Descubriendo, y
accesando a la genuina y poderosa
espiritualidad cósmica
recibida por y emanada desde, tu cuerpo
Me parce que esta historia de Enfoque
Bio-Espiritual (EB-E) es tan pedagógicamente ilustrativa, que se presta para poner
aquí algunos de los principales elementos que ella implica. Y al decir que implica,
estoy afirmando que lo que surge del proceso no sólo se profundiza y
potencializa al paso del tiempo, sino que es, de hecho, imperecedero.
Vayamos a la historia, pero recomiendo leerla
una o dos veces antes de revisar las notas a pie de página, que aquí están en parénesis y puestas al final.
Miriam, la joven madre de una recién nacida,
concerta una cita médica con el pediatra (yo, Juan Prado) de su sobrina. Al llegar
a la cita, me consulta acerca del problema que tiene con su bebita de 28 días
de vida y que se ha venido incrementando. La tía materna de Miriam quien
contactó a Miriam conmigo y que ahora las acompaña, carga en sus brazos a la
recién nacida.
Entre los antecedentes perinatales está el
que cuando Miriam tenía 15 años, murió su hermana de 13 por anemia aplástica
(su cuerpo no producía elementos sanguíneos). Miriam se había casado cinco años
atrás, pero no había querido embarazarse, el embarazo vino aun trayendo
implantado un dispositivo intrauterino. La joven madre me dice, cuando le
pregunto por el motivo de la consulta:
“Es que no sé[1] qué le pasa a la niña doctor; si la cargo llora, si la visto llora, si la amamanto llora… ni
siquiera la he podido bañar, la baña mi mamá porque yo siento las manos
heladas, como con un sudor frío, como con hielo por dentro, como… no sé…”[2]
Mientras, yo veo a la tía de Miriam con la
sobrina nieta en sus bazos y a la pequeñita completamente tranquila. Al revisar
a la bebita no encuentro nada anormal en ella por lo que le hago a Miriam una
pregunta que a mí mismo me sorprende:[3] “Señora, su hija está sana, ¿siente[4] que
hay algo que le impide disfrutarla?” Viéndome fijamente a los ojos y tocándose con
inquietud sus manos, Miriam me dice: “¡Sí!,
¡mis manos!, doctor.”[5]
Por mi contacto con el Enfoque Bio-Espiritual caigo en cuenta que ella ‘sabe’[6] que en la sensación que
tiene en sus manos está expresándose el problema existente entre ella y su
hija. Entonces le digo que sé de un procedimiento que quizá le aclare qué es
eso en sus manos que le impide no sólo disfrutar
sino aun bañar a su hija y le
pregunto si estaría bien que lo llevásemos a cabo. Me contesta que sí[7] y comenzamos el siguiente
ejercicio de Enfoque (Enfoque
Bio-espiritual).
Vea –le digo- si está bien cerrar sus ojos
para que no la distraiga nada de afuera. Accede, y al hacerlo, le pido que vea
si puede entrar a su cuerpo y desde dentro de él, dirigir su atención a sus
manos y contactar la sensación que sabe-siente[8] que tiene que ver con el
llanto de su hija al atenderla.
No se trata –le hago saber- de buscar
explicaciones, de calmar o de pretender eliminar lo que siente, tampoco de
minimizarlo, de culparlo o de criticarlo, sino de ir a donde eso se siente y quedarse unos momentos con eso
de manera respetuosa. Tras uno a dos
minutos, súbitamente abre sus ojos con sorpresa y angustia y se me queda
viendo. Yo tranquilamente le digo que voy a seguir con ella y que si lo siente bien
vuelva allí adentro. Vuelve a cerrar sus ojos, pero sigue nerviosa. Entonces le
pregunto si ha surgido algo y me dice: “Sí,
son unas palabras: Nunca vas a ser una buena mamá para tu hija.”[9] Sorprendido yo también, le reflejo[10] estas palabras de manera
empática, al tiempo que le pregunto si ellas se conectan con la sensación de
sus manos, a lo que inmediatamente me contesta: “¡Sí!”[11],
sin dudar.
Entonces le digo que vea cómo se siente todo[12] esto y en lágrimas me dice: “¡Muy triste!”[13] Le reflejo empáticamente esas palabras desde mi propia sensación
corporal sentida y le digo que está bien
sentir esa tristeza, pues ella había vuelto a abrir sus ojos como
interrogándome y/o interrogándose si no sería mejor salir y dejarlo todo. Los
vuelve a cerrar, y entonces le digo que vea dónde[14] en su cuerpo se siente esto tan triste. Está
buscando ese lugar y en tres o cuatro segundos extendiendo su mano por todo su
pecho de dice: “Aquí”.[15] ‘Aquí’, le reflejo y le sugiero: Tal vez ese lugar triste
también esté necesitando que le demos una acogida delicada, respetuosa. Quiero
que vea si puede ir ahí a su pecho donde está esta intensa tristeza y ofrecerle
su cálida, amorosa, presencia.[16]
Me contesta que lo intentará; poco después y
más tranquilamente, me hace saber que lo está haciendo. Le digo que vea si
puede quedarse ahí, esperando por si, como sus manos, ese lugar[17] también tiene algo que decirle
mediante una imagen, un recuerdo, una palabra, otro sentimiento…[18] Entonces, con un llanto que
viene de muy adentro me dice: “Es un recuerdo, es cuando estoy con mi hermanita
en el hospital, estamos ella y yo solas, la tengo en mis brazos y se está
muriendo”[19]
Con el impacto que recibí al escucharla se me
rasaron los ojos.[20] Al preguntarle, desde mi conexión empática conmigo mismo a la vez que con ella, ¿Cómo se siente todo
esto?, contesta tras
una breve pausa: “¡Con mucho dolor!”[21]¿Dónde –le digo- en su
cuerpo está este grande dolor? Se toma unos cuántos segundos de búsqueda y con
el llanto fluyéndole me dice señalando con la punta de su dedo índice derecho: “Aquí…
en mi corazón.”[22]
Entonces le propongo que vayamos también a
ese lugar transido de dolor a darle una presencia amorosa, acogedora, tal y
como lo hicimos con la sensación de sus manos y con la de su pecho, que se tome
todo el tiempo que necesite para atender eso dentro de ella y que reciba
cualquier otra cosa que venga…
Está allí como unos tres o cuatro minutos y
comienzo a ver algunos cambios en ella: su llanto ahora es apacible, su
semblante, de lívido, pasa a sonrosársele, su respiración antes entrecortada
ahora es apacible; veo su cuerpo relajado y en toda ella una expresión como de alivio,
serenidad, bienestar.[23] Le pregunto si hay algo más que necesite ser
atendido. Se queda revisando interiormente y con una leve sonrisa me dice que
no, que “¡Ya todo está bien!”[24]
Para terminar, le pregunto si todo esto que
ha recibido ha dejado una sensación de agradecimiento, a lo que, insinuándosele
una leve sonrisa, me responde que desde momentos antes, ella ha estado dando
gracias por todo cuanto ha venido.[25]
Entonces concluimos el procedimiento. Ella va
abriendo sus ojos y poco a poco ajustando su vista a lo de afuera, como
viniendo de un lugar muy profundo, como regresando de una inesperada
experiencia de apertura o expansión de conciencia.
Ya que
se ha reconectando con lo exterior, le pregunto: ¿Cómo se siente Miriam? Tras
una breve pausa buscando/encontrando palabras y como con una chispa de luz en
su mirada, me contesta: “Con ganas, doctor, de llegar a casa y bañar
a mi hija”.[26] Le pregunto si siente que este deseo proviene o se conecta con lo que acaba de
vivir, y me dice “¡SÍ!”, sin dudarlo[27] Yo simplemente le digo que ella decide si
está bien hacer eso de bañar a su
hijita en cuanto regresen a casa. Me quedo admirado, sorprendido, y en un
estado de bienestar difícil de describir.
Se van y a los 15 días regresan, madre e
hija, a consulta de control, pero ahora las acompaña la madre de Miriam. De
inmediato la abuela me habla del cambio completo que había visto en su hija, me
dice que ella tenía que bañar a la niña porque Miriam no podía hacerlo. Le
respondo que ya me lo había dicho su hija, y entonces me comparte: “Cuando
llegué del trabajo por la noche pregunté, ¿Ya está todo listo para bañar a la niña?, y qué cree doctor que
me respondió mi hija: Ya la bañé mamá.
Yo no lo podía creer”, concluye la abuela. Entonces comenta con sencillez la
joven madre: “Y ahora doctor, la niña
llora, pero no cuando la baño yo,[28] llora cuando la
baña mi mamá”.
La bebita no volvió a responder con llanto a los cuidados de su madre y Miriam
no tuvo más esa sensación de “frialdad”
en sus manos. Tampoco volvió a sentir que ‘nunca sería una buena mamá’. El
asunto madre-hija con toda la historia dolorosa que Miriam había estado
cargando por años, habían sido resueltos desde las profundidades de su cuerpo[29] ¡en unos cuantos minutos!
Tiempo después y tras varias consultas pediátricas
sucesivas verificando su buena salud, le pedí a Miriam su autorización para
compartir su experiencia a fin de ejemplificar lo que es el Enfoque
Bio-Espiritual. De inmediato, ella me la otorgó. En otra ocasión, y después de
haberle pedido en otros momentos que me pusiera por escrito lo que había
sucedido dentro de ella durante su ejercicio de Enfoque me contestó que se le
había dificultado hacerlo, pero que me quería
decir algo, y me compartió que:
A partir de la experiencia de la muerte de su
hermanita, ni ella ni su madre podían pasar frente al hospital donde la niña de
13 años murió; si no podían evitar pasar por allí, por lo menos se cruzaban a
la acera de enfrente.
Pero recientemente -me dijo- tuve a una prima,
que es madre soltera, internada en un hospital gineco-obstétrico. Aunque no
estábamos de acuerdo con su manera de vivir, fuimos mi mamá y yo a visitarla,
nos enteramos de que estaba en la Unidad de cuidados Intensivos (UCI). La
asistente nos dijo que sólo podía verla una sola persona y yo decidí entrar.[30] Como la buscaba visualmente y no la
encontraba, el médico (el Dr. Tenorio, a quien yo conocía pues trabajamos en la
misma unidad hospitalaria) me dijo, ¿a quién buscas? Le di el nombre de mi
prima y me dijo: “Es ella”. Teniéndola enfrente, no la reconocía pues estaba
muy pálida, hinchada, deforme, conectada a muchos tubos y rodeada de aparatos.
El médico me dijo: “Habla con ella”. Yo no sabía si hacerle caso o no, porque
me parecía o que se estaba muriendo o que ya estaba muerta. Al acercarme me di
cuenta de que respiraba y entonces comencé a tocar su mano, a acariciarle su
rostro y a cepillarle su pelo[31] mientras le hablaba de cuánto nos queríamos
de niñas, de cuando jugábamos y disfrutábamos muchas cosas juntas, de las
travesuras que hacíamos…; le dije que, aunque mi familia no estaba de acuerdo
con su manera de vivir, yo la quería; que su hija de tres años la necesitaba,
que, de verdad yo quería que viviera… Y cuando me di cuenta, doctor, le estaba
escurriendo una lágrima por aquí, -me dijo, señalándome el rabillo del ojo.
Al escuchar su relato también a mí se me
humedecían los ojos. Ella continuó: Cuando salí de visitar a mi prima, ya mi
mamá no estaba, no había soportado ni siquiera estar en la sala de espera del
hospital.
Su prima rápidamente se recuperó. Al
preguntarle yo a Miriam si la manera como había atendido a su prima en tan
crítico estado tenía que ver con la ternura y afecto que ella le había dado a
su propio asunto, me dijo que sí, que precisamente quería compartirme la manera
tan amorosa como se había sentido acompañada y sostenida durante su enfoque de
sus manos frías…
Entonces le dije “yo creo que lo que hiciste
libró de morir a tu prima”. Con sencillez me confió que eso mismo se lo había
dicho su prima, que cuando estaba en la UCI, había tomado la decisión de morir
pues ya nada ni nadie, incluida su hija, le importaba, pero que cuando Miriam la
fue a visitar al hospital, al escucharla veía que un amoroso anciano de enorme
estatura, de barba blanca y ataviado con una blanquísima túnica,[32] le decía, con la voz de ella
(de Miriam) lo que Miriam le estaba diciendo, y que eso que recibió, fue lo que
la llevó a decidir regresar.[33]
Todo esto ocurrió cuando su prima estaba en
estado de shock séptico (un alto
porcentaje de las mujeres que se infectan tras un aborto mueren en estado de
septicemia) es decir, sin una adecuada perfusión sanguínea de
su cerebro (y de todos sus sistemas) ella había tomado una decisión que no
dependía de su conciencia mental, racional, sin embargo, eso no sólo no le
impidió tomar esa trascendental decisión para el resto de su vida, sino que,
según se ha descubierto, se lo propició.[34]
Tiempo después Miriam pudo poner por escrito
su experiencia y me la dio para compartirla, lo cual ahora hago para ustedes.
Si lo relatado desde mi punto de vista puede ser sorprendente, en su escrito
ella comparte algo del proceso interior, corporal, que le dio salud a ella, a
su hijita, en su relación, con su prima, etcétera, lo cual puede abrir más a lo
trascendente mediante esta técnica/modelo llamada Enfoque Bio-Espiritual
(Bio-Spiritual Focusing).
Miriam describe así el desenvolvimiento del proceso experiencial corporal, y los
efectos en su vida, en sus relaciones familiares e interpersonales, efectos que
siguen fluyendo y expandiéndose hasta el día de hoy:
Al comenzar el
ejercicio de Enfoque, enfrento el enorme monstruo que es el miedo.[35] A partir de haber tenido esa experiencia, el cambio en mi vida fue
completo. Y no solamente cambió la mía, sino también la de mi familia.
Antes, yo sentía
que la vida no tenía sentido. Había perdido a mi hermana. Mi madre había sido
madre soltera y yo tenía que cuidar de mis hermanos y de mi casa.
Estaba falta de
cariño. Toda mi vida no habían sido más que puras responsabilidades. Tenía
miedo de casarme y de tener mi propia familia.
Era una persona
que no sabía expresar lo que sentía. Me daba miedo querer y no sabía cómo
tratar a las personas. Cuando me casé empezaron los problemas.
Uno entra al
Enfoque y empieza a sentir incertidumbre por lo que comienza a descubrir, pero poco a poco vas dándote cuenta
que es maravilloso lo que encuentras y lo bien que se siente estar ahí.
Empiezas y es
todo oscuro, negro. Es como un cuarto en tinieblas y sólo después de tanta
oscuridad y soledad a lo lejos se ve un punto de luz. Te acercas a ese punto,
pero cuesta mucho llegar hasta allí.[36] Se hace eterno el llegar a alcanzarlo.
Al llegar ahí vi
una luz[37] y una niña llorando de tristeza, miedo, soledad. No sabía esa niña
para dónde ir. Al acercarme[38] a ella comenzaron a moverse todos mis recuerdos; sobre todo los más
tristes que había vivido. Todos eran acerca de la niña. Hubo un momento en que
yo quería salir de allí.[39] Quería irme y dejar todo eso, pero una voz muy confortante me hizo
tener fuerzas para seguir[40] viendo todo lo que pasaba y cuando me di
cuenta ya no tenía miedo.[41] Era bonito estar viendo
eso. Conforme se me fue quitando el miedo iban
llenándose de más luz esos recuerdos. Poco a poco la niña dejó de llorar.
Entonces se levantó y todo se iluminó. Fue cuando finalmente le vi el rostro y
sonrió, que se convirtió en la adulta que soy.
A lo lejos había
un camino verde, lleno de flores y un cielo azul. Sentía tanta felicidad que
pude atender esos recuerdos uno por uno, sin miedo, tranquilamente. Entre esos
recuerdos estaba el más doloroso que había vivido. Me acerqué a donde llevaba
ese recuerdo y vi a mi hermana que había muerto. Puede verla y estar en ese
lugar con ella. Lo vi pasar todo desde su enfermedad. Fue maravilloso vivir esa
experiencia pues le pude decir cuánto la quería y dar gracias por el tiempo que
Dios me dejó compartir con ella y por haber sido mi hermana.[42]
Después vinieron
los momentos felices que se me habían olvidado o los había dejado en un rincón.
Fueron muchos y grandes.
De repente caminé
y vi a mi familia que entonces era mi esposo y mi hija que acababa de nacer.
Estaban felices, esperándome con los brazos abiertos. ¡Y comenzó la felicidad![43]
Miriam Mendoza.[44]
Esta historia nos deja ver con claridad el
enorme potencial de salud, integración, desarrollo que trae consigo el echar a
andar los recursos corporales que somos, generadores de cambios profundos,
permanentes y progresivos con sólo atrevernos a atender nuestros asuntos
inconclusos tal y como los estamos sintiendo. Simplemente ve cómo esta joven
mujer transitó[45] sucesivamente desde “nunca voy a ser una
buena mamá…”, hasta: “… ¡ya todo está bien!”, mediante pasos
ensamblados con un propósito y nuevos significados imposibles de determinar a priori, pero con una clara dirección
de vida nueva[46].
Quizá puedas darte cuenta que para llevar
Miriam su asunto adelante lo ha hecho en/desde su cuerpo. Hoy pues, sabemos de manera probada y comprobada que este
modelo conlleva un proceso de desarrollo que todos los seres humanos tenemos a
nuestro alcance simplemente poniendo a trabajar los recursos con los que ya
hemos sido dotados. También puedes ver que llevarlo a cabo no es algo
complicado, sino que, maravillosamente, fluye desde nuestro interior, ¡y lo
disfrutamos!
Si tú eres como yo, seguramente habrás estado
buscando soluciones a tus asuntos dolorosos pero tal vez sin haber tenido
acceso al proceso corporal de la salud integral. Afortunadamente hoy sabemos y
constatamos que no es cuestión de conocer a detalle de dónde y cómo aparecieron
nuestros problemas, sino que, gracias a poner a trabajar estos recursos,
podemos incluso decir que no se trata de solucionar nuestros problemas, sino de
permitir que su resolución se nos dé
al estar presentes para ellos de la manera como Miriam lo hizo. Así que tienes
a tu disposición este material escrito, para, con él, acceder a tus propias
experiencias, tanto a las deleitantes como a las dolorosas.
Un último punto, parece que al llegar al clímax,
al paroxismo las emociones, los sentimientos, las sensaciones corporales en su estado
puro (no contaminado por pensamientos, juicios, interpretaciones) en esta
historia relatados: la tristeza, el dolor, el miedo, etcétera, les ha sido
depletada su energía, como si con ello quedaran al descubierto y disponibles, las
historias largamente resguardadas e inaccesibles al proceso corporal del
cambio. Así que podemos darle la bienvenida a cada uno de esos elementos potencialmente
generadores de movimiento que, momento a momento nuestro cuerpo nos regala.
Juan B. Prado Flores jubpr@yahoo.com
[1] Al decirme Miriam (M),
no sé qué le pasa …. parece que tiene
la esperanza de que, al consultarme, yo le diga por qué su hija responde con
llanto a sus cuidados. Obviamente yo no tengo tal explicación, no la tiene
nadie y aunque la hubiera, eso no generaría ningún cambio en la pequeña.
[2] Este “no
sé”, distinto del primero, denota que M intuye que lo que siente en sus manos tiene que ver con la
rara reacción de su bebita a sus cuidados. M ha pasado del no saber intelectual
(generado en su corteza prefrontal), a su sistema límbico, situándose en la esfera de las emociones, sentimientos y sensaciones
corporales, otorgándoles un significado sentido (Gendlin), lo cual quedará
evidenciado adelante. Psicológicamente hablando, estos dos “no sé”, hacen la
diferencia entre “intelectualizar”, lo cual no puede mover el asunto en
cuestión, y “procesar” o “experienciar”, en el que el cuerpo, desde sus
sensaciones, cobra la mayor importancia. Sin esta aparentemente superflua
distinción, las cosas que estás por conocer, no se hubieran movido ni una
micra.
[3] Aunque
entonces yo no supe de donde procedía una pregunta tan directa, intrusiva, casi
ofensiva, ella no sólo mantuvo nuestra comunicación en la esfera de lo sensitivo,
sino que les cerró el paso a los mecanismos mentales evade-proceso que nos
encierran en prácticas codependientes y adictivas que nos impiden dar con el
proceso del cambio hacia lo saludable en la resolución de nuestros asuntos
dolorosos, difíciles, complejos.
[4] Así que a mi pregunta …¿siente[4] que hay algo que le impide disfrutarla? ella
responde desde el mismo plano de lo físicamente sentido… Si en lugar de
esto yo le hubiera dicho que se relajara, que lo tomara con calma, o que es muy
normal sentir esas cosas, yo habría bloqueado el proceso.
[5] Sí, ¡Mis manos!,
aceptando tácitamente que eso que siente le impide disfrutarla, es
decir, su cuerpo sabe de la ausencia de un sentimiento de bienestar en
su relación. Esto no se da muy a menudo en nuestras interacciones ordinarias,
pues generalmente nos mantenemos en el plano mental de querer entender y
arreglar las cosas “desde la cabeza”. Implícitamente, M sabe que no solo tenemos significados en la mente,
sino que también nuestro cuerpo porta sus propios significados (E. T. Gendlin).
[6] Un
saber sensible, un percibir físicamente, un saber de saborear, de sabiduría.
[7] Esta instantánea respuesta
afirmativa de M, libre de bloqueos o resistencias, habla de que, de por sí,
Miriam está conectada con su cuerpo,
con sus sensaciones y con sus significados corporalmente sentidos, lo cual no
es la regla, sino la excepción. ¡estamos en terreno firme, fértil, para llevar
las cosas adelante!
[8] Así que ella no tuvo ninguna dificultad para sentir sus
manos. Saber, (en el sentido de degustar, percibir, saborear) y sentir, tienen
una misma raíz.
[9] El proceso corporal está en marcha, así que, por terrible y hasta contraproducente, irracional,
absurdo, que parezca, esta declaración venida de sus manos, está llevando
adelante su doloroso asunto.
[10] Mi “reflejo” empático,
que no es sólo la repetición de lo que ella me ha compartido, ayuda a que se
sienta segura, confiada, acompañada, acogida, comprendida, aceptada…
[11] Desde Gendlin: “Usamos la palabra ‘simbolizar’ en un
sentido raro pero cierto. Simbolizar aquí no significa representar en
símbolos”. En este contexto filosófico, símbolo
es algo no mental que viene al estar atendiendo un significado-sentido, sea una
palabra, una imagen, un recuerdo, lágrimas… cualquier cosa que encaje, se
ajuste, se adecúe, se ensamble con el significado-sentido, llevando adelante el
proceso al que llamamos congruencia,
plenitud. Ver Existencialismo y Psicoterapia Experiencial en Psicoterapia
Experiencial y Focusing. La Aportación de E. T. Gendlin, en C. Alemany, Desclée
De Brouwer, p. 50.
He sido testigo presencial de que lo ha dicho Gendlin es
absolutamente cierto, aunque, desde una mirada puramente racional, pueda
parecer todo lo contario. Este “Sí” nos hace saber que la sensación de sus
manos y las palabras nunca vas a ser una
buena mamá han ensamblando perfectamente. A esto tanto Rogers como Gendlin
le llaman congruencia, y como experiencia interior, sabemos/sentimos que
estamos pisando territorios sin caminos, territorio sagrado.
[12] Esta propuesta es para que M se mantenga en lo
corporalmente sentido, y que no salte a la mente pensante, controladora. En ese “todo”, ella engloba su asunto como
totalidad, sin mentalmente fraccionarlo para entenderlo, comprenderlo y, de ese
modo, controlarlo. Es que el cuerpo trabaja con totales, no con partes o
fracciones de nuestros asuntos existenciales.
[13] Ha venido, como en
cascada, este nuevo sentimiento, que es necesario ubicar para mantenerlo y
darle continuidad al proceso corporal que ha estado en marcha como el continuum
que es.
[14] Esto es una invitación a ir a donde, en su cuerpo, se
aloja este sentimiento, lo cual hace tras breves momentos de búsqueda. Tal vez ya puedan irse dando cuenta de
que el eje de donde parte el proceso bioespiritual es el SENTIR.
[15] El asunto, como un todo, ha dado un paso hacia adelante.
[16] La presencia cálida,
acogedora, amorosa (carring/feeling/presence) de ella para su propio asunto, del facilitador
para con ella y para sí mismo, crean, en la bio-espiritualidad, el ambiente, el clima interior, en el que
el cambio puede darse y de hecho, se da.
[17] Recuerden que estamos
hablando de lugares físicamente sentidos. Es decir, de algo tan real como que
lo sentimos, pues nadie puede dudar de que siente lo que está sintiendo.
[18] Cualquier
cosa que venga y conecte con la sensación dolorosa, será bienvenida.
[19] Ha venido un nuevo símbolo que, como veremos más adelante,
está hablando de que Miriam ha estado llevando adelante el duelo por la muerte
de su hermana…
[20] Se
ha dado una interacción empática que a Miriam le ofrece un ambiente de
confianza básica (Erik Erikson) que, como veremos, no tuvo en su infancia.
[21] Otro sentimiento con
su propio significado-sentido. Aquí no hay razonamientos, análisis… eso podrá
venir después…
[22] Otra sensación con significado-sentido
o sensación sentida: (felt sense, Gendlin) que, por definición, siempre tiene algo
implícito que revelar.
[23] El asunto inconcluso
se ha completado (resuelto) desde sus más profundas raíces corporales,
dejando….
[24] … dejando una sensación de
alivio, de bienestar, que, desde afuera, yo pude constatar. A ese cambio, con Gendlin, le llamamos “cambio corporal
sentido”.
[25] Por sí misma, Miriam ha dado el Sexto Paso
del EB-E: “Nutrir y fortalecer” que consiste en darse uno cuenta de que el
proceso se da por sí mismo y sin intervención de la voluntad, es decir, que claramente
se siente que se ha recibido un regalo. Para cuando yo se lo sugerí, ella ya lo
había hecho, lo cual nos indica que no es un agregado, sino algo integral a la
experiencia misma.
[26] Estamos ante la llegada
de una decisión altamente diferenciada, libre, empoderada, proveniente del
propio proceso corporal, sin ninguna dirección, insinuación, inducción, consejo,
menos intrusión dados desde el exterior, y sin que hubiera de por medio ningún
proceso mental, racional, reflexivo, inductivo, o deductivo, volitivo. Todo esto
me trae un dicho bíblico para el que antes de mis experiencias de Focusing no
tenía mucho sentido: “Pero me formase un
cuerpo y heme aquí dispuesto a hacer tu voluntad.” En la espiritualidad
cristiana primitiva, así como en la cábala que es la línea mística del
judaísmo, el papel del cuerpo es esencial. Es más, en la antropología hebrea
antigua no existe el dualismo occidental cuerpo/alma. Pero nos falta ver hasta
dónde ha llegado esta decisión/acción en la vida de Miriam.
[27] En esta respuesta espontánea y contundente, tampoco ha
habido de por medido ningún
proceso racional, reflexivo, inductivo, o deductivo. Esta es la esencia de la
Bio-Espiritualidad que llamamos, regalo, gratuidad, gracia, más allá de su
connotación religiosa.
[28] Miriam había previamente tratado de bañar a su hija. Lo
había pensado, repensado y decidido viendo
lo bueno que era eso para ambas, pero no había podido hacerlo. La energía para llevarlo
a cabo y disfrutarlo madre e hija, le vino del poder del proceso corporal que
había permitido que se diera en ella el poder hacerlo.
[29] Algún
interesado puede ver este artículo de mi autoría, “Cimentándonos en el cuerpo”: https://www.blogger.com/blog/post/edit/7379021268064864254/2675081142599830835
[30] Su madre no pudo
entrar a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) a visitar a su sobrina
gravemente enferma. Todo parece indicar que no había procesado el duelo por la
muerte de su hija acaecida años atrás.
[31] Se trata de un lenguaje que involucra al cuerpo, que se
da mediante el cuerpo, desde el cuerpo, con el cuerpo, algo muy distinto al
lenguaje puramente mental, correcto y educado que solemos utilizar en el trato
social y aun para con nosotros mismos.
[32] Muchos testimonios de
personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte (ECM) se refieren a
estas figuras como “seres de luz” que las envuelven en amor, las acompañan, las
guían, las empoderan y regresan de sus ECM sin temerle a la muerte.
[33] Esta experiencia -y muchas de las que se
producen en quienes entran a su proceso bioespiritual- se inscribe claramente
en lo que se ha llamado: experiencias cercanas a la muerte (ECM), en las que la
masa cerebral carente de perfusión sanguínea, ha dejado de trabajar, dejando
libre paso a material que no viene de ella, sino de otra más abarcadora y sabia
dimensión.
[34] El
médico psiquiatra, Dr. Bruce Greyson, el más reconocido experto a nivel mundial
en experiencias cercanas a la muerte (ECM) dice que en los estados expandidos
de conciencia en los que se dan las experiencias místicas está reducida al
mínimo la actividad cerebral. Es como si el cerebro –dice- se apartase y dejara
a la mente interior (la conciencia, la llamada lucidez terminal) trabajar con
toda su capacidad: https://www.youtube.com/watch?v=0ERUlyxz_V4&t=743s.
[35] Uno de los grandes obstáculos que se nos presentan para
entrar a lo desconocido son nuestros miedos, por ello intentamos alejarlos
entrando en guerra contra ellos, con la esperanza fantasiosa de conquistarlos,
doblegarlos, anularlos, destruirlos, olvidarlos.
[36] Son nuestros mecanismos de control los que nos
dificultan entrar en el espacio interior en el que, de manera pacífica, pacificante,
se produce el cambio.
[37] Parece que esta luz
se convierte en invitación para seguir adelante. A este proceso de atender
nuestros miedos para así tener acceso a la luz, en términos cristianos se le
llama viernes santo/domingo de resurrección o noche oscura del alma (san Juan
de la Cruz).
[38] Miriam decide acercarse a esa pequeña de
manera amorosa sintiendo y llevando en su propia carne la tristeza de su
infancia. Eso le confiere movimiento a la historia.
[39] Estaba viviendo lo que en la terminología místicos se le
nombra como la Noche.
[40] Sí, tuvo la opción
de, aterrada, salir huyendo, abandonar su proceso dejado todo peor que cuando comenzó
su ejercicio de Focusing… Pero vino una poderosa fuerza interior venida de ella
misma que la capacitó para permanecer ahí.
[41] El miedo que la llevó ahí, había cumplido su cometido.
[42] En esa dimensión experiencial interior Miriam se encontró con su hermana fallecida, estuvo
dialogando con ella, disfrutándola, agradeciéndole… y resolviendo el duelo que
había estado afectando su intimidad, su vida, su familia, sus relaciones…y del
cual regresaba profundamente agradecida.
Muchas experiencias cercanas a la muerte (ECM) hablan
de que al estar en ese estado muchas veces los familiares finados vienen a su
encuentro y dialogan con ellos. Esta experiencia y muchas otras parecidas relatadas
en otra publicación, uno se pregunta qué tan cercano a una ECM puede conducir
un ejercicio de EB-E o quizá más bien, como podemos atender nuestras pérdidas
sin necesidad de tener una ECM.
[43] Esta expresión,
surgida desde una experiencia transformadora corporalmente sentida, habla del
convertirse en “nuevas creaturas” bíblico, que no es sino el mensaje cristiano
del proceso de la encarnación del espíritu, es decir de que el espíritu y el
cuerpo se hacen una sola y la misma cosa.
[44] Yo estoy firmemente persuadido de que, en personas como
Miriam Mendoza, fue en las que el Dr. Gendlin descubrió el papel del cuerpo en
el llevar adelante, resolver, no sólo nuestros asuntos detenidos, sino también
los procesos de integridad, desarrollo, innovación, plenitud humana a los que
A. Maslow llama experiencias cumbre.
[45] Esto
que estoy nombrando como transitar en
realidad implica que al tiempo que experimentamos la tristeza (el dolor o lo
que sea real, físicamente sentido) JUNTO con la aceptación de ella, da lugar a
que en lugar de luchar /huir (sistema nervioso simpático) o entramos en un
nivel de congelamiento (sistema parasimpático) ambos generan ondas beta que al
actuar al unísono cobre ellos el amor generan ondas gamma que, en lugar de lo
anterior, se produce una sincronicidad total que potencializan entre sí, y nos
llevan a tomar decisiones congruentes con el amor incondicional. Ello se da más
allá del tiempo-espacio. Es el cuerpo el que hace la síntesis de los opuestos. A
esto le podemos llamar correlación cuántica espiritual o en nuestro lenguaje,
Bio-espiritualidad. Eso lo experimentas tangible y fisiológicamente, además de
que le resulta perceptible para quien asiste y acompaña a quien lleva a cabo
los pasos de EB-E. el “cambio sentido” de Gendlin. Ver: https://www.youtube.com/watch?v=Ge1mWGE-2fQ&t=178s
[46] Esto
mismo es lo que está descubriendo la física cuántica. El llamado universo
holográfico implica que lo que pasa en él está pasando también en todo ser
humano y es especialmente cuantificable cuando el ser humano se vive a sí mismo
como el proceso que es. Sólo tenemos que ir a esa nuestra tecnología corporal implícita
en nuestro cuerpo y entrar en su verdad. Ver https://www.youtube.com/watch?v=HPmQYTwxTdo&t=2370s