HUMANIZANDO, DESDE NUESTRAS INSTANCIAS BIOLÓGICAS,
EL PROCESO
VIDA/MUERTE/VIDA
Experiencias de un médico* que
practica el Enfoque (Focusing) Bio-Espiritual
... Sin embargo, hay momentos en que uno se siente libre de la
propia identificación con las insuficiencias y limitaciones humanas. En estos
momentos uno se imagina que se encuentra en algún punto de un pequeño planeta,
mirando con asombro a la fría, aunque profundamente conmovedora, belleza de lo
eterno, de lo insondable: la vida y la muerte fluyen juntándose, y no hay ni
evolución ni destino; sólo existencia.
Albert Einstein
Algunos presupuestos:
El individuo humano tiene su origen en la unión de los gametos
progenitores. A partir de la concepción y durante toda su estancia en el útero
materno este bio-proceso no sólo está ya comprometido con su desarrollo,[1] sino
también rodeado y sostenido mientras interactúa[2]
incesantemente con el matroambiente formando con el cuerpo materno un todo
organísmico más extenso y más complejo. Esta unicidad/completud está a su vez
en constante interacción no sólo con su entorno físico sino en íntima, continua
e interdependiente relación con lo sociocultural. Es, inmerso en ese proceso
bio/cultural, que el ser humano va llevando adelante la tarea de su
individuación, desde la que van surgiendo, mediante sucesivas etapas de
desarrollo, las expresiones de sus más íntimas potencialidades, que lo llevan a
experimentarse cada vez más en un todo más grande, trascendiendo tanto lo
biológico como lo socioculturalmente dado. Entonces podemos entender que la
naturaleza humana es el proceso de continua interacción, interdependencia y
desarrollo que desde lo biológico asume lo socio-cultural y que en un ambiente
inter-relacional propicio el individuo humano actualiza y lleva hacia adelante
lo que en él es distintivamente genuino, personalizante y transformador de sí
mismo como parte insustituible de un universo en evolución.
Cuando la Cultura funciona como rotunda afirmación y a tono con
lo biológico, promueve la continuidad humana sobre el Planeta que llamamos
Historia evolutiva, individual y colectiva. Por ello es importante que tanto a
nivel individual como social aprendamos a asumir este proceso vital, como lo
hacen, desde la frontera del vivir-morir, cada una de los cien mil millones de
células de nuestro organismo y en mutua interacción.
Al cuestionarnos cómo es que coexisten vida y muerte en cada
célula, o dicho de otro modo, ¿cómo hace la célula -y el ser humano en
desarrollo- para integrar estas dos funciones aparentemente opuestas? La
respuesta se puede ir revelando si entendemos el ciclo celular vida-muerte como
un continuum, y no como fenómenos antagónicos y mutuamente excluyentes.
Desde la Biología, hoy sabemos que el morir es un proceso
activo. Las células del cuerpo saben cuándo reproducirse y cuándo han de morir.
Los mecanismos celulares que regulan la muerte celular son esenciales para el
sano desarrollo evolutivo del organismo. En cada célula se producen, activan y
expresan genes que inducen señales de muerte en estadios definidos de
diferenciación y en respuesta a determinados estímulos fisiológicos. Este morir
programado al que se le ha llamado apoptosis,[3] incluye
el reciclaje y la reutilización por el organismo completo, de los materiales
constitutivos de la célula apoptótica, los que no sólo no dañan al organismo
total, sino que generan, desde lo que está en él muriendo, nueva vida llevando
adelante el desarrollo del cuerpo en términos de homeostasis, equilibrio,
evolución.
Cuando la muerte celular no es programada desde dentro del
individuo sino que tiene su origen en mecanismos que rompen el principio
dinámico vital, lo cual sucede por ejemplo al sobrevenir una septicemia
(palabra que viene de dos términos griegos: sepsis = pudrición, hemato =
sangre, esto es, pudrición de la sangre) el resultado entonces es la necrosis,
o sea, la descomposición del organismo, lo que al nivel del homo sapiens
equivaldría a la extinción y al cataclismo a nivel planetario y universal.
Pero ¿cómo apropiarnos de esa sana manera de estar a la vez
viviendo y muriendo cuando están de por medio tan intensos recuerdos, imágenes,
añoranzas, sentimientos, emociones, sensaciones -tristeza, rabia, culpa, miedo,
desesperación, incertidumbre, desilusión, amargura, horror, impotencia, nausea,
dolor, odio, síncope-, ante la muerte y sus circunstancias? Afortunadamente
ahora sabemos que es precisamente el lado sentido de lo que nos drena vida el
punto de partida para llegar a procesar tan, a veces, desgarradoras
experiencias que podríamos llegar a juzgar como lo caótico, lo sin sentido, lo
absurdo, lo catastrófico.[4]
En todas las culturas y desde las más antiguas tradiciones
espirituales a lo largo de los siglos, el ser humano ha tenido acceso o al
menos se le ha ofrecido la posibilidad de ir más allá del razonamiento frío,
lógico, que ve la muerte como inexorable extinción. Pero sólo en los últimos
años es que se ha llegado a precisar cuál es el proceso mediante el que el ser
humano lleva adelante el cambio hacia el desarrollo y cómo ponerlo en marcha, sea
lo que sea que se esté viviendo o en él muriendo, lo cual es una de las más
exquisitas manifestaciones de nuestra cultura actual que nos está llevando a
experimentarnos como seres humanos en profunda interacción, tanto con nosotros
mismos como con los demás y con cuanto existe. Como aplicación práctica de esa
investigación,[5]
ha sido elaborada la “tecnología corporal”[6] capaz de
promover el desarrollo integral del individuo humano inmerso en el acto/proceso
de vivir-morir-vivir, tanto el propio, como el de los que más ama. Esta
tecnología descubierta hace 50 años, está en consonancia con los más recientes
avances en biología molecular,[7] física
cuántica[8] y
psiconeuroinmunoendocrinología. Así que ahora, ya sea desde nuestra propia
naturaleza bio-cultural o por decisión personal, podemos humanizar nuestro
propio proceso vida-muerte-vida y el de los demás.
Estas historias -que no son del más allá, sino que-, dan cuenta
de cómo, a partir de la muerte de nuestros seres más queridos así como de lo
que en nosotros está muriendo, llegamos a afirmar que todo ser humano puede
humanizar el proceso vital muerte-vida si se acerca a estas realidades desde
sus propios procesos fisiológicos y se permite ser guiado por ellos hacia el
encuentro con un Reino de nuevos, genuinos, humanizantes y personalísimos
comienzos y significados.
UNA MUJER ATIENDE CÓMO LLEVA LA RECIENTE MUERTE, POR
ALCOHOLISMO, DE SU HIJO
Me la llevan a la oficina sus tres hijas, madres ya de
adolescentes. Viste luto. Llega en un estado depresivo que me hace pensar que
tal vez no pueda yo ayudarla.[9] Se
mueve lenta, pesadamente, camina arrastrando los pies. En su cara se puede leer
una profunda aflicción.
Su único hijo varón había muerto dos semanas antes, dejando a su
joven esposa y a sus dos pequeñas hijas que cursan aún la educación primaria.
Mientras están las cuatro en mi oficina no cesan los comentarios hacia la
anciana. La culpan de que lo único importante para ella fue y sigue siendo el
hijo varón, ahora muerto. Toda su vida se han sentido en segundo plano respecto
al cariño de su madre. No fue el hijo, sino ellas, quienes habían sacado al
niño y a toda la familia a flote al morir el padre, cuando la hija mayor, que
apenas tenía 13 años, comenzó a trabajar. Se puede palpar en cada una de las
hijas su enojo, su dolor. Una de ellas calla, pero su actitud es igualmente
fría. Les digo que me dejen con su madre y que se vayan a tomar un café o a
simplemente dar unos pasos por el parque de enfrente.
Invito a la anciana a llevar su atención hacia dentro de su
cuerpo y a darse cuenta dónde lleva todo lo relacionado con la muerte de su
hijo. Pasan unos 30-40 segundos, se lleva la mano al pecho y me dice: “Aquí, en
mi corazón”. Le sugiero que permanezca un rato allí adentro, diciéndole a ese
lugar que no está solo, que es muy importante para ella y que es digno de todo
su respeto, que vea si lo puede tratar con delicadeza, con ternura; que vea si
le puede decir que no va a tratar de cambiarlo, ni siquiera de que se sienta
mejor. Que lo acepta tal y como es. Ella accede a mis sugerencias y se queda
unos minutos allí. Veo un leve cambio en su rostro y le pregunto ¿Ha venido
algo?, tal vez un recuerdo, una imagen, una palabra… Me contesta. “Sí…, es mi
hijo”.[10] Se lo
reflejo y le digo ¿está bien dejar que se desenvuelva un poco más todo esto? Me
dice que sí y continúa: “Viene a mi…” Le pregunto cómo se siente esto, y con
una leve, delicada sonrisa me dice: “Bien...”. Le digo que permanezca con esto
todo el tiempo que necesite. Momentos después me dice: “Nos abrazamos…, siento
claramente su amor por mí”. ¿Dónde se siente este amor?, -le pregunto- y con
evidente bienestar contesta: “Aquí, –señalándose el corazón y continúa- en todo
mi cuerpo, es un calorcito muy agradable… lo siento en todo mi cuerpo” La
invito a permanecer con esta sensación todo el tiempo que ella quiera. Pasan
unos minutos y finalmente me dice con una maravillosa sonrisa que ilumina su,
de por sí, hermoso rostro: “¡Ya!”.[11] (Yo me
pellizcaba tiernamente el brazo y con humor me decía “¡Si no lo estuvieras viendo
Juan, no lo creerías!”) Le propongo que si por todo eso que ha venido y que ha
dado lugar a ese cambio en ella se siente bien dar gracias, que lo haga.
Gustosa me dice que sí y terminamos el ejercicio de Focusing.
Regresan las tres hijas, ven la sonrisa de su madre y se miran
entre sí, admiradas, como no pudiendo creerlo. Cuando se levanta la anciana y
la vemos caminar, erguida, livianamente, una de las hijas le dice: “¡Madre, te
quitaste 20 años de encima!” Para mis adentros, hago mías esas mismas palabras
con un: “Ciertamente, ¡parece otra!” A partir de entonces recobró el ánimo.
Habiendo podido entrar en una relación nueva con su hijo muerto, vino también
un cambio positivo hacia cada una de sus hijas y con la familia entera. En
tanto, las hijas tendrán que entrar, cada una, a donde en su cuerpo está la
energía de vida detenida, para poder generar una relación más saludable con su
madre.
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PERDONANDO A SU PADRE POR HABERSE MUERTO
Ha muerto, tras casi un mes de estancia en la unidad de terapia
intensiva y casi cincuenta días de hospitalización.
Toda la familia alimentaba, día con día, la ilusión de que
saldría adelante. El hombre había tenido una operación a corazón abierto hacía
diez años. Ahora la diabetes estaba fuera de control, le sobrevino una
neumonía, tenía un pulmón destruido y sólo el 20 % del otro era funcional.
Había sido traqueostomizado y conectado al respirador varias semanas antes. La
esposa y los hijos se rotaban en el hospital las 24 horas de cada día “por lo
que pudiera ofrecerse”: tomar nuevas decisiones, efectuar otras interconsultas,
hacer nuevos estudios, llevar a cabo otros procedimientos…, ya que “siempre
había algo más que intentar”. Los montos parciales del tratamiento eran
millonarios. Mientras, la ilusión de la recuperación mantenía con esperanzas a
la familia.
Finalmente murió, teniendo que cubrir la familia los altos
costos de la atención final con otras fuertes sumas de dinero, además de
enfrentar cobros injustificados en la atención hospitalaria.
La esposa, como los numerosos hijos, estaban en profunda
consternación, ira, depresión. Pasado el funeral, se reunían simplemente para
verse unos a otros y ponerse juntos a llorar. Había pasado más de un mes y el
problema iba de mal en peor. Ninguno de ellos podía soportar aquella pérdida.
Me comenta la situación la hija mayor que es una competente
profesionista. La invito a enfocar. Le viene una sensación en el estómago. Es
cómo su cuerpo lleva todo esto. Siente como brasas encendidas dentro del
estómago.[12]
Al atender esto, viene mucho enojo contra el padre a quien culpa por haberse
muerto. Al animarla a permanecer allí, sin juicios, sin interpretaciones,
vienen imágenes: es ella, niña, adolescente y aún adulta, aferrada a su padre,
lo que le revela, de manera sentida, la dependencia que ha tenido siempre hacia
él. Luego viene otra imagen, es ahora ella, adulta, abrazando a la pequeña que
es ella misma; hay lágrimas con una grata sensación de ternura ¡entre ambas!
Mientras, la sensación quemante del vientre cambia hacia algo tibio,
confortante. Al final está sonriente de sentir el cambio que ha venido al
atender su enojo, sus reclamos, su depresión, físicamente sentidos.
Tiempo después, al preguntarle por los efectos de su ejercicio
de Enfoque, me dice, con una amplia y bella sonrisa, que una de las cosas
maravillosas que le sucedieron fue que pudo perdonarle a su padre el haberse
muerto.
Después de esta experiencia pudo tomar distancia de la
deprimente condición familiar y así, ayudar a su madre y sus hermanos, a
atenderse a sí mismos y a entrar en su personal proceso de duelo.
A. L. me escribió este correo, autorizándome para publicar su
experiencia:
QUERIDO JUAN: RUEGO ME DISCULPES, NO HABIA CONTESTADO TU CORREO,
PRIMERO PORQUE LLORÉ TANTO POR LA SENSIBILIDAD CON LA QUE DETALLAS Y NARRAS LO
VIVIDO POR MÍ HACE SEIS AÑOS, DIAS MÁS DIAS MENOS, GRACIAS JUAN PORQUE SIEMPRE
ME SENTÍ MUY IDENTIFICADA CONTIGO Y CON TODA TU FAMILIA, LOS QUIERO Y LLEVO EN
MI CORAZON SIEMPRE, A PESAR DE LOS PESARES, SIEMPRE SON Y SERÁN IMPORTANTES EN
MI VIDA Y EN MI PERSONA, AHORA ESTOY EMOCIONADA JOSE MANUEL MAÑANA ENTRA A LA
UNIVERSIDAD, SÍ A LA FACULTAD DE LEYES, ME SIENTO MUY CONTENTA, LOS QUIERO, UN
ABRAZO Y UN BESO, Y CLARO QUE TE AUTORIZO PARA QUE HAGAS QUE ESTA INFORMACIÓN
FLUYA Y QUE CADA DÍA AYUDES A MÁS PERSONAS COMO LO HICISTE CONMIGO.
LOS RECUERDO SIEMPRE. BESOS A TODOS.
…………………………………………………………
PROCESANDO EN SEGUNDOS Y DESPUÉS DE QUINCE AÑOS, LA MUERTE DE SU
PADRE[13]
Buen día. Soy Ana y es un placer pertenecer a este círculo.
Hace unos meses escuché hablar del Enfoque Bio-Espiritual y me
considero privilegiada de haber encontrado esta nueva forma de ver mi vida –y
la de los demás también.
Siento que el Enfoque ha segmentado mi vida en muchos aspectos
para después integrarla de la forma más noble y amorosa que jamás haya
conocido.
Esta es mi historia que hasta el día de hoy, me hace sentir
extasiada de vulnerabilidad:
Hace quince años mis entrañas se desprendieron de mi cuerpo…
Estando discutiendo con mi esposo; ¿la razón?, no la sé, sólo sé
que estaba muy enojada al grado que le dije: “¡Por qué no te vas!” Me miró, se
dio la vuelta y se quedó allí, conmigo. No se fue. Esta expresión tenía algo
importante que decirme… entonces comenzó a temblar, sin excepción, todo mi
cuerpo.[14] Me
dolía el pecho, las lágrimas me surgían sin parar. De repente viene a mí una
imagen, imagen que le había pedido a mi mente que borrara. ¿Cuál era? Mi padre
postrado en la cama del hospital público, muriéndose; y yo que estaba allí,
percibía aquel olor tan peculiar de la habitación; lo miraba, moribundo, me
abalanzaba sobre sus rodillas sintiendo sus huesos y le gritaba: “¡No te vayas,
no me dejes”! De pronto, unas manos frías, muy frías, me desprendían de él y me
decían: “tranquilízate, no llores ¿qué no ves que se está muriendo y tú no lo
dejas morir?” Eso era precisamente lo que yo no quería ¡que se me muriera! Sólo
tenía quince años y me pedían que “e n t e n d i e r a”.
De pronto, dentro de mí y de mi llanto, me convertí –desde la
niña a la que le habían cortado las lágrimas ante la agonía de su padre para
que él pudiera continuar su curso- en la adulta que soy, igualmente conmovida y
bañada en sus propias lágrimas, que ahora asistía a esa niña. Y sin articular
palabras, le expresaba con cuerpo y mente en comunión, que allí estaba con,
para, ella.
Esta experiencia ha reconciliado esa parte de la cual nunca me
acordé –rectifico, más bien me aterrorizaba traerla a mí.
Agradezco profundamente al Enfoque por haberme permitido volver
a vivir esos momentos (incluso percibiendo aquél mismo olor de la habitación, a
papá en sus huesos, aquellas heladas manos…) y poder asistir yo misma a aquella
criatura que sólo necesitaba –tal vez- un abrazo profundo, muy profundo, y no
argumentaciones tan humanas…
Además, encontré un sentido auténtico a esa palabra sin sentido
que le dije a mi esposo: No quiero que se vaya; quiero que sepa que lo amo y
que quiero disfrutar de su presencia. También me hizo reflexionar que si mi
hijo se encontrara en un caso como el mío, yo, su madre, sea quien lo abrace
profundamente y vea que seguiré siendo una columna para él aún mejor cimentada.
Esto es parte de mí. Lo puedo contar con sentimiento y, a la
vez, con una paz que invade ese mismo sentimiento, gracias a la fortuna de
haber encontrado el Enfoque Bio-Espiritual.
Gracias por leer mi historia.
Ana Lilia
___________
PROCESANDO, DESDE UN “SÍNTOMA”[15] , SU
DOLOROSA HISTORIA
Llega por primera vez a consulta una mujer con su hija de 29
días de vida. La niña llora si su madre la carga, si la amamanta, si la viste,
si la desviste… La tiene que bañar la abuela materna porque la joven madre
siente las manos heladas.
La invito a hacer un ejercicio de Focusing y accede.[16] Al
atender, entrando dentro de ella, la sensación de sus manos, le vienen estas
palabras: “Nunca voy a ser una buena mamá para mi hija”. Eso se siente muy
triste y llora intensamente. Al acompañar ese “lugar” triste que está en todo
su pecho, viene un recuerdo. Es cuando está en el hospital, tiene en sus brazos
a su hermana menor que se está muriendo y “estamos ella y yo solas”, me dice
bañada en lágrimas. Es algo en extremo doloroso para ella. Le pido que se dé
cuenta dónde se encuentra ese dolor, y me dice “aquí” señalándose su corazón.
Al estar atendiendo con delicadeza ese lugar vienen más lágrimas. La animo a
mantenerse en ese espacio interior y tras unos minutos comienzo a ver un cambio
en su semblante. Pasan otros minutos, ella siente que ya no hay más que atender
y terminamos el ejercicio. Entonces le pregunto cómo se siente y me dice: “Con
ganas de volver a casa y bañar a mi hija”. Se van. Luego me relata que pudo
bañarla, que ya no tuvo más esa sensación en sus manos, que cesó el llanto de
la criaturita y que ahora la niña “llora, pero no cuando la baño yo. Llora
cuando la baña mi mamá”.
Tiempo después me compartió que ni ella ni su madre podían pasar
frente al hospital donde años atrás había muerto su hermanita, pero que hacía
poco decidió entrar a ver a su prima que estaba en el servicio de terapia
intensiva de un hospital gineco-obstétrico a causa del shock séptico al que
había llegado al parecer por un aborto. Que pudo darle a su prima una presencia
amorosa tal y como se la había dado a la sensación de sus manos, de su pecho y
de su corazón; y que mientras lo hacía, pudo ver, conmovida, una lagrima
rodando desde el rabillo del ojo de su prima. La prima se recuperó (el shock
séptico suele ser irreversible). Yo le dije que sentía que eso que hizo había
salvado de morir a su prima. La propia prima le había dicho con inmensa
gratitud que ella ya no quería vivir, pero que su mensaje le había llevado a la
decisión de luchar por su vida y por su hija de tres años de edad.
Poco tiempo después, ella pudo poner en palabras lo que ocurrió
dentro de ella durante su ejercicio de Focusing,[17] Estas
son sus palabras que me autorizó a compartir con ustedes:
“En el Enfoque:
Enfrento un enorme monstruo que es miedo.
A partir de haber tenido esa experiencia el cambio en mi vida
fue completo. Y no solamente cambió la mía, sino también la de mi familia.
Antes de eso yo sentía que la vida no tenía sentido. Había
perdido a mi hermana. Mi madre había sido madre soltera y yo tenía que cuidar
de mis hermanos y de mi casa.
Estaba falta de cariño. Toda mi vida no habían sido más que
puras responsabilidades.
Tenía miedo de casarme y de tener mi propia familia.
Era una persona que no sabía expresar lo que sentía. Me daba
miedo querer y no sabía cómo tratar a las personas.
Cuando me casé empezaron los problemas...
Cuando uno entra al Enfoque se empieza a sentir incertidumbre por
lo que se empieza a descubrir, pero poco a poco vas dándote cuenta que es
maravilloso lo que encuentras y lo bien que se siente estar allí.
Entras y es todo negro, oscuro. Es como un cuarto oscuro, y sólo
después de tanta oscuridad y soledad, a lo lejos se ve un punto de luz. Te
acercas a ese punto, pero cuesta mucho trabajo llegar hasta allí. Se hace
eterno el poder alcanzarlo.
Al llegar allí vi una luz y una niña llorando de tristeza,
miedo, soledad. No sabía esa niña para dónde ir. Al acercarme a ella comenzaron
a moverse todos mis recuerdos; sobre todo los más tristes que había vivido.
Todos eran acerca de la niña. Hubo un momento en que yo quería
salir de allí. Quería irme y dejar todo eso, pero una voz muy confortante me
hizo tener fuerzas para seguir viendo todo lo que pasaba, y cuando me di cuenta
ya no tenía miedo. Era bonito estar viendo eso.
Conforme se me fue quitando el miedo iban llenándose de más luz
esos recuerdos. Poco a poco la niña dejó de llorar. Entonces se levantó y todo
se iluminó. Fue cuando finalmente le vi el rostro y cuando sonrió se convirtió
en la adulta que yo soy.
A lo lejos había un camino verde, lleno de flores y un cielo
azul. Se sentía tanta felicidad que pude atender esos recuerdos uno por uno,
sin miedo, con más seguridad y tranquilidad. Entre esos recuerdos estaba el más
doloroso que había vivido. Me acerqué a donde llevaba ese recuerdo y vi a mi
hermana que había muerto. Puede verla y estar en ese recuerdo sin miedo, sin
tristeza. Lo vi pasar todo, desde su enfermedad. Fue maravilloso vivir esa
experiencia: le pude decir cuánto la quería y darle las gracias por el tiempo
que Dios me dejó compartir con ella y por haber sido mi hermana.
Después vinieron los momentos felices que se me habían olvidado
o los había dejado en un rincón. Fueron muchos y grandes.
De repente caminé y vi a mi familia que entonces era mi esposo y
mi hija que acababa de nacer, esperándome. Estaban felices, con los brazos
abiertos.
Y comenzó la felicidad.[18]
Miriam Mendoza
. . . . . .
AL
RESOLVER EL DUELO DE LA MUERTE DE
SUS SERES QUERIDOS, UNA JOVEN
MUJER HACE QUE SU
HIJO RECIÉN NACIDO RECOBRE
LA SALUD[19]
21 de enero…
Me llevan a consulta un bebé de once días de nacido. Está muy
grave y le digo a los padres que necesita ser internado de inmediato en la
terapia intensiva de un hospital pediátrico. En el hospital X cuesta 35 mil pesos
sólo el tener derecho al ingreso. Ellos no pueden enfrentar ese gasto y, con el
control de la temperatura, el inicio de la rehidratación y una nota médica que
les doy, lo llevan al hospital público donde nació, quedando internado.
Algunas anotaciones tomadas del expediente médico:
- Silvia estaba por regresar a estudiar cuando quedó embarazada
por lo que sintió frustrados sus planes académicos. Ella no quería el embarazo,
el cuál cursó con gastritis severa, pérdida de peso e intenso dolor de espalda,
además tuvo vulvovaginitis persistente durante toda la gestación. “Me dolían
tantas cosas que ya no sé ni qué”, me dijo.
- La atención y su experiencia del parto “¡Fue terrible!” dice
la joven madre.
- Padecimiento actual: Me refiere que el bebé “duerme demasiado
y no puede tomar el pecho”. Lo escucha “ronquito y con llanto débil”. Ha ido
varias veces al servicio de urgencias del hospital donde nació, “me regañan
porque no he sido capaz de alimentar a mi hijo”, afligida me dice.
Exploración: Peso: 2 Kg. Peso al nacer 2,850. Pérdida de 30% de
su peso corporal. Temperatura 39.9º C.
-Es admitido a la terapia intensiva. Evoluciona con crisis
convulsivas secundarias al severo desequilibrio hidroelectrolítico y
metabólico: hipernatremia, hipokalemia, hipoglucemia e hipocalcemia. Sin
respuesta al tratamiento.
24 de enero:
Por teléfono la abuela materna del bebé me dice:
- “El bebé no quiere comer, rechaza el alimento; COMO QUE EN
REALIDAD ÉL NO QUIERE VIVIR.”
- Que su hija “sufrió mucho abandono”.
- Que había “perdido” a una hermana, antes a su padre y después
a un tío a quien Silvia quería mucho (habían muerto).
- Que el padre del bebé no podía siquiera acercarse al recién
nacido, tenía mucho miedo de tocarlo.
Conmovido, le digo a la abuela de la criatura que necesito hablar
con la madre del niño.
Silvia me llama por teléfono ese día y me comenta que:
- “El bebé sigue convulsionando y sin querer comer.”
Le digo que necesito verla. Va a mi oficina y allí le propongo
hacer un ejercicio de Focusing. Acepta.
Anoté en el expediente:
“25 enero…: Enfocó Silvia. Se va, sintiéndose mejor.”
1° febrero:
Vuelven a consulta a los 24 días de vida del bebé. Ha recuperado
el peso con el que nació.
Su evolución fue sorprendentemente buena. Antes del Enfoque de
su madre el bebé no había recobrado nada de peso. Al día siguiente del
ejercicio había ganado 500 gramos. Ahora está siendo alimentado ¡al seno
materno! No hay déficit neurológico ni patología agregada. Detecto solamente
cierta irritabilidad e hiperreflexia (que desaparecen en las revisiones
subsecuentes).
Pasan años. Habiendo yo olvidado mucho de esta historia a través
del tiempo y desconociendo más aun de ella, un día le pregunto a Silvia qué
tanto realmente había ayudado su ejercicio de Enfoque en relación al problema
de su hijo internado de recién nacido. Su respuesta fue: “¡Hay doctor, nos
salvó a los tres!” (Ella no sólo incluía a su marido, sino también su relación
de pareja).
De la sorpresa que me llevé con su impactante respuesta, le pedí
a Silvia que si sentía que estaba bien, me escribiera su experiencia de todo
esto para compartirla. Accedió y me envió este correo:
“Llevo a consulta a mi hijo Eduardo H. J. de 13 días de nacido
que había dejado de comer y había presentado temperaturas muy altas de 39 y 40º
C.
El médico lo revisó y nos dijo a mí y a mi esposo que el bebé
estaba muy grave y que debía ser hospitalizado de inmediato. Al escuchar esto
me puse muy mal, sentía mucha culpa, miedo, tristeza y no sabía cómo
reaccionar.
Los días anteriores lo había llevado cuatro veces a consulta al
hospital (…). Los pediatras lo revisaron y en las cuatro ocasiones me dijeron
lo mismo: que mi hijo estaba bien y un poco deshidratado porque yo no supe
darle de comer a mi hijo.
Salimos del consultorio del doctor y lo internamos al servicio
de terapia intensiva.
A la hora de visita yo no quería pasar, tenía mucho miedo, no
sabía cómo ayudar a mi hijo para que saliera adelante, sólo lo veía y lloraba.
Cuando le llamé al doctor y le comenté acerca de mi situación,
me dijo que fuera a su consultorio, al llegar me preguntó ¿Cómo te sientes con
todo esto? A lo cual le contesté que muy mal, que me sentía culpable porque no
supe cuidar a mi hijo y que tenía miedo de perderlo. Él preguntó ¿En dónde se
siente todo esto? Le conteste “aquí doctor, en mi corazón”. Me dice que vea si
puedo ir hasta donde siento esa sensación y acompañarla; me pregunta si puedo
decirle a esa sensación que tiene derecho de estar ahí y si puedo preguntarle
si quiere decirme algo. Cuando lo hice, muchas cosas aparecieron en la mente;
recordé cuando un tío mío estuvo internado muy grave y falleció; los problemas
que tenía con mi esposo; el haber dejado mis estudios por mi embarazo. Que me
sentía atada a mi hijo y empecé a llorar.
El doctor me pregunta nuevamente ¿Cómo, dónde, sientes todo esto
que ha venido? Le contesto: aquí en mis manos. Entonces me dijo: a ver si
puedes ir hasta donde sientes esa sensación y pregúntale si también quiere
decirte algo. Le respondí: “Sí doctor”. Lo que vino fue: “…No quiero estar con
mi hijo, quiero que alguien me lo cuide, lo amo demasiado pero no quiero
sentirme atada a él.”
Pasó tiempo mientras yo atendía esto, ¿cuánto?, no sé. Entonces
el doctor me pregunto ¿Cómo te sientes después de todo esto que ha venido?
“Mejor. Quiero ir a visitar a mi hijo al hospital.”
Cuando llegué mi hijo estaba con aparatos conectados en todo su
cuerpo pero al entrar me sentí diferente a las veces anteriores. Ahora me
sentía llena de ganas de verlo, de animarlo para que sintiera que lo
necesitábamos con nosotros, que lo amábamos mucho y que luchara por recuperarse
para que pronto regresara a su casa.
Después de esto le leí un cuento: “EL RANCHO DE PANCHO”.
Mientras se lo leía, le describía los paisajes con mucha gracia y de pronto vi
cómo mi bebé se empezaba a reír, tanto, que su estómago empezó a moverse lo
cual me alegró mucho.
Pronto mi bebe salió de la Terapia Intensiva para estar unos
días en el servicio de Recuperación. Yo lo cuidé todos sus días de estancia en
el hospital; día y noche estaba con él y dormía al lado de su cama.
Todo esto fue una experiencia dolorosa pero desde ese día que
salí del consultorio del doctor Prado me sentí con muchos deseos de cuidar a mi
hijo pues es una gran bendición tenerlo nuevamente a mi lado”.
Silvia J.
_____________
MI CUERPO INSTÁNDOME[20] A
COMPARTIR EL FOCUSING
Ayer murió P. C. B. Tenía más de 70. Fuimos a la funeraria;
allí, con una sensación extraña en mi vientre, despedí a mi amigo.
Por la noche voy a la computadora a hacer algunas anotaciones y
al hacer un mínimo esfuerzo para mover la silla siento un tironcito doloroso a
nivel sacro, hacia el lado derecho. Estoy un rato allí, con cierta incomodidad
localizada en esa área, termino mi trabajo y me levanto para ir a la cama. El
dolor es más intenso. No encuentro posición para dormir, tras buscar y buscar,
no tengo otra opción que el decúbito prono (boca abajo) como posición
antiálgica. Me quedo allí preguntándome de qué me quiere hablar mi cuerpo con
esta sensación dolorosa. El cansancio (y un poco de angustia) me impide seguir
tratando de enfocar. Una o dos horas después despierto con el dolor y al buscar
otra posición distinta, el dolor aumenta. Voy al baño con mucha dificultad para
caminar. El dolor recorre toda la nalga, el muslo y la pierna derecha. No puedo
permanecer de pie, regreso del baño con muchísimo dolor, totalmente encorvado,
angustiado y con mayor dificultad aun. Pienso en el trabajo programado para esa
mañana y me angustia no poder siquiera ponerme en pie. Busco la posición
antiálgica previa pero ya no es eficaz. Entonces me doy cuenta que el dolor
recorre todo el miembro inferior hasta la punta de mis dedos. Al atender esto a
la mana del Enfoque viene una palabra: “DOLOR igual a CULPA”. Atiendo cómo se
sienten esas palabras junto con el dolor y viene: “B. se llevó a la tumba el
secreto de su enfermedad” (nadie supo de que había muerto, aun habiendo
recibido la mejor atención posible a nivel nacional y hospitalario en el
Instituto Nacional de la Nutrición). Me quedo con como todo esto se siente
ahora y viene: “Fue ese secreto, el que lo llevó a él a la tumba”. Con esto
viene una pregunta, “¿Por qué no le compartí a “B” más del Enfoque? Tal vez
ello le hubiera ayudado a abrirse a sus cosas inconclusas.” Entonces me doy
cuenta qué era eso de “dolor igual a culpa”. Para entonces la intensidad del
dolor se ha reducido y, admirado de la manera como se había desenvuelto mi
proceso corporal, ¡me quedo dormido! Cuando llega mi hijo de su reunión (2-3 a.
m.) ya me siento mejor, está la sensación dolorosa solamente a nivel del sacro
pero ya no me impide tomar la posición deseada para dormir. Al despertar hago
mis movimientos rutinarios sin ninguna dificultad. Lo único que me limita es mi
temor de que regrese aquél intenso dolor. Sólo ha quedado un inocente dolorcito
que, me doy cuenta, es para hacerme recordar la importancia de todo el suceso.
Siento una enorme gratitud y admiración hacia el Dr. Gendlin y hacia quienes me
han conectado con el Enfoque y la Bio-Espiritualidad. Con ello viene la
determinada decisión de compartir esto y así llevar a otros su inherente
mensaje de salud, dándome cuenta sin duda alguna de que mi ciática es un buen
recordatorio para no quedarme con esta maravilla sólo para mí, sino que puedo
escuchar y darle respuesta a esta invitación de mi cuerpo a experimentar el
Enfoque.
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UN EJERCICIO DE ENFOQUE[21] LA SANA
DE UNA OBSESIÓN DE MUERTE
Me dice la madre de dos pequeños pacientes de tres y ocho años,
que de cierto tiempo acá ha estado cada vez más angustiada pensando que algo
terrible va a pasarle a cada miembro de su familia. Que basta un comentario,
una noticia o casi cualquier cosa, para que aparezca en ella la idea de que
algo catastrófico se está cerniendo sobre ellos. Que eso está produciendo
problemas en todos los aspectos de su vida y que ya no puede seguir viviendo de
esta manera, pues ello está afectando su vida laboral, familiar y su relación
de pareja.
Yo la invito a enfocar y acepta. Le comparto algunas historias
de Enfoque, le explico algo sobre el procedimiento. Entonces comenzamos.
Cuando ella está enfocando yo veo ciertos cambios en su cara lo
que me dice que está contactando algo en las profundidades de su ser.[22]
Me refiere imágenes, luces, sensaciones y cosas para ella
inexplicables. Hay ciertos gestos de incomodidad por momentos. Yo la animo a
que se mantenga en contacto físico, corporal, afectuoso, con lo que está
viniendo, sin tratar de comprender, de analizar, sino solamente sintiendo y
recibiendo lo que sea que esté viniendo.
Cuando terminamos el ejercicio la veo extrañada, por momentos
como desilusionada y hasta como defraudada, pues me dice: “Yo esperaba que me
viniera algo como lo que me comentó en sus historias de Enfoque, pero nada
vino.” Yo le digo que aunque para ella no haya venido nada claro ni con sentido
lógico alguno, yo sabía que había estado enfocando.
Se va a casa. Una semana más tarde y en lugar de simplemente
comenzar a enfocar a partir de cómo se está sintiendo, entusiasmada me
comparte:
“Qué cree doctor. Desde hace ocho días que estuve aquí con usted
han estado pasando cosas que me han dejado admirada. Usted recordará que casi
todo lo que pasaba en mi vida me llevaba al pensamiento obsesivo de que algo
trágico estaba por sucedernos a mi familia y a mí… Pues esta semana con todo lo
que me ha pasado no ha aparecido ese patrón, aún con las cosas intensas que he
estado viviendo:
El día siguiente que estuve con usted, un médico muy querido y
que siempre me animó a seguir adelante en las circunstancias dolorosas de mi
vida, falleció repentinamente. Yo lo acababa de ver unos días antes. Pude ir a
su funeral para despedirme de él. Nada funesto me vino en relación con mi
familia.
Este pasado fin de semana, el hijito de uno de los gerentes de
la empresa donde trabajo, estaba jugando. De pronto no se sintió bien, le
dieron un medicamento y como no había respuesta lo llevaron al hospital. El
niño, de la misma edad de mi hijo menor, murió en el camino. La secretaria del
gerente me comentó que su jefe creía que había sido el medicamento que le
dieron lo que produjo la muerte a su hijo y que nunca le fuera a dar ella a su
hijo ese medicamento. Entonces yo recordé que a mí me había dado siempre miedo
darles ese medicamento a mis hijos. Con todo lo que eso significaba para mí,
permanecí sin mi patrón obsesivo.
Hace ocho días, justamente cuando regresaba a casa de mi sesión
de Focusing me encontré con estos hechos. Por la mañana había ido un hombre a
lavar la cisterna del condominio. Como era ya de noche y no regresaba a su
casa, fue su esposa y sus hijos a preguntar si lo habían visto. Nadie les dio
razón, así que fueron a la cisterna y lo encontraron ahogado. ¡Ya se imaginará
el impactante cuadro que había en el patio y el estacionamiento! Mis parientes
estaban muy impactados por el suceso y a la vez angustiados pensando que
aquello me afectaría de una manera tal vez irreversible. Yo pude estar presente
y aún acompañar a la esposa y a los hijos del hombre ahogado en su
indescriptible horror y dolor. Lo que ahora me parece increíble fue que pude asistir
a todo eso sin sentirme afectada en mis propios problemas y con mi mente
catastróficamente obsesiva.
Otra cosa que me pasó en estos días es que una compañera de
trabajo que está en su menopausia nos dijo a la hora de tomar el café: “Tal vez
ustedes piensen que yo estoy loca, pero ahora que tengo mis síntomas como
bochornos, palpitaciones y otras cosas, hablo con mi cuerpo y le digo que está
bien que me hable a través de esas sensaciones, y que lo voy a escuchar con
cariño.” En esos momentos doctor, recordé mi experiencia de Focusing de hace
ocho días y le dije: “Yo sé muy bien de qué estás hablando, para mi tú no estás
loca, uno tiene que aprender a escuchar lo que le dice su cuerpo”. Entonces
pude claramente relacionar mis cambios con el ejercicio de Enfoque que hicimos
aquí hace una semana...”
Ella había consumido todo el tiempo compartiéndome sus
experiencias post-enfoque, así que sólo nos tomamos unos momentos para darnos
cuenta cómo llevábamos de una manera sentida todo esto, ella como quien enfocó
y yo como una compañía en su proceso. Coincidimos en sentir el Enfoque como un
inestimable regalo mutuo dejando para la siguiente semana la continuación de su
proceso de aprendizaje y práctica del Focusing.
Conclusión
Cuando al estar alguien muriendo o a partir de la muerte de un ser querido se tiene la suerte de tener cerca a alguien para quien su acto de morir o su dolor por la muerte de un ser querido son importantes, alguien que le permita estar con ese dolor -en lugar de sólo presenciar la muerte, o de dar las condolencias del caso, o sólo tratar de consolar o de cambiar los sentimientos dolorosos por otros “mejores”-, esa compañía puede ser aún más relevante si nos invita y nos anima a atender nuestro sufrimiento, a ir a él y sostenerlo con cariño allí donde lo llevamos, escuchándolo, permitiéndole decirnos lo que nos tiene que decir, sin tratar de atenuar, sin aconsejar, sin espiritualizar la experiencia dolorosa con una agenda que no es la nuestra y en la que no hay ningún espacio para que se lleve a cabo el proceso que buscan los seres humanos cuando se encuentran. A esto le llamamos Focusing y Escucha Activa, sanadora. De eso tratan las experiencias vertidas en este artículo, cuyos efectos tienen que ver con una calidad de interacción humana que ahora todos podemos aprender, y que nos conduce a lo que ya sabe hacer la sabiduría de nuestro cuerpo y de cada una de nuestras células asumiendo la realidad de estar muriendo sin juzgar el hecho ni como una pérdida, ni como absurda extinción. A similitud con lo que hace nuestro cuerpo, en el que millones de células están muriendo y dándole nueva vida, el Enfoque Bio-Espiritual lleva a cabo el procesamiento de nuestros duelos permitiéndonos asumirlos, dando así origen, desde el dolor, a un tipo de desarrollo que no podría darnos ninguna experiencia que deje fuera algo de la totalidad humana que somos y que mediante el 21 Focusing es llevada adelante desde nuestros procesos fisiológicos que ahora, a tono con los más recientes descubrimientos tanto en la Biología como en las Ciencias Humanas, puedo llamarle psico-neuro-inmuno-endocrino-espiritualidad en movimiento, esto es: Bio-Espiritualidad. …Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome, sobre todo en mis debilidades …pues cuando soy débil, entonces es que soy fuerte.[23]
******
* Juan B.
Prado Flores. Médico pediatra perinatólogo. Exjefe del servicio de Cuidados
Intermedios Neonatales del Hospital de Gineco-Obstetricia No. 4 del IMSS,
México, D. F. Miembro del Institute for Bio-Spiritual Research,
http://www.biospiritual.org. Miembro y Professional Associate de: The Focusing
Institute http://www.focusing.org/. Miembro de la Asociación Mexicana de Psico-neuro-inmuno
endocrinología (AMPNIE, A. C.). Profesor de Focusing del Centro Cultural Ítaca
http://www.desarrollohumanoitaca.com/, Profesor de Enfoque Bio-Espiritual de
CREE, A. C., http://www.creeac.com.mx/ Dirección Electrónica: jubpr@yahoo.com
[1] El cuerpo fue desarrollándose gracias a que el huevo primordial estaba comprometido con su propio proceso de desarrollo. La estructura corporal no solo está en construcción sino también mantenida por procesos en marcha que, si se detienen, el cuerpo se desintegra: E. T. Gendlin. A Process Model http://focusing.org/process1.html
[2] “…Los cuerpos humanos experimentan sus situaciones inmediata y directamente y no sólo a través de la pantalla interpretativa de lo que percibimos o pesamos que está pasando…”: E. T. Gendlin, en Focusing en Psicoterapia, Barcelona, Paidós 1999, p. 417. “Esta interacción es la forma primaria de vida. Su ausencia perturba el carácter de cualquier forma orgánica de estar en el mundo”: T. Barceló, en Alemany C. Manual Práctico del Focusing de Gendlin, Desclée, 2007, p. 118. De esa interacción desde un estado de casi inexistencia, deficitaria y puesta nuevamente en marcha, es de lo que tratan estas historias.
[3] Se considera la apoptosis como un mecanismo fisiológico de muerte, inherente al desarrollo celular, que se desencadena por diversas señales, las cuales pueden ser fisiológicas, o por estimulaciones ambientales exógenas. Al actuar estas señales sobre receptores específicos de la superficie celular y causar la activación en cascada de ciertas proteínas citoplasmáticas, trae como resultado la activación de un programa genético que conduce generalmente a la nucleolisis por acción de las endonucleasas. Este mecanismo interviene en importantes fenómenos fisiológicos como: la embriogénesis, el mantenimiento de la homeostasia, la renovación tisular, el desarrollo y funcionamiento del sistema inmunitario. Ver Rev Cubana Oncol 1997;13(2):126-134. http://www.idibell.cat/es_grups_recerca/view.php?ID=15
[4] Quizá el
punto de partida más básico que tenemos que aprender al respecto es que no es
posible procesar el dolor humano desde el acontecimiento traumático del pasado
que lo originó ni desde lo que a partir de él ya no podrá llegar a ser
(futuro), sino desde cómo el cuerpo lo está cargando (ahora). Permanecer, ya
sea en el traumático pasado o en ese cancelado futuro, sólo nos conduce a
callejones sin salida. Y si pasamos mucho tiempo con ello, podemos convertirlo
en un nuevo circuito cerebral que produce químicos como encefalinas y
endorfinas que anestesian el dolor, así como catecolaminas y hormonas de
stress, citoquinas proinflamatorias, etcétera, que paradójicamente, pueden
transformar nuestro sufrimiento en adicción. En cambio, cuando atendemos el
lugar físico donde el cuerpo lleva el trauma, estamos comenzando el proceso
-desde nuestras sabias instancias fisiológicas- de avance en su resolución.
[5] Ver Gendlin ET. Focusing. Proceso y técnica del enfoque corporal. Ed. Mensajero. España. 1982, Se trata de uno de los trabajos más exquisitamente diseñados y desarrollados bajo los más rigurosos presupuestos científicos y la genial investigación filosófica que están dando origen a un nuevo paradigma en la historia de la humanidad.
[6] Ver en: McMahon EM. Beyond the myth of dominance: an alternative to a violent society. Sheed & Ward. 1990 (Traducido al español por CREE A. C. http://www.creeac.com.mx/www/index.php?option=com_contact&Itemid=3) Los frutos que en la Bio-espiritualidad ha estado produciendo el proceso del Focusing durante más de cuarenta años, incluyen estas historias.
[7] Ver La biología de la creencia, ed. Palmyra, de Bruce Lipton.
[8] Ver El código del Universo de Heins R. Pagels de ed. Pirámide.
[9] Afortunadamente lo que sucede durante el proceso del Enfoque está fuera del control tanto del que enfoca como de quien facilita el ejercicio. Precisamente por ello puede surgir la duda de si se irá a llevar hacia adelante dicho proceso.
[10] Gendlin
descubrió que para que un asunto se mueva hacia la resolución necesita llevarse
a cabo la interacción entre el asunto físicamente sentido, en este caso situado
“en mi pecho” con un símbolo “…es mi hijo”. Este proceso se potencializa
enormemente mediante una interacción humana que propicia que se desenvuelva el
autoproceso que ya somos.
[11] A este cambio, el autor del Focusing le denomina cambio corporal sentido (bodily felt shift), que a la luz de los progresos recientes en neurociencias y en Psiconeuroinmunoendocrinología, en Genética y en Epigenética, podemos constatar que ese cambio de la personalidad casi instantáneo, afecta positivamente al individuo humano como totalidad y a su relación con su mundo, mundo que es todo cuanto existe. Ver http://www.focusing.org/personality_change.html
[12] “Al
experienciar desde el referente directamente sentido, deseo denominarlo
<referente directo>... Es menos aparente pero aun fácilmente comprobable
por cualquiera, que este referente contiene significado…, un significado
sentido”: Eugene T. Gendlin. University of Chicago, en A Theory of Personality
Change. 1964. http://www.focusing.org/personality_change.html
[13] Esta historia se encuentra en: www.creandotuvida.com/como_procesar_muerte.html
[14] Ana
había recibido de mí, un curso de Enfoque Bio-Espiritual y se había dado cuenta
de una manera experiencial, de qué realmente se trata tal
ejercicio-técnica-proceso. Generalmente al focalizar el significado sentido de
algún asunto, viene una progresión gradual del proceso como se puede ver en
muchas de las historias aquí descritas. En cambio, en la historia de Ana vemos
la dramática irrupción -como temblor, dolor, lágrimas- en su conciencia
corporal, del "material" por años reprimido, que, atravesando la zona
limítrofe entre preconciente/consciente e interactuar con el símbolo (la
imagen-recuerdo de su padre muriendo en el hospital) da lugar a la resolución
instantánea de la dolorosa historia sin procesar que su cuerpo seguía llevando.
[15] Lo que
en Medicina llamaríamos “síntoma” como manifestación subjetiva de enfermedad y
que orienta al clínico hacia entidades nosológicas específicas, ha sido en esta
historia una vía de inestimable valor para desentrañar la historia aun no
escuchada que al ser asumida trae consigo integración, nuevos significados y
nuevos comienzos.
[16] El relato de esta experiencia con más detalles, se puede ver en la siguiente liga Web: Prado FJ. BEFRIENDING FEAR: A STORY TOLD FROM TWO ANGLES The Folio 20 (12) 2007, 92-94. http://www.focusing.org/folio/Vol20No12007/11_BefriendingFear.pdf
[17] La
experiencia de focalizar implica cuatro niveles de interacción: el fisiológico,
la interacción con el entorno, la interacción con quien facilita el proceso y
la habilidad para simbolizar el proceso dando lugar a un cambio sentido que
trae un cambio en toda la psico-neuro-inmuno-endocrinología-espiritualidad de
quien enfoca. Estos movimientos se encuentran en todas y cada una de las
historias de enfoque relatadas en este trabajo. Los mecanismos psicobiológicos
mediante los que el estrés es resuelto en cada situación se pueden revisar en
El
procesamiento del estrés y sus efectos sobre nuestros mecanismos PNIEndocrinos
Autor: Juan B. Prado Flores http://bibliotecaparalapersona-epimeleia.com/greenstone/cgi-bin/library.cgi?e=p-01000-00---off-0presenta--00-1----0-10-0---0---0direct-10---4-------0-1l--11-es-50---20-about---00-3-1-00-0--4--0--0-0-11-10-0utfZz-8-00&a=d&cl=CL1
[18] La
acuciosa investigación de Gendlin ha dado cuenta claramente de que los cambios
que acaecen en quien hace el ejercicio de Focusing no sólo vienen en relación
al asunto propiamente enfocado, sino que afectan positivamente otros muchos
aspectos en la vida de la persona y aún su entorno. A esta característica del
Focusing él le llama “Aplicación Global”: “…Se puede estar seguro de que para
cada relación o aplicación que el individuo piensa explícitamente, hay miles de
significados en los que no piensa, pero en los que algo, sin embargo, ha
cambiado”, reestructurándose así la personalidad. Ver http://www.focusing.org/personality_change.html
[19] Esta historia puede ser vista en: Focusing in a medical practice. Staying in Focus. VII, (2), May 2007.* By JUAN B. PRADO FLORES, M.D., Mexico. English (PDF 406KB)
[20] Es
imposible saber a dónde nos está llevando cada paso del proceso de cualquier
ejercicio de Enfoque y menos aún a dónde vamos a llegar. Sólo
retrospectivamente tomamos consciencia de ello al darnos cuenta que cada
movimiento y el proceso en su conjunto han tenido, sentido, dirección,
propósito, al haber llevado adelante el asunto, problema, situación o
acontecimiento y accedido un nuevo significado.
[21] Lo
relatado aquí se sale de una explicación dentro de la Teoría del Enfoque de
Gendlin. Para mi amigo, Bruce Nayowith M. D., experto en neurociencias, la
explicación es que el cerebro del que facilita el proceso (en este caso el del
autor de este trabajo) está funcionando en una frecuencia menor a la habitual,
la cual es transmitida a quien enfoca, lo que facilita una apertura a lo que
está por venir, esto es, la resolución de asuntos que de otra manera serían
inaccesibles. Nayowith me lo dice en estos términos:
"Estimado
Dr. Juan, acabo de leer tu muy interesante archivo. Wow! ...estoy de acuerdo
que ALGO pasa durante el Focusing que es muy profundo.
...Hay
otros canales además del sentido corporal. algunas personas han tenido
experiencias de saber algo que no son un sentir corporal... y estas cosas
VIENEN durante el proceso de poner atención adentro, porque (quizás?) el
cerebro está operando con una frecuencia más lenta que la normal. El que
escucha y el que hace enfoque hacen una pausa y se abren a lo que va a venir.
Puede ser que tú tengas algunas "capacidades especiales."
Me parece
que cuando tú escuchas MIENTRAS al mismo tiempo la otra persona ofrece su
atención dentro de su cuerpo, un tipo de puente o conexión se forma entre tú y
la otra persona (y con algo del espíritu) -algún canal o frecuencia que tú
puedes recibir o tener un tipo de conexión en varias formas:
-
captando cambios en el rostro de la ora persona que tienen correspondencia con
algo que está pasando dentro de ella. Son arquetipos?
- un
sentido de presencia de fuerzas o energías espirituales (de Dios o algo malo o
de algo sagrado)
- y
quizás hay un tipo de trasmisión de energía o algo muy saludable (healing).
Porque me has descrito muchos casos de sanación de problemas muy profundos, muy
hondos -EN UNA SOLA SESION de Enfoque! esto es un nivel de "éxito"
muy raro, no lo piensas tú?! Los casos que me mandaste son milagrosos en
verdad!
Pienso
que lo que está pasando es algún tipo de intercambio de energía saludable...
Me parece
que tú tienes el "regalo" de poder ofrecer "algo de Dios" a
otras personas durante el proceso de Focusing. Pero lo que allí pasa es más de
lo que generalmente sucede en una sesión de enfoque entre otros compañeros de
enfoque.
Quizás tú
trasmites y recibes otras frecuencias. Una persona que está teniendo una visión
de salud, o de amor, puede trasmitírsela a otra persona (porque en un nivel
profundo todos esamos conectados) - O quizás hay un puente de sanar que abre
cuando la persona enfoca dentro de sí misma y tú la enfocas a ella?
Hay
algunas teorías de cómo se da esto. Stan Grof describe varios niveles -el
biográfico, el prenatal, el transpersonal (vidas del pasado, experiencias
espirituales) .....
Los
problemas pueden tener sus raíces en uno o más de estos niveles...
Jane
Bell, una maestra de Focusing, me dijo que aquellos a quienes acompaña ella,
muchas veces tienen experiencias shamanicas (ella ha hecho muchas jornadas
shamanicas). Quizás ella está transmitiendo o recibiendo en estas frecuencias.
Sin duda, el enfoque es diferente cuando Jane escucha que con otro acompañante.
Y nunca dice Jane nada de su interés en el shamanismo, nunca les da Jane
sugerencias de shamanismo tampoco.
Rudolf
Steier (que fundó las escuelas Waldorf) tenía la capacidad de la visión
espisrtual. Con ésta, podía saber muchas cosas que eran invisibles a muchas
personas...
Muy interesante!
Y más importante, tú has sido bendecido (blessed) con este regalo tan bueno!
Conozco a muchas personas con dones diferentes o capacidades especiales, pero
no conozco a ninguna otra en la comunidad de Focusing con esto como tú. Quizás
las hay, pero no las conozco.
He tenido
experiencias espirituales de vez en cuando, pero de tipos diferentes a las
tuyas.
Ya es
tarde, mejor que me acueste ahora...
Hasta
pronto,
Bruce
[22] Algo que
definitivamente estimula la práctica de acompañar a otros a enfocar es el
desarrollo tanto de las habilidades intuitivas como del funcionamiento de las
llamadas neuronas espejo o neuronas de la empatía. El filósofo Tomeu Barceló
Roselló me escribió al compartirle ésta y otras experiencias al acompañar a
enfocar:
“Me
gustaría transmitirte que tu carta me emocionó y realmente sentí conexión con
algo que me suele suceder y a veces le encontramos pocas explicaciones
racionales.
Llevo años intentando, como filósofo, discernir sobre esta experiencia que ocurre en nuestro cuerpo cuando realmente estamos presentes con/junto al otro y me parece que la empatía corporalmente sentida es la máxima expresión del acompañamiento.
He
publicado mis conclusiones en la revista Miscelánea Comillas. Revista de
Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia de Comillas, Vol 66
(2008) núm 128 en un artículo que se titula "Cuerpos que escuchan. El
acontecer de la empatía desde el proceso del enfoque corporal". También en
el libro ALEMANY, C. (2007) Manual práctico del focusing de Gendlin, de la
editorial Desclée, hay un capítulo que escribí sobre Focusing y empatía y
pronto se va a publicar un nuevo libro mío sobre ese asunto en la editorial
Desclée que lleva por título "Entre Personas. Una mirada cuántica a
nuestras relaciones humanas" (me dicen que va a salir en diciembre).”
Y en
relación a otro material que le envié y que se encuentra en este blog (ver Una
aluminita de Enfoque "acompaña" a su papá, 22 sept. 2011), me dijo,
entre otras cosas: “Maravilloso documento. Veo que tienes una extraordinaria
capacidad para esta empatía experiencial y deseo que continúes acompañando los
procesos de las personas que más lo necesitan.
Un abrazo. Tomeu Barceló”
[23] "Por
tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome, sobre todo en mis debilidades…pues
cuando soy débil, es entonces que soy fuerte": 2 Corintios 12:10, B. J. Palabras
que pueden resultar incomprensibles y hasta absurdas. Sólo el propio
experienciar nos permite reconocer su veracidad, invitándonos a descubrir de
dónde vienen y a dónde apuntan las experiencias de Pablo de Tarso que les
dieron origen y que llegan a su plenitud en nosotros al darnos cuenta que el
mensaje de cada una de nuestras “debilidades” es estar gloriosamente muriendo
acogidos (como las células en apoptosis de nuestro organismo) amorosamente, en
el seno de un Cuerpo Más Grande.