.

La técnica/proceso del Enfoque incluye todo el fenómeno (bio-psico-espiritual) humano, al abordar el problema desde su registro fisiológico y permitirle a la sofisticadísima “tecnología corporal” que ya tenemos integrada, trabajar en nuestro beneficio. La premisa básica aquí es que cada vez que accesamos al material encasillado hay una reconstrucción/reorganización desde las instancias biológicas, mientras el asunto o problema enfocado, va encontrando su propia vía de resolución.

En el Enfoque Bio-Espiritual11 no buscamos sino propiciar que la persona esté presente a la sensación en su cuerpo del suceso traumático, el cual, por su propia naturaleza se despliega y avanza cuando no está siendo bloqueado. Ese estar presente, “notando” y “nutriendo” el sitio herido por el suceso traumático, paradójicamente potencia enormemente el proceso, no sólo porque ofrece una excelente vía de acercamiento a los lugares lesionados, sino porque al atender la sensación-sentida (la sensación física de la totalidad del asunto focalizado en el cuerpo9) y permitirle que se desenvuelva y simbolice acertadamente, se ha estado teniendo acceso al aprendizaje-experiencia-encasillado. Además, “notar” y “nutrir” el lugar lastimado, genera condiciones similares a aquellas que fueron creadas por el estresante inicial. Y como el proceso se desenvuelve a su propio tiempo y ritmo en cada individuo, las células afectadas tienen la oportunidad de liberar su estado químico alterado y ser capaces de dar lugar a actitudes y patrones más saludables.

Esto se refleja claramente en el “cambio sentido” –body shift descubierto por Gendlin en el laboratorio y corroborado por todo aquél que enfoca-, cuando viene el símbolo que ajusta con la sensación-sentida y ésta se abre, cambia; “lleva el proceso hacia adelante”.[12] El registro electroencefalográfico durante el proceso del Enfoque muestra que momentos antes de venir esta transformación físicamente sentida, la respuesta bioeléctrica cerebral ha empezado a expresar un nivel máximo de reorganización.[13]

El Enfoque honra el sistema cuerpo/mente completo, y no sólo se ocupa del aspecto que está clamando por sanación -a veces a costa de algún otro. También hace espacio para todas las modalidades capaces de dar acceso al material atrapado –imágenes, sensaciones, emociones, conductas, lenguaje-, incluyendo la interacción de estas expresiones dentro de un ambiente de atención abierta y afectuosa donde pueden ser transustanciados nuestros asuntos inconclusos.

Cuando atendemos a una persona a la manera del Enfoque y le animamos a que experiencie el síntoma –a lo que voluntariamente se resistiría-, estamos alterando drásticamente la dinámica interna y las memorias estado-dependientes. Y al pasar de una forma disociada y un condicionamiento pavloviano a una presencia cálida y afectuosa hacia lo que es real, estamos deshaciendo el carácter alterado de “ligado-a-la-experiencia” traumática. Esto hace que la persona no sólo ya no tenga que caer en sus patrones disfuncionales, sino que pueda sanar aun si ellos han llegado a convertirse en adicciones.[7]

La actitud empática, -no inquisitiva ni invasiva- del facilitador del Enfoque, animando a la persona a “permanecer en la verdad de sí misma”[11] con respeto y atención amorosa, es lo que más promueve la apertura de los ambientes celulares disfuncionales que de otra manera mantendrían la química celular alterada. El efecto básico de este modelo-proceso a nivel bioquímico, es que los aprendizajes grabados en las proteínas celulares por acción del estrés, se separan cada vez más de los patrones de tensión, preocupación, defensa y retraimiento, liberando actitudes y conductas de bondad, empatía, compasión y seguridad.[3,5]

Nuestra experiencia personal previamente publicada, incluye el constatar cómo ha sido resuelto el estrés agudo causado por: a) una severa otalgia en una niña con otitis media aguda quedándose plácidamente dormida y sanado mucho antes de lo previsible; b) un dolor abdominal en un escolar que termina “jugando un partido de fútbol” con el propio dolor; c) el llanto incoercible de un bebé, cuya madre afectada por neurocisticercosis al dormirse por efecto del anticonvusivante lo deja sin protección cayendo de la cama y ella está alteradísima por el miedo, la culpa, el enojo y mientras enfoca se le duerme el niño en sus brazos y ella encuentra un nuevo significado al acontecimiento y a su enfermedad; d) el sufrimiento de una mujer que sostiene la sensación de que su corazón se le abre al atender cómo lleva un asunto de salud de su hija de cuatro meses de vida, viniendo la simbolización –y poco después también la resolución- del asunto en: “¡odio a mi hija, la odio!…”[14] e) En cómo resuelve otra mujer el estrés postraumático por la muerte de su hermana ocurrida nueve años antes y manifestado ahora por el llanto continuo de su hija recién nacida con sólo tocarla; f) el estrés del médico pediatra (quien esto escribe) ante el trauma de presenciar el deterioro paulatino de un paciente preescolar (hijo de entrañables amigos) víctima de una neuroinfección aguda, que al enfocarlo se simboliza en las palabras: “todo va a salir bien”, mensaje que trasmite esperanza a la atribulada familia mientras el pequeño responde admirablemente[15]; y en muchos casos más durante el ejercicio cotidiano de la medicina, en la vida diaria, en las relaciones familiares, etcétera.

Me pregunto si mediante la práctica del Enfoque Bio-Espiritual no estaremos ya adentrándonos en la predicción del Dr. James Watson (codescubridor de la estructura del ADN) quien piensa que en 10 años “casi todo” será modificado genéticamente.16 Lo que supera esa expectativa es que sólo se requieren dos seres humanos; uno dispuesto a atender su asunto desde su sensación-sentida y el otro entrenado para facilitar el proceso, sabiendo, por la propia experiencia, que la dirección de dicho proceso siempre es hacia la salud, el desarrollo y la integración. De este modo, la sencilla técnica del Enfoque Bio-Espiritual no solamente permite restaurar los “genes de acción intracelular” para que hagan su trabajo, sino que abre a la persona a más y más experiencias menos que nutricias y no procesadas, que a veces desde el vientre materno[17,18] y a lo largo de la vida se han estado convirtiendo en la propia biología, condición que todos compartimos si estamos de acuerdo con el Dr. Hans Selye que nos recuerda que el vivir mismo está sujeto al estrés.[19]

Ahora, cultivando esta técnica, estaremos llevando a cabo desde nuestra condición individual, familiar, profesional, comunitaria, y social, el mandato ético básico acogido por la Medicina de “curar…, mejorar…, consolar...” Sólo que ya no exclusivamente desde la “conciencia del médico” sino fundamentalmente, atendiendo la conciencia corporal del ser humano sufriente, animándolo a permanecer en su experiencia físicamente sentida, con una actitud abierta y disponible –contemplativa[11]–, recibiendo lo que su cuerpo le quiera revelar.

De esta manera, la salud integral se irá expandiendo a partir de nuestras instancias biológicas, abarcando al ser humano total, y eventualmente, al Planeta entero desde el reino de la propia e insustituible experiencia.

Bibliografía - Cibergrafía:

1. The Focusing Institute. On Focusing and Trauma. En sitio Web:
http://www.focusing.org/

2. Omidian P. The use or Focusing by Afghan Aid Workers. En sitio Web: 
http://www.focusing.org/ Focusing and Afghanistan.

3. Gascón JI. Focusing en la atención de una víctima de atentado terrorista: cómo utilizar Focusing en un Síndrome de Estrés Postraumático. España, abril, 2004. En sitio Web: On Focusing and Trauma 
http://www.focusing.org/

4. Campbell PA. Academic Roots of the Bio-Spiritual Movement, en: Beyond the Myth of Dominance, an Alterative to a Violent Society. Sheed & Ward. 1993, pp. 233-244.

5. Nayowith B. Focusing and Health –Some Psychobiological
Perspectives-. 
Folio (Volume 18, Number 1, 1999)

6. Rossi EL. Psychobiology of Mind-Body Healing. citado por Nayowith en Fosusing and Health. En la Web: 
Ernest Lawrence Rossi.

7. Campbell PA. What Holds the Myth in Place? En: Beyond the Myth of Dominance, an Alterative to a Violent Society. Sheed & Ward pub. 1993. Pp. 136-151. En sitio Web: 
Process-Skipping:http://www.biospiritual.org http://www.enfoquebiospiritual.com.mx/

8. Prado FJ. Más allá del ciclo adictivo dolor-placer. Dol Clín y Ter Vol III No. 6, 2005, pp. 13-17. En sitio Web: 
www.imbiomed.com Algología.

9. Gendlin ET. Focusing. Proceso y técnica del enfoque corporal. Dando libre acceso a la sabiduría de tu cuerpo. Ed. Mensajero. España. 1982, pp. 25-66.

10. Campbell PA. Academic Roots of the Bio-Spiritual Movement, En: Beyond the Myth of Dominance, an Alterative to a Violent Society. Sheed & Ward. 1993, pp. 233-244.

11. McMahon EM. Beyond the Myth of Dominance, an Alterative to a Violent Society. Sheed & Ward. 1993. Op. Cit. pp. 245ss. Sitio Web: 
http://www.biospiritual.org
http://www.enfoquebiospiritual.com.mx/

12. Gendlin ET. Un auto filosófico Modelo 1999 para focusers. En sitio Web: 
http://www.focusing.org/ Español.

13. Don NS. The transformation of conscious experience and its EEG correlates. Journal of Altered States of Consciousness. 1977, 3 (2). 147-148.

14. Prado FJ. Técnica del Enfoque en la Consulta Pediátrica. Dol Clin Ter Vol II No. 8, 2004, pp. 17-20. En sitio Web:
www.imbiomed.com Algología.

15. Prado FJ. Enfoque Corporal. Dol Clin Ter Vol II No. 9, 2004, pp. 17-20. En sitio Web: 
www.imbiomed.com Algología.

16. La Nación. Entrevista con J. Watson. 4-IX-2005. En sitio Web:
http://www.intramed.net/actualidad/not_1.asp?idNoticia=36750

17. Sadik N. The state of world population, 1997. UNFPA, New York, 1997.

18. World Health Organization. Abortion: A Tabulation of Available Data on the Frequency and Mortality of Unsafe Abortion, 3rd edition. Geneva, 1997 (in press). En “El Embarazo no Deseado”:

· Médico pediatra neonatólogo. Ex jefe del servicio de Cuidados Intermedios Neonatales, Hospital “Luis Castelazo Ayala”, IMSS. Miembro del Institute for Bio-Spiritual Research.